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¿Aprendimos la lección? Elegir líderes inadecuados es peligroso

La elección debe basarse en la respuesta a la pregunta: ¿quién ha dado resultados?. | Francisco González de Cossío*

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Escrito en OPINIÓN el

Los movimientos sociales ocurren en episodios. Por motivos que no agotó, los grandes movimientos de la historia han ocurrido en paralelo o periodos cercanos. Las independencias ocurrieron en fechas vecinas; también las revoluciones. El punto merece ser destacado pues estamos viviendo un movimiento social: el rechazo del liberalismo. En países diversos se observa su repudio. Y dicho fenómeno contiene un reproche con un alto contenido emocional: no funcionó. Favoreció a unos, más no a todos.

Lo descrito generó capital político que fue recogido y capitalizado por un perfil de personajes. Tienen el mérito, hay que reconocerlo, de contar con la sensibilidad política de detectar ese sentir; y han aprovechado la oportunidad. Como resultado, en muchas partes del mundo se observan personajes con un perfil muy distinto al que exigen los retos que nuestra sociedad (mundial y nacional) enfrenta: personas que son buenas para criticar, pero malas para remediar.

Esto tiene una explicación. El paradigma del sistema político prevaleciente tiene como resultado un incentivo perverso. Atrae a personajes distintos a los que en verdad necesitamos. Personajes que quieren denunciar, más no actuar. Personajes que persiguen el poder por el poder (y los beneficios que genera, particularmente los económicos) no para los motivos para los que se creó el poder (para ayudar; servir; mejorar la sociedad). Si se medita se concluirá que el incentivo es claro: acusa pero no corrijas. Si corriges, lo que te llevó al poder cesará y dejarás de justificar tu existencia qua poderoso. Resultado: muchas palabras pocos hechos.

¿Cuántos políticos observamos que denuncian la corrupción para tolerarla? ¿Cuántos políticos señalan al grupo en poder para luego incurrir en lo criticado cuando ellos están en el poder? ¿Cuántos políticos ceden a la tentación inmediata para no hacer lo que deben hacer una vez que logran estar en el puesto que deseaban?

Existe un problema con el zeitgeist del sistema político en vigor, y es doble. Primero, no atrae a las mejores, sino a las peores, personas. Segundo, el incentivo que genera no es corregir sino denunciar.

Lo anterior debe preocuparnos sobre todo porque estamos viviendo una coyuntura peligrosa, tal que puede extinguirnos. No es exageración. Y lo más preocupante es que no todos están conscientes de ello.

Me pregunto cuánta gente sabe que ya estamos en una segunda época nuclear. Me pregunto cuántos han tomado consciencia que el cambio climático ya está con nosotros, y es desastroso. Me pregunto si todos están conscientes que la sociedad mexicana ya está tomada por el crimen organizado.

Respecto del cambio climático, si no tomamos medidas radicales, podemos perecer como especie. Sí, muchos hablan del cambio climático, pero pocos hacen –algunos inclusive van en sentido contrario– las energías limpias no son un lujo: sin ellas el planeta se convertirá en nuestro enemigo.

Sobre la época nuclear, el 2 de agosto de 2019 Estados Unidos y Rusia se retiraron del último tratado de la Guerra Fría que servía de pasador del esfuerzo para controlar la guerra armamentística: el Intermediate-Range Nuclear Forces Treaty firmado por Reagan y Gorbachev en 1987. Como resultado, el mundo entró en una nueva era nuclear. Y dado lo que se observa en la actitud y comportamiento de varios líderes mundiales con acceso a armas nucleares, hace varias generaciones no vivimos tanto peligro como el que estamos viviendo ahora. La extinción de la humanidad por una conflagración nuclear sea por que un problema se salga de las manos o por accidente es un riesgo vigente, y en buena medida ignorado por la mayoría. 

Y sobre el crimen organizado, la penetración de éste en la sociedad mexicana es el problema social más delicado que tenemos. Partes importantes de nuestro país están ya tomadas por el mismo; y se observa envalentonado (recientemente hemos observado síntomas conspicuos de ello). Y dado que el sistema penal no sirve, y la persecución de delitos se observa dirigida o facciosa, el mensaje social es claro y genera un incentivo perverso: delinquir es lucrativo. Y no hay riesgo en ello.

Lo anterior comparte una misma causa: elección de líderes inadecuados. Un líder apto habría evitado que ocurra lo que inició la nueva era nuclear. Un personaje en sintonía con la complejidad de los retos que enfrentamos hubiera mejorado, no desdeñado, el régimen mundial existente. La apreciación aplica a otras áreas que también están en la mira de los líderes no-aptos, como el comercio mundial y la representatividad en las organizaciones internacionales. 

Eso, por cierto, es una de las lecciones que la crisis por el covid-19 nos brinda: varias de las personas en puestos de liderazgo incurrieron en negligencia, resultando en muchas más muertes de las que eran inevitables. 

¿Qué hacer? Ofrezco dos soluciones. Primero reconocer que la causa de los problemas descritos es la misma. Segundo, dar pasos inmediatos que comiencen una fuerza social en el sentido correcto. 

Sobre la causa, tenemos motivos para estar descontentos. El sistema no ha funcionado a perfección. Pero la solución no es rechazarlo, es mejorarlo. De los años ochenta a 2008 vivimos una auténtica Belle Epoque: nunca habíamos vivido tanta bonanza y progreso. Como ningún sistema es perfecto, generó problemas. Y dichos problemas no fueron atendidos. La solución sin embargo no es echar todo lo logrado a la basura; es refinarlo. 

Sobre los pasos, propongo tres. El enfoque será México y su coyuntura, pero los pasos admiten generalización mundial:

(1) Reglas. El Estado de Derecho es el obsequio más valioso que la clase política puede dar a su sociedad. En México se nos ha negado. Y se observa que es un problema culturalmente acendrado. La institucionalidad es seguida cuando conviene. Todos evaden cuando pueden. Y si un fallo no favorece, se cuestiona al emisor. Falta consciencia sobre el valor que confiere la institucionalidad.

(2) Premiar preparación y ciencia. México tiene mucho capital humano. Pero no se observa en los puestos de relevancia. Sospecho que el motivo es que las personas más valiosas entienden que la ética arroja una vida más valiosa. Y siendo que la lucha por el poder conforme acorde al sistema actual premia al que no tiene ética, el resultado es que las personas que llegan al poder son distintas a las idóneas; al personaje intelectualmente armado para enfrentar los problemas sociales que enfrentamos. (¿Cuándo tendremos a un Macron o una Merkel en México?)

(3) Votar inteligentemente. Muchos votan con las entrañas. Votar debe ser un acto intelectual. ¿Quiénes han dado soluciones? Ojo: no quienes hablan de soluciones; quienes cumplen lo que prometen. Votar emocionalmente no resuelve, perpetúa problemas. La elección debe basarse en la respuesta a la pregunta: ¿quién ha dado resultados? Y al responderla debe repudiarse a quien ha intentado obtener su favor con trampas, como dar recursos inmediatos. (Tomen los recursos, pero voten bien).

Si hacemos lo anterior, habremos aprendido la lección que arroja la probada del populismo y rechazo al liberalismo del último lustro: el liberalismo existente es imperfecto, pero la opción no es la solución.

*Abogado especialista en solución de controversias.