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Apología a criminales y agresiones a periodistas

La narcocultura ha facilitado la adición de jóvenes a los grupos delincuenciales

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Escrito en OPINIÓN el

En México vivimos una terrible paradoja se mata a periodistas críticos con cínica impunidad, se atenta contra la libertad de expresión y el derecho a la verdad, se practica la censura, se castiga a medios de comunicación que no siguen la línea oficial con el manejo discrecional de la propaganda gubernamental, mientras al mismo tiempo se genera un culto a la personalidad de los delincuentes más sanguinarios y se hace apología del delito en series comerciales televisivas que resaltan el mundo de la delincuencia organizada y los criminales como modelos de éxito y estatus.

Esta exaltación de los delincuentes y el mundo mafioso ha generado en miles de jóvenes una distorsión de valores, una contracultura, con la tolerancia y la pasividad cómplice del Estado. De esta manera, los delincuentes se convierten en los hechos en un esquema aspiracional para muchachos que se convierten en presa fácil para el reclutamiento criminal. Pobreza, falta de oportunidades, estado ausente e impunidad y adoctrinamiento criminal son el caldo de cultivo que nutre a los grupos criminales.

La narcocultura ha facilitado la adición de jóvenes a los grupos delincuenciales, a esta misma conclusión se arribó en el documento “Jóvenes y Narcocultura” elaborado en mayo de 2010, por la entonces Secretaria de Seguridad Pública, en donde se establecen las siguientes conclusiones:

“IV. Conclusiones

Una cultura de lo rural, del honor, prestigio, hedonismo, consumismo, poder, ostentosidad, utilitarismo, religiosidad y violencia, constituyen el marco valorativo de la narcocultura. Afinidad cultural, crisis económica, difícil acceso a la educación, aunados a cierta “orfandad valoral”, se combinan y favorecen el reclutamiento de jóvenes, quienes a su vez obtienen empleo, reconocimiento y estatus, que no se les otorga por otros medios ni en otros espacios.

Ante esta perspectiva, la narcocultura penetra con mayor facilidad entre los jóvenes.

Involucrarse en el narcotráfico, no obstante el riesgo, aparece como una oferta atractiva. No sólo por el dinero que se puede obtener, sino por el poder y el estatus vinculados a él.

Las proporciones mitológicas que a través de la narcocultura se ha dado a los criminales han expuesto continuamente a los jóvenes a ejemplos de violencia, muerte e impunidad, esta situación sumada a que el funcionamiento psicológico está basado en la interacción reciproca del ambiente físico y social, el sistema cognitivo y afectivo y el sistema conductual, ha favorecido la adhesión de jóvenes a las células delictivas.  Los contenidos transmitidos en los medios electrónicos en los que se celebra o inspira al narcotráfico, terminan por influir en el modo de vida de quienes integran la sociedad, impactando con mayor fuerza en aquellos los niños y los jóvenes.

Estos mismos criterios sirvieron de base para que el sociólogo estadounidense Edwin H. Sutherland[1], para desarrollar la teoría de la asociación diferencial, en la que en esencia se señala que:

“La conducta delictiva es aprendida, no heredada ni inventada. Los sujetos no pueden inventar la delincuencia, como no pueden inventar la radio o la televisión si no han recibido el entrenamiento adecuado para ello. La conducta delictiva no se produce de manera espontánea porque alguien decida un buen día delinquir; previamente esta persona ha debido recibir algún tipo de entrenamiento.”[2]

Lo hasta ahora expuesto permite dimensionar la gravedad de la narcocultura en México, más aún si tomamos en cuenta el estudio realizado por Rubén Guerrero Abundis, denominado ‘Narcocultura: La Nueva Atracción de los Niños en México’, publicado el 3 marzo de 2015, en la revista Criminociencia, número 7[3], de acuerdo a los resultados y conclusiones del citado estudio: “… los niños están aprendiendo de la estructura social del narcotráfico; donde la sociedad que los rodea tiene más juicios positivos hacia ella que juicios negativos, esto quiere decir que si el niño sigue con esos ejemplos, en un tiempo futuro el niño tiene muchas probabilidades de tomar el camino hacia las conductas antisociales, ya no con las posibilidades que había antiguamente en la sociedad, sino como algo más impactante que existe en nuestro presente…”[4]

Lo anterior resulta aún más preocupante a la luz de los resultados publicados por el Banco Mundial en el estudio ‘La violencia juvenil en México. Reporte de la situación, el marco legal y los programas gubernamentales’[5], en el que se precisa que:

· Los jóvenes mexicanos representan un poco más del 38% de las víctimas de homicidios en el país en la última década;

· La tasa de homicidio juvenil se triplicó en solamente de 2008 a 2010, cuando llegó a 25.5 homicidios por 100.000 habitantes;

· De acuerdo a estudios citados en el análisis del Banco Mundial, una de las principales causas del aumento de la violencia han sido las disputas entre organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, y

· El homicidio de jóvenes se ha concentrado en el norte del país. En el 2010, más de la mitad ocurrieron en cinco estados: Chihuahua, Sinaloa, el Estado de México, Baja California y Guerrero.

En base en lo hasta ahora expuesto, se hace evidente que los niños, adolescentes y jóvenes merecen ser rescatados del impacto negativo que genera la narcocultura, lo que hace urgente legislar para regular la trasmisión de contenidos en que se realice la apología de la violencia o del crimen, sin afectar la libertad de expresión y de difusión, quedando prohibidas todas las transmisiones que celebren o inspiren al narcotráfico.

Insisto es una brutal paradoja que se haya recrudecido la embestida contra la libertad de expresión y a periodistas independientes los asesinen los grupos de la delincuencia organizada y políticos corruptos y, por otro lado, se propagandice la actividad criminal adulterando la mentalidad y los valores de los jóvenes, inoculándolos con el cáncer del narcotráfico y la delincuencia organizada como su aspiración. ¡Ya basta!


[1] Edwin H. Sutherland (1883-1950) fue un sociólogo estadounidense. Es considerado uno de los criminólogos más influyentes del siglo XX. Perteneció a la escuela del interaccionismo simbólico, y es conocido por la definición de asociación diferencial, una teoría general del delito y la delincuencia que explica cómo los marginados han llegado a aprender las motivaciones y los conocimientos técnicos para cometer actividades criminales. Sutherland se doctoró en Sociología en la Universidad de Chicago en 1913. Presidió la Asociación Americana de Sociología en 1939.

[2] Edwin H. Sutherland. Principios de Criminología. Teoría de la asociación diferencial. 1939.

[3] Consultable en: http://criminociencia.com/narcocultura-la-nueva-atraccion-de-los-ninos-en-mexico/#prettyPhoto/0/

[4] Rubén Guerrero Abundis. Revista Criminociencia. Narcocultura: La Nueva Atracción de los Niños en México. Número 7. 3 marzo de 2015.

[5] Consultable en: http://documents.worldbank.org/curated/en/277681468155375869/pdf/NonAsciiFileName0.pdf