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Ángel Aguirre está muerto

Aguirre sabe que es un fantasma no solo en el Estado de Guerrero, sino que para su amigo Enrique Peña Nieto ya no le sirve ni siquiera como un gobernador renunciante.

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Escrito en OPINIÓN el

Para nadie es novedad que Ángel Aguirre no gobierna Guerrero, desde hace muchos meses. En realidad el Estado vive uno de los peores momentos de ingobernabilidad en su historia, apenas comparado con el de los caciques de horca y cuchillo amenazados por los secuestros de Lucio Cabañas.

 

Lo nuevo es que Ángel Aguirre ya también es un muerto político. ¿Por qué?

 

Porque en dos momentos el presidente Enrique Peña Nieto se encargó de sepultarlo.

 

El primer momento, pocas horas después de conocer la masacre de estudiantes en Iguala, Enrique Peña Nieto ofreció una declaración pocas veces escuchada.

 

Dijo que en Guerrero se vivían momentos de  ingobernabilidad, en tanto que exigió, del gobierno estatal, “que asuma su responsabilidad”.

 

A esa llamada de atención que en realidad fue un severo descontón del presidente al gobernador de Guerrero siguió el mensaje a la nación, del pasado lunes, -luego de conocer la información de fosas clandestinas en donde habrían sido sepultados los normalistas desaparecidos-, cuando Enrique Peña Nieto nunca mencionó al gobierno estatal, y tampoco al gobernador, durante el anuncio de la nueva estrategia emprendida por el gobierno para rescatar Guerrero.

 

Dijo de manera escueta, que habría colaboración institucional con las instancias estatales de Guerrero, sin embargo, fue enfático cuando señaló que toda la información sobre las investigaciones y los resultados de la misma, se darán a conocer a través de las propias instancias de Seguridad Pública, del gobierno federal.

 

Dicho de otro modo –y para los buenos entendedores-, que para el gobierno de Enrique Peña Nieto, el gobernador Ángel Aguirre está muerto políticamente.

 

Sabedor de los mensajes y conocedor de los intríngulis del poder, Ángel Aguirre intentó, a manera de respuesta una suerte de suicidio político.

 

“Si mi renuncia sirve de algo no tengo inconveniente en renunciar”, dijo.

 

Sin embargo, Aguirre sabe y lo sabía entonces, que es un fantasma no solo en el Estado de Guerrero, sino que para su amigo Enrique Peña Nieto ya no le sirve ni siquiera como un gobernador renunciante.

 

Pero acaso la peor tragedia para Ángel Aguirre vendría los próximos días.

 

Y es que no pasará mucho tiempo para que la nueva dirigencia del PRD en manos de Carlos Navarrete, lo deje caer. ¿Por qué? Porque Ángel Aguirre ya es un lastre, un pesado activo en contra del nuevo presidente del PRD.

 

Lo curioso es que Ángel Aguirre consiguió la candidatura al gobierno de Guerrero y alcanzó el triunfo gracias a un festín de traiciones.

 

Traicionó al PRI, partido que le había dado todo; traicionó al grupo político de Rubén Figueroa cuyos hijos hoy lo acusan públicamente de criminal; traicionó a su primo hermano Manuel Añorve y traicionó la confianza de los guerrerenses.

 

¿Dónde está Marcelo Ebrard, el prometedor precandidato presidencial que promovió y financió la candidatura y el gobierno de Ángel Aguirre?

Al tiempo. 

 

@RicardoAlemanMx