Perdonar desde el Estado, como lo propone un futuro candidato presidencial, a sanguinarios crimínales que matan, violan, descuartizan, secuestran, desaparecen forzadamente, queman y practican métodos despiadados para acabar con la vida de personas, para imponer su esquema criminal en una sociedad es un enorme despropósito, es la ruptura del orden jurídico y la proclamación de la impunidad a un grado superlativo.
Es una propuesta que merece el más profundo rechazo porque además de absurda y apologética de la impunidad, es un incentivo perverso para que los criminales sigan masacrando sin ningún freno del Estado, al fin y al cabo serán perdonados sus delitos infames y se llevará a cabo un borrón y cuenta nueva.
Decretar una amnistía a narcotraficantes, extorsionadores y grupos de asesinos es permitir que la delincuencia organizada se salga con la suya.
Es la victoria del mal sobre el bien, es la claudicación del Estado y la impotencia de la sociedad que ha sufrido en carne propia los peores excesos cometidos por malhechores inhumanos que no solamente han asesinado de manera vil, sino que han dejado heridas incurables en miles de familias.
El método de los delincuentes que cometen atrocidades inhumanas es sembrar el terror y arrancar el patrimonio y la vida a personas que caen en sus manos, amnistiar a estos personajes es una burla para quienes han perdido hijos, padres, hermanos y madres, precisamente por la actuación criminal de esos sanguinarios.
Desde luego que es una propuesta que denota un profundo desprecio al dolor de miles (millones) de víctimas directas e indirectas de la violencia en nuestro país y, además, un reconocimiento tácito de que no se tiene la capacidad para echar a andar una estrategia integral de seguridad ciudadana que permita detener y castigar a quienes han dañado a la sociedad.
Aunque han tratado de matizar esa propuesta de amnistiar a delincuentes, señalando que sería parte de otras acciones, el planteamiento está hecho y es parte de una filosofía que no se sostiene, mediante la cual se ve al fenómeno de la delincuencia solamente como resultado de las pobreza y la falta de oportunidades.
Aunque esta reflexión pudiera tener parte de razón, la misma soslaya que las conductas antisociales que practican responden a un esquema de dominación de la sociedad mediante el terror criminal para arrancar el fruto de su trabajo a la gente, y que en la delincuencia organizada hay tras de sí un negocio multimillonario que se basa en el dolor de buena parte de la sociedad.
Esos capos y delincuentes inhumanos no se van a corregir con el perdón, al contrario se van a sentir empoderados y seguirán cometiendo sus criminales excesos en detrimento de la población. Ni amnistías ni pacto o treguas con criminales, aplicación de la ley y castigo sin consideraciones de ningún tipo.
Con la inteligencia, decisión y firmeza el Estado puede imponer el orden y demostrar que es más fuerte que cualquier grupo delincuencial. Sólo hace falta que llegue al gobierno una autoridad con decisión y con las estrategias adecuadas de seguridad ciudadana para recuperar el control territorial y la paz social perdida con tanta impunidad e ineficacia y corrupción policial y del gobierno.