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AMLO: ¿fuera simuladores?

La desesperación comenzó a notarse en el equipo del poder. | Jorge Ramos Pérez

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Escrito en OPINIÓN el

La desesperación entró de lleno al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

En un solo día se conocieron las renuncias de tres mujeres al equipo obradorista. Asa Cristina Laurell no soportaba a Hugo Lopez-Gatell. Mónica Maccise tiró la toalla en la Conapred y Mara Gómez en la CEAV. Las tres azotaron la puerta.

Más allá de que Asa Cristina no sólo fue su secretaria de Salud en el gobierno de la CDMX de 2000 a 2005, que Maccise y Gómez tienen amplia experiencia en sus áreas, aunque en la CEAV dejó mucho que desear, López Obrador dijo una frase contundente en torno a su salida, que ya antes con otros portazos había dicho:

“Ya no hay cabida para simuladores y por eso hemos dicho que estamos en un momento de definiciones: ¿estamos a favor de la transformación o no?; ¿estamos a favor de que se mantenga el mismo régimen de corrupción, de injusticias o de privilegios?”

El presidente, como cualquier líder de empresa o de gobierno, está en la obligación de buscar a sus leales. Cuando alguien trastoca la lealtad se muere políticamente. Puede estar en un cargo, pero si para colmo él publica la deslealtad, queda peor que el rey desnudo.

¿Carlos Urzúa, Germán Martínez Cázares, Alejandro Mohar, Tonatihu Guillén, Josefa González-Blanco Ortiz-Mena, son una caterva de simuladores? Desmenuzando caso por caso nos llevaríamos algunas sorpresas, pero no todos.

Lo cierto es que la desesperación comenzó a notarse en el equipo del poder. Están inquietos. La violencia no cede. La economía, más allá de la pandemia, iba en picada. La crisis de sector salud imparable aún antes del covid-19. No hay ni programas sectoriales, derivados del Plan Nacional de Desarrollo, en algunos casos aún aparecen en sus páginas los de Enrique Peña Nieto, lo cual es indicativo de que caminan a ciegas y fuera de la ley, pues el plazo para presentarlos ya venció.

¿Desesperación? ¿Improvisación? ¿Simuladores? Quizá sea un acumulado de ello.

Valga el ejemplo. El viernes el presidente estuvo en un hospital del ISSSTE en Morelos. Pero le pusieron muñecos en lugar de seres humanos. Con cierta inocencia el ISSSTE reconoció casi a la medianoche de ese día que fue un “simulacro para explicar al presidente López Obrador cómo se atenderá a un paciente con #Covid19”.

¿De verdad fuera los simuladores? Por dónde quiere empezar, señor presidente.

Punto y aparte. ¿Quién en la 4T quiso vender un archivo histórico a una poderosa universidad pública que, al rechazar la propuesta, obligó a los vendedores a recurrir a una universidad del extranjero, pero con ese dinero les alcanzó para comprar una bonita casa en el sur de la Ciudad de México?

Punto final. Semanas antes de que AMLO asumiera el poder se advirtió que iba por todas las canicas. Va por ellas. Algunas ya las tiene.