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Amenazas a la libertad de prensa

En lo que toca a la libertad de prensa Juárez gobernó, durante la parte final de su mandato, con la segunda, y muy restrictiva, Ley Lafragua. | Fausta Gantús

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Escrito en OPINIÓN el

En memoria de les periodistas víctimas de asesinato y en solidaridad con la prensa.

Un pequeño, delgado y frágil hombre, que va descalzo y cuyos ropajes no son otra cosa que planas de papel periódico, caracteriza a la libertad de imprenta. A su débil aspecto se suma la circunstancia de encontrarse preso, inmovilizado con apretados grilletes y varias cadenas, todas de gran tamaño. Un terrible y colosal criminal debía de ser para requerir tres grilletes en la pierna izquierda, dos en la derecha y uno en cada muñeca, además de sujetar una cadena su cuello hasta casi asfixiarlo. Por si todas esas medidas de seguridad fueran pocas, para acallarlo un inmenso candado atraviesa su mandíbula, descolgándola. Tiene el rostro desfigurado por el peso del candado, pero también acusando el maltrato recibido. Así se representaba a la “Libertad de imprenta” en una imagen publicada en las páginas de La Orquesta el 19 de enero de 1870. El mensaje es evidente: los miembros de la prensa, al menos de una parte de ella, se sentían profundamente amenazados y totalmente indefensos ante las disposiciones legales y la posible actuación presidencial.





La caricatura aludía a la aprobación del 17 de enero, mediante la cual el Congreso de la Unión concedía al Ejecutivo federal facultades extraordinarias, autorizaba la suspensión de garantías y restablecía la Ley del 28 de diciembre de 1855 (segunda Ley Lafragua). Con esa acción se suspendía la vigencia de la Ley orgánica de la libertad de prensa, reglamentaria de los artículos 6º y 7º de la Constitución Federal, que había sido decretada el 4 de febrero de 1868 (Ley Zarco) y “que había sido calificada como la más liberal que se había conocido en la materia”. Con esa ley, por primera vez en mucho tiempo, el escenario para la prensa parecía prometedor; pero el estado de amplia libertad para la imprenta duró menos de un año, pues de nuevo Benito Juárez recurrió a las facultades extraordinarias. 

La Ley que se restableció, en efecto, como acusaba la imagen satírica, era totalmente restrictiva y dejaba muy poco margen de acción para el ejercicio periodístico. Depositaba la responsabilidad de lo publicado sobre autores e impresores y entre los abusos de la libertad de imprenta se contaban: el ataque a la forma de gobierno o a la religión católica; la publicación de noticias falsas o alarmantes, así como de escritos obscenos; el excitar a la rebelión o al desorden; y escribir contra la vida privada. Pero éstas eran sólo algunas de las muchas prohibiciones que la ley contenía.

El 1 de abril de 1870, al abrirse las sesiones del Congreso, el presidente Juárez se presentó ante los diputados y en su discurso, al “devolver” las facultades que le habían sido otorgadas, además de señalar que había “hecho el menor uso posible de ellas”, con respecto a la prensa apuntó: “Ha cuidado [el ejecutivo] al mismo tiempo de que se respeten las garantías individuales, y ha mantenido de hecho la plena libertad de la prensa, no determinando en algunos abusos de ella los procedimientos autorizados por la ley”.

Como se desprende de la confrontación de la caricatura con las palabras pronunciadas por el primer magistrado del país, las realidades que se pintan son muy diferentes. Mientras la sátira visual expone una crítica situación de presión y límites severos en contra del periodismo, el presidente aseguraba que la libertad de la prensa fue, a pesar del otorgamiento de la suspensión de garantías, ampliamente respetada. Lo cierto es que, con razones o sin ellas, el régimen juarista viviría sus últimos años prácticamente parapetado en el uso de facultades extraordinarias y la suspensión de garantías, otorgadas una y otra vez por el Congreso, en diferentes materias. En lo que toca a la libertad de prensa Juárez gobernó, durante la parte final de su mandato, con la segunda, y muy restrictiva, Ley Lafragua. 

Sobre el tema véase el dossier “La libertad de imprenta en el siglo XIX: vaivenes de su regulación” en Historia Mexicana 273.



*Fausta Gantús

Escritora e historiadora. Profesora e Investigadora del Instituto Mora (CONACYT). Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes en Ciudad de México y en Campeche. Autora del libro “Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1867-1888”. Coautora de “La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892”. Ha coordinado trabajos sobre prensa y varias obras sobre las elecciones en el México del siglo XIX (atarrayahistoria.com). Acaba de publicarse el libro “El miedo, la más política de las pasiones. México y Argentina, siglos XVIII a XX”, de cual es co-coordinadora.