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Alito

Con su ambición, el actual presidente del PRI es pieza clave para la desaparición de ese instituto político. | Adolfo Gómez Vives

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Escrito en OPINIÓN el

Candidato común del Partido Verde Ecologista de México y del Revolucionario Institucional, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas ganó la gubernatura de Campeche el 7 de junio del 2015, con el 40.46 por ciento de los votos registrados.

Ese mismo año, Andrés Manuel López Obrador se refirió a él como “un maleante, un reverendo ladrón, es el más corrupto de Campeche, el más ladrón de Campeche”.

Cuatro años después, a pesar de que las evidencias de corrupción se acumulaban en su contra, “Alito” Moreno anunció su aspiración por la presidencia nacional del Partido Revolucionario Institucional.

En el contexto, la exgobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco y el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ruiz, expresaron su indignación por el impulso que Enrique Peña Nieto le estaba dando a Alejandro Moreno, para que ocupara la presidencia del Revolucionario Institucional, a pesar del cúmulo de evidencias de corrupción, lo que implicaba entregarle el PRI a López Obrador.

En represalia, Ulises Ruiz fue expulsado del tricolor e Ivonne Ortega renunció a su militancia para sumarse a Movimiento Ciudadano. Alejandro Cárdenas habría de asumir la presidencia del PRI el 14 de agosto del 2019.

Los audios filtrados por la actual gobernadora de Campeche, Layda Sansores, en los que se escucha a “Alito” Moreno referirse a actos de corrupción y delimitar una perversa estrategia contra periodistas, exhiben a un sujeto visceral, locuaz e impulsivo; justo lo que López Obrador necesitaba para ponerle los últimos clavos al ataúd al partido fundado por Plutarco Elías Calles y con ello consolidar a Morena como el nuevo partido hegemónico.

Un personaje con el perfil de “Alito” Moreno jamás debió encabezar al PRI, si la lógica era mantenerse como uno de los principales actores políticos de la vida nacional. Su permanencia al frente de dicho partido sólo se explica en la lógica de actuar el guion de la “muerte anunciada” del tricolor, escrito desde Palacio Nacional.

Por eso, no sorprende que Andrés Manuel López Obrador haya decidido actuar como el policía bueno y magnánimo, al señalar que no opinará sobre el asunto de los audios pues “estamos en efecto en vísperas de elecciones en seis estados y hay pasiones que se desbordan, por llamarlo amablemente”.

El caso es que, para López Obrador, “Alito” Moreno dejó de ser el “maleante” al que se refería en 2015, para convertirse en el aliado útil, que le permitirá fortalecer su estrategia de permanencia hacia la elección federal del 2024.

Ya la Fiscalía General de la República se encargará de dilatar tanto como se pueda, las indagatorias sobre los probables hechos de corrupción que involucran al exgobernador de Campeche, quien en su momento será debidamente recompensado, cuando el Revolucionario Institucional no sea más que el harapo del cual surgió también quien ahora encabeza la presidencia de la República.