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Algo sobre el PEF 2022

Seguiremos en la lucha. | Ivonne Ortega

Por
Escrito en OPINIÓN el


Después de cuatro días de discusión, aunque debería decir de exposición que no halló eco en los oídos oficialistas, la mayoría gubernamental de la Cámara de Diputados aprobó el presupuesto de egresos de la federación 2022.

La mayoría oficialista no aceptó una sola de las mil 994 propuestas de modificación que presentamos varias y varios legisladores de oposición. Ninguna.


En cambio, le recortaron 4 mil 193 millones de pesos al INE y 3 mil millones de pesos al Poder Judicial, y aunque las cifras no dicen más que las cantidades, en la práctica equivalen a asfixiar procesos vitales para la democracia y la participación ciudadana y la impartición de justicia.


Al final, el gobierno gastará más de 7 billones 88 mil millones de pesos el año entrante, privilegiando los proyectos del presidente Andrés Manuel López Obrador: Dos Bocas, aeropuerto de Santa Lucía, Tren Maya, principalmente.

Los programas asistenciales de reparto de dinero de forma directa se mantienen y representan unos 367 mil millones de pesos.

Los recursos para la promoción turística del país, para apoyar a pequeños, medianos y grandes empresarios, son prácticamente inexistentes.

El presupuesto para la prevención de los delitos disminuyó en más del 40%.

En plena pandemia solo 2 de cada 100 pesos irá a la salud, incluyendo medicamentos.


Aspectos como la protección al ambiente, la igualdad de género, el combate al cambio climático, atención a productores agropecuarios o el necesario fortalecimiento de las policías municipales y estatales quedó en segundo plano.


En el fondo del PEF 2022 está la intención expresa de un gobierno federal que cada vez más centraliza las decisiones y los recursos, con una visión casi patrimonial sobre los dineros que son del pueblo mexicano.


Quieren manejar los dineros públicos como si fueran propiedad de una persona: el presidente López Obrador, y que solamente él, sin reglas de operación ni sistemas de transparencia, decida sobre el destino de cada peso, a quién, cuánto y cómo se le hará llegar.


Por eso no le quisieron mover prácticamente ni una coma al proyecto que el presidente de la República envió para su análisis y discusión. Por eso ni siquiera atendieron a las reservas de la oposición, y convirtieron la más alta tribuna de la Nación en una arena de pelea, insultos incluidos.


En vivo y en directo las y los mexicanos asistieron a una demostración de groserías, desplantes y vulgaridades verbales y escritas, desafortunadamente incluso por parte de legisladoras que protagonizaron lo que fue quizá uno de los más lamentables episodios en la vida del Poder Legislativo.


Y no es que las y los diputados oficialistas quisieran legislar. Muchas y muchos de ellos no se tomaron la molestia siquiera de leer el proyecto. Lo que querían era quedar bien con “el que manda”, y aceleraron la votación en lo general para que concluyese en la víspera del cumpleaños del presidente López Obrador.


Le cantaron las mañanitas y una no tan anónima orden hizo que ese cántico de pleitesía fuera entonado a través del Canal del Congreso. Otra vez el culto a la personalidad.


No creo que deba ser así, no en el México democrático e igualitario que queremos para nuestras hijas y nuestros hijos.


Por eso, a pesar de la cerrazón oficial, presenté propuestas para asignar recursos al fortalecimiento de los productores agropecuarios con 300 millones de pesos; para devolver a los municipios los fondos de seguridad que dan sustento y viabilidad a sus policías, 4 mil millones de pesos para más de 2 mil 400 municipios; 800 millones de pesos para programas de apoyo a Microempresas familiares, y 230 millones de pesos para fomento y promoción turística.


Todas estas propuestas no fueron siquiera analizadas. La mayoría oficialista las desechó. Y eso que no representan siquiera medio punto porcentual de lo que se destinará a los mega proyectos del presidente.


A pesar de esta cerrazón, seguiremos en la lucha. Porque al autoritarismo se le hace frente, no se le rehúye, y porque al insulto se le vence, no se le teme. Pero sobre todo porque el futuro no es de los antidemócratas, sino de las mujeres y hombres libres.