Main logo

Aguas con la depresión

Esto no es un juego, estemos atentos. | Agustín Castilla

Por
Escrito en OPINIÓN el

¿Cuantas veces algún familiar o persona cercana han atravesado por un cuadro depresivo sin que nos demos cuenta o lo atribuyamos tan sólo a una situación pasajera y no le prestemos mayor atención? Seguramente muchas más de las que pensamos e incluso, es probable que cuando menos en alguna etapa de nuestras vidas hayamos pasado por ello, pero lamentablemente existe muy poca comprensión sobre la frecuencia y gravedad de esta enfermedad y por tanto no sabemos identificar los síntomas para poder solicitar ayuda oportunamente.

No es difícil confundir los síntomas más comunes de un trastorno depresivo como tristeza, desánimo, pérdida de interés, fatiga constante, falta de apetito, insomnio, baja autoestima, sentimiento de culpa o falta de concentración, con la respuesta emocional de una persona provocada por un evento específico, pero quizá podamos encontrar la clave en su duración, ya que si rebasan las dos semanas probablemente se trate de una depresión que requiera atención especializada.

La Organización Mundial de la Salud la califica como un problema de salud pública muy serio que afecta a cerca de 300 millones de personas en el mundo, pero en la mitad de los casos no reciben ningún tratamiento, lo que es muy preocupante ya que en el extremo puede llevar al suicidio -cada año se suicidan alrededor de 800 mil personas y es la segunda causa de muerte entre la población de 15 a 29 años-. La OMS calcula que para 2030 la depresión será la principal causa de discapacidad. Otros estudios revelan que una de cada cinco personas sufrirá algún episodio de depresión antes de llegar a los 75 años, la mitad de los trastornos mentales se presentan antes de los 15 años por lo que las y los niños y adolescentes constituyen un sector muy vulnerable, y que la prevalencia entre mujeres es del doble respecto a los hombres.

Por su parte, el INEGI señala que en México el 29% de los habitantes mayores de 12 años sufren de depresión ocasional mientras que 12.4% los padece con frecuencia, lo que durante la pandemia se ha disparado hasta en un 27.6% según un informe de la OCDE. Entre los factores psicosociales que se asocian a esta enfermedad se encuentran: ser mujer; tener un bajo nivel socio-económico; caer en el desempleo; haber sufrido violencia; tener problemas legales; aislamiento social, o consumir sustancias adictivas.

Es importante tomar en cuenta que en sociedades machistas como la nuestra, las condiciones para quienes sufren depresión son aún más adversas ya que deben lidiar con el estigma social así como con la falta de empatía y acompañamiento. Desafortunadamente todavía hay demasiada ignorancia y no se entiende que esto es algo que escapa al control de cualquiera, por lo que muchas personas siguen convencidas de que la depresión no es más que debilidad de carácter y consideran que para superarla basta con echarle muchas ganas, generando más estrés, frustración y en muchas ocasiones renuencia a pedir apoyo a la familia y ayuda profesional.

En el caso de los hombres se vuelve todavía más difícil reconocer los síntomas de la depresión y hablar de ello ya que estos estereotipos absurdos sobre la masculinidad les impiden expresar sus sentimientos y sobre todo dar muestras de fragilidad, pues “los hombres no lloran”, deben ser “feos , fuertes y formales” etc., lo que puede tener consecuencias devastadoras al minimizar la enfermedad, tratar de ocultarla, resistirse a buscar soporte social y atenderla. Un dato revelador es que, aún y cuando aproximadamente el doble de mujeres padece depresión, los hombres tienen cuatro veces más probabilidades de suicidarse. Esto no es un juego, estemos atentos y hagamos caso a la depresión.