Main logo

A la conquista del espacio

Uno de los sueños más preciados del ser humano es explorar, conquistar, conocer y descubrir, qué hay más allá de la atmósfera terrestre. | Jorge Iván Garduño

Por
Escrito en OPINIÓN el

“El espacio... la última frontera”. Con esta frase es como iniciaba la legendaria serie televisiva "Viaje a las Estrellas", la cual resume uno de los sueños más preciados del ser humano: explorar, conquistar, conocer y descubrir, qué hay más allá de la atmósfera terrestre.

Fue hasta el año de 1903 (el mismo año en que los hermanos Wright se alzaban durante casi un minuto por los aires con su aeroplano), cuando Konstantin Ziolowski estableció la velocidad necesaria que debería desarrollar una nave para superar la gravedad de la Tierra, poco más de once kilómetros por segundo, o lo que es lo mismo, 40,248 km/h.

Sin embargo, en sus comienzos, la conquista del espacio no se sustentó en visiones idealistas, sino en la guerra. El primer paso lo dio la Alemania nazi en los años 40 con los cohetes V2. Después de la derrota del régimen de Adolfo Hitler, el cerebro detrás de los cohetes alemanes, Wernher von Braun, fue reclutado por Estados Unidos para desarrollar su programa espacial.

Posterior a la Segunda Guerra Mundial, se dio lo que se conoció como la Guerra Fría, lo que desató una carrera por la conquista del espacio entre las dos superpotencias de la segunda mitad del siglo XX: Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que culminó con poner al hombre en la Luna. 

Y es, ya en pleno siglo XXI, cuando tres empresarios multimillonarios han puesto sus ojos, y sus chequeras, en la conquista del espacio, lo que los está llevando a una carrera contrarreloj, entre uno, el otro y uno más, por alcanzar objetivos que parecen sacados de la ciencia ficción: la carrera por la conquista del turismo espacial.

Es así como, en días pasados, la compañía Virgin Galactic, del multimillonario Richard Branson hizo historia al ocupar uno de los seis lugares disponibles dentro de la nave Unity 22 con el fin de evaluar la experiencia de vuelo para mejorar el viaje para futuros clientes. A esta tripulación se unió Beth Moses, instructora principal; Colin Bennet, ingeniero jefe de operaciones de Virgin Galactic; Sirisha Bandla, vicepresidenta de Asuntos Gubernamentales y Operaciones de Investigación de Virgin Galactic; y los pilotos Dave Mackay y Michael Masucci.

Pocos días después, Jeff Bezos y su hermano, Mark Bezos, ocuparon dos de los seis asientos disponibles dentro de la nave New Shepard desarrollada por su empresa Blue Origin. Al viaje se les unió Wally Funk de 82 años, miembro del programa "Mercury 13" y quien se entrenó para ser astronauta, pero no logró ir al espacio; así como Oliver Daemen un joven de 18 años quien se convirtió en la persona más joven en viajar al espacio.

Daemen fue el primer cliente de pago de Blue Origin, y su padre, un inversor, compró su boleto. Este joven neerlandés ocupó el lugar del misterioso postor que ofreció la suma de US$ 28 millones por un viaje de 11 minutos al borde del espacio junto a Jeff Bezos y quien tuvo que posponer su viaje al espacio debido a "conflictos de agenda".

Para septiembre, se tiene contemplado el lanzamiento de la nave Inspiration4, del multimillonario Elon Musk y de su empresa SpaceX. La tripulación estará conformada por el multimillonario Jared Isaacman, fundador y CEO de Shift4 Payments, quien donará tres de los asientos dentro de la Crew Dragon a miembros que fueron seleccionados “para representar los pilares de la misión: liderazgo, esperanza, generosidad y progreso”, según SpaceX.

Al viaje se le unirá Hayley Arceneaux de 29 años, sobreviviente de cáncer y asistente médico en el hospital infantil St. Jude de Tennessee. Arceneaux se convertirá en la estadounidense más joven en visitar el espacio y en la primera persona con una prótesis en viajar al espacio. También está la Dra. Sian Proctor, profesora de geociencias y especialista en comunicación científica; y Christopher Sembroski, consejero del campamento educativo Space Camp y exmilitar de las Fuerzas Aéreas de EU.

En lo que respecta a la aventura espacial, el hombre ha explorado, con sus limitantes, el espacio cercano a nuestra atmósfera, y en un grado menor, nuestro Sistema Solar. Con ello, en las últimas décadas se han obtenido comunicaciones más eficaces a nivel mundial, con satélites capaces de urdir cientos de miles de llamadas telefónicas en un instante. Además, de servicios televisivos “bajo demanda” con cientos de programas a elegir con un solo receptor de televisión. 

Algunos satélites, de los cientos que hay orbitando nuestro planeta, observan continuamente los patrones climáticos y los recursos naturales del planeta, estudiando el estado de las cosechas, prediciendo con tal exactitud los problemas relacionados con la provisión de agua, localizando el petróleo y otros minerales de manera precisa.

A medida que la ciencia y tecnología avancen, el tamaño de las estaciones espaciales aumentará, y se dispondrá de un ambiente donde se podrá trabajar sin necesidad de llevar vestido espacial. Habrá plataformas espaciales que servirán como bases de lanzamiento y como puntos de llegada de viajes espaciales más largos. La explotación de los minerales de la Luna y de Marte son de gran interés para las compañías transnacionales de ese sector, así como los asteroides, por su riqueza en minerales y metales preciosos.

Los vehículos lanzados de las plataformas espaciales no tendrán que ser aerodinámicos, puesto que no existirá el factor de la resistencia del aire. Tampoco será necesaria la tremenda fuerza de propulsión que se requiere para efectuar un despegue de la Tierra. Los pronósticos científicos indican que la industrialización espacial dará lugar a la colonización del espacio.

Se pronostica que habrá inmensas colonias espaciales con decenas de miles de habitantes. Un científico afirmó que se podrían construir colonias miles de veces más grandes que la Tierra, las cuales tendrían gravedad artificial y serían totalmente autosuficientes, con parques, corrientes de aguas y lugares de recreo. También habría cultivos, los desperdicios serían procesados para ser utilizados de nuevo y el sistema de vida sería muy semejante a lo que es en la Tierra. 

Sin duda alguna, somos testigos ahora mismo de cómo el hombre está alcanzando límites insospechados. Es ya capaz de trasladarse al espacio, pero cabe preguntarse si está listo para hacerlo. El ser humano aún no ha aprendido a vivir en paz sobre la Tierra. Ya que se lleva consigo al espacio la misma naturaleza que ha causado todos los males, sufrimientos y guerras bajo el cielo. En el empeño espacial ya predominan los intereses militares, y esta tendencia aumentará hasta que finalmente estalle la guerra que incluirá los súper armamentos de la Tierra y el espacio. 

Aunque las deslumbrantes descripciones de la vida en el espacio no lo mencionen, podemos estar seguros de que el problema del crimen será similar a lo que tenemos en la Tierra. Habrá políticos perversos, empresarios ambiciosos, conflictos acerca de las minorías, divorcio, vidas desgraciadas y, puesto que los humanos seguirán siendo humanos, ¡habrá guerra en el espacio, en la Luna o en Marte!

Así que, sugiero que nos enfoquemos en preservar nuestro planeta, porque hasta el momento es el único mundo que conocemos. Sustentar la vida como la conocemos y trabajar todos los días con nosotros mismos, para hacer un mundo mejor y enseñar a las generaciones más jóvenes a ser mejores seres humanos que lo que somos ahora nosotros.

Tiempo al tiempo.