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A la calle

Si las empresas logran demostrar, jurídicamente, que la Ley de Publicidad Exterior va contra una industria y no por la regulación de la materia, adiós ley. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Por décadas hemos vivido con espectaculares en las azoteas. Algunos han caído por los vientos, pero la mayoría han permanecido ahí. También nos ha tocado ver que algunos teníamos vista hacia el Ajusco, a los volcanes o hacia el campanario de una iglesia, y de pronto amanecimos con una cartelera mirando a nuestra ventana.

La industria de la publicidad exterior conlleva cierta polémica. En un mundo industrializado, comercial, capitalista, la difusión de los productos es necesaria para acelerar el ciclo económico. Es muy fácil de criticar porque no se ven sus beneficios. Aún así, eso no significa que el desorden sea lo mejor. Instalar espectaculares requiere una perspectiva de imagen urbana y de prevención de riesgos.

El Congreso de la Ciudad de México está discutiendo una iniciativa de ley enviada por la Jefa de Gobierno. Esto va en serio, dicen ella y sus colaboradores. Esto favorece a las mismas empresas que siempre han salido favorecidas, dicen otros.

Si sólo veo la aspiración de limpieza del paisaje y la gestión de riesgos, me parece que la iniciativa está bien. Si veo la perspectiva de instrumentación, me parece que va directo al choque de trenes. Si veo las cosas con enfoque económico, hay una pérdida de miles de empleos en una industria que no la pasó muy bien los dos años de pandemia.

La Jefa de Gobierno insiste mucho en la perspectiva de protección civil, que tanto los “unipolares” como los anuncios de azotea representan un riesgo para la población, además de que estos últimos ya estaban prohibidos en la ley vigente, pero no se habían podido bajar por derechos adquiridos de las empresas. Es allí donde comienzan mis dudas respecto a la nueva ley.

Es de esperarse que lluevan los amparos. La autoridad ganará alguno que otro, pero la verdad en estos temas la ventaja siempre es de las empresas. Sus abogados llevan todos los incentivos y son los que imponen la estrategia.

En esta materia, la conciliación me parece la mejor ruta, aún así, en tres sexenios fracasó esta vía por falta de voluntad en el camino de aprobación de alternativas deseables, como los nodos, algo que de hecho también ha destacado Claudia Sheinbaum los últimos días.

De aprobarse la nueva Ley de Publicidad Exterior, realmente acabará la publicidad exterior. En los últimos años se ha marcado la diferencia entre publicidad en “mobiliario urbano” y “publicidad exterior”. El mobiliario se halla en el espacio público, incluso puede afectar a las y los peatones. La publicidad exterior se ubica en predios privados, bajo múltiples formatos, que quedarán prohibidos por la nueva ley.

Si las empresas logran demostrar, jurídicamente, que la Ley de Publicidad Exterior va contra una industria y no por la regulación de la materia, adiós ley. Pero de hecho eso es lo que ocurre. No hay manera de reemplazar el gran formato (unipolares, muros ciegos y azoteas) por mobiliario. Ya no hay espacio en las calles, los peatones pagaremos cara esta ruta. Así que la ley, que sin duda tiene bondades en términos de imagen urbana, es severamente cruel con peatones, decenas de empresas y miles de empleados.

Creo que la salida debería ser otra, ni siquiera veo que las azoteas sean un verdadero problema sino justamente la solución. Está claro que queremos ordenar, pero la única alternativa de hacerlo es reemplazar no metros cuadrados ni espacios publicitarios, sino valor. No queremos publicidad en zonas históricas. Si somos claros dónde sí y dónde no pudiéramos tener publicidad, las azoteas podrían ser reemplazadas por formatos con mayor valor en los que el requisito principal sea un dictamen de impacto en imagen urbana, lo cual puede incluir cintillos electrónicos en las cornisas de las azoteas de algunos edificios, algo de menor peso y menor riesgo que las actuales carteleras.

Lo más probable es que el Congreso de la Ciudad de México apruebe la nueva ley, pero si la industria diseña una buena estrategia jurídica tendremos un nuevo fracaso en esta materia. Sólo tienen que demostrar que la legislación va contra la industria en su conjunto y no contra formatos en sí; demostrar que esta regulación arroja a miles de empleados a la calle. Me parece que eso sucederá.