La conmemoración del Día Internacional de las Mujeres este año fue muy distinta, no sólo porque ha sido la mayor concentración en el marco de este día, sino porque se unía a otra, la del 9 de marzo para sensibilizar a las y los ciudadanos de las precarias condiciones de seguridad e integridad que vivimos las mujeres en el país.
La masiva marcha del domingo fue una llamada de atención para todos los y las mexicanas. La muerte violenta diaria de 10 mujeres al día, por el hecho de ser mujeres y que el 70 por ciento vayamos a sufrir algún tipo de violencia en nuestras vidas pone en evidencia un hecho central: las políticas y programas que durante años se han implementado en el país, no han ayudado a prevenir ni erradicar estas conductas violentas en contra de las mujeres y, mucho menos para tener a los perpetradores en la cárcel cuando son responsables de matar, abusar, acosar y violentar de cualquier forma a una mujer.
Sí, el tema es principalmente cultural. La cultura de violencia, marginación y discriminación en el que hemos vivido las mujeres es justamente la causa que detona los comportamientos violentos y el que no detiene ni inhibe a que los perpetradores sigan violentando y matando a las mujeres.
Ese cambio cultural, que tomará más tiempo en llegar y en el que las acciones del 8 y 9 de marzo se encargan de hacer visibles y sensibilizar a las personas, necesita de leyes y acciones concretas que impidan, atiendan e inhiban estas conductas violentas en contra de las mujeres. La impunidad de los agresores y feminicidas, que sepan que no hay consecuencias, que la ley no se cumple y que se sientan intocables, es lo que desgarra a una sociedad que busca respuesta y para la que responsabilizar a los culpables es una parte vital para erradicar este comportamiento y para cambiar culturalmente a nuestro país.
La educación es otro de los grandes pilares de este cambio. Incidir desde la educación en la casa y en las escuelas inculcando valores democráticos de respeto, de no discriminación, de igualdad y que eso se refleje en lo que viven nuestras niñas y niños en sus casas es esencial para conseguir este cambio.
Lejos de verle tintes políticos a las manifestaciones este 8 y 9 de marzo, es un tema de seguridad. Diez mujeres son asesinadas cada día en nuestro país, por hombres, sólo por el hecho de ser mujeres. Todos los gobiernos de todos los colores han tenido y tienen responsabilidad en este tema. No se llegó a esta cifra de la noche a la mañana. Si, es importante reformar las leyes para garantizar la paridad, la igualdad sustantiva y combatir la violencia de género, pero de nada sirven si no se sancionan las conductas contrarias a la vida, seguridad e integridad de las mujeres que, evidentemente, violentan la ley.
La ciudadanía también tiene que hacer su parte. La sensibilización es un tema central y combatir la violencia en contra de las mujeres es un asunto de todos los días y desde todos los espacios públicos y privados. Todas y todos tenemos algo que hacer.