Hay algo extraño en los disturbios y atrocidades que se han presentado en las manifestaciones en contra de las redadas antimigrantes en Los Ángeles, llama la atención la marcada visibilidad de banderas mexicanas en escenarios violentos, así como la fisonomía de los manifestantes; y es inverosímil la participación de migrantes, sobre todo indocumentados, ante este despliegue de fuerza.
Debido a estos hechos, no se debe descartar la posibilidad de que estas manifestaciones sean parte de una campaña de provocación al servicio de intereses oscuros, para endurecer y complicar, aún más, la relación bilateral de México con los Estados Unidos.
California ha sido un santuario para los trabajadores migrantes, muchos de ellos mexicanos, dedicados a innumerables y esforzados trabajos en el campo y la ciudad, que contribuyen de manera significativa a la grandeza económica de este importante estado de la Unión Americana. Luego de las redadas encabezadas por el Servicio de Migraciones y Aduanas (ICE), reforzado por miles de soldados de la guardia nacional y cientos de marines, la ciudad se ha convertido en un campo de batalla. Conforme avanzan las horas, crece la presión para los migrantes y sube el tono de las amenazas y demandas entre las autoridades locales y el presidente Trump.
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Voceros del gobierno mexicano, y algunos de sus legisladores, han moderado la posición inicial de llamar a movilizaciones de protesta contra los aranceles y las redadas, cancelaron convocatorias frente a la embajada norteamericana y han emitido recomendaciones formales de orden y legalidad a través de la cancillería. El propio embajador norteamericano Ronald Johnson, afirmó que “los manifestantes violentos en Los Ángeles no representan al pueblo mexicano”.
La defensa y protección a nuestros paisanos exige medidas adicionales, muchas de ellas en la línea diplomática, para reforzar la ayuda consular, activar a nuestra embajada y asegurar que, en la reunión del G7, se concrete el encuentro bilateral entre la presidenta de México y el presidente de los Estados Unidos.
El tema involucra la vida y los derechos fundamentales de millones de migrantes mexicanos, que hoy ven en riesgo su integridad física y el respeto a su dignidad humana. Sería muy delicado que se instale la idea de que los migrantes son delincuentes, con arrestos previos por robo, abuso sexual y agresiones violentas, como se insinuó en los primeros comunicados que relacionan a algunos de los más de cuarenta detenidos de origen mexicano.
Por otro lado, no hay que olvidar que California es el estado de la Unión Americana con más migrantes mexicanos, aproximadamente el 36%, que representan unos cuatro millones de personas; y el estado de origen del 22% de las remesas enviadas a México, durante el primer trimestre de 2025.
El incremento del riesgo migrante, también incluye la afectación a las familias de los migrantes que viven en nuestro país; a ellos también debemos la atención, a través de los gobiernos locales, ante la zozobra y el aislamiento que se deriva de las redadas y las deportaciones masivas.