EL MEXICANO

El mexicano y su fama

Hagamos una reflexión sobre nuestras características culturales con calidad de exportación. | Johannes Jácome

Escrito en OPINIÓN el

Aquellos que hemos tenido la oportunidad de vivir en el extranjero, nos ha tocado ver a la sociedad mexicana desde el ángulo de una cultura ajena.

No faltan las noticias con valor anecdótico que fomentan percepciones positivas y negativas sobre nuestro país. Una ceremonia de los premios Oscar plagada de películas de directores o temas mexicanos, o los borrachazos de turistas mexicanos en medio de un mundial de fútbol, por ejemplo. Algunas de estas impresiones mediáticas son pasajeras, otras no tanto.

Recientemente vimos cómo el gobierno estadounidense cancelaba visas a artistas mexicanos quienes abiertamente hacían apología de personajes ligados al narcotráfico durante sus conciertos, ante la fascinación estridente del respetable público. Los castigados son unos, pero lo preocupante es la fascinación y tolerancia por la violencia de los otros. 

Estas expresiones artísticas y sociales alimentan el estereotipo del mexicano amante de la cultura narca y violenta. En esta ocasión no fue por algún supuesto acto u omisión de gobierno, ni por hechos de violencia de las bandas delictivas, ni producto de un flujo migratorio. No. Es simplemente un retrato de la cultura de algunos mexicanos en México. ¿Cómo enojarnos de lo que algunos piensan de nosotros?

De manera alterna, vimos la noticia sobre los matrimonios infantiles o acuerdos matrimoniales sobre menores de edad que se celebraron en Guerrero. Por supuesto las leyes mexicanas no condonan esto, lo que no significa que no se hagan, y además públicamente, porque siempre hay una diferencia enorme en nuestro país entre lo que la ley dice y lo que se puede hacer cumplir. A veces esos arreglos incluyen un hombre adulto joven y una adolescente. Como otros, estos matrimonios migran. Eventualmente las parejas son identificadas por autoridades o por doctores atendiendo un trabajo de parto. Cuando se les informa lo delicado de la situación desde el punto de vista legal, hay quien se ha defendido “aclarando” que nunca forzó a la menor de edad a hacer nada, ya que previamente se había arreglado con los papás de la niña, quienes se la habían dado a cambio del pago correspondiente. De un posible delito sexual acababa construyéndose un potencial caso de trata. El “marido” simplemente no capta que lo que está describiendo no es aceptado fuera de su comunidad de origen.

Cuando la migración fue de un país a otro, es el personal de los consulados mexicanos quienes tienen que explicar al entrevistado porqué se les está acusando de un delito. En esa labor de atención a nuestra comunidad es donde se detectan algunas de las fortalezas y aportaciones de los migrantes en su lugar de destino, así como algunos temas culturales que pueden ser objeto de discusión. Es abrumador el saldo positivo resultado de la presencia de los migrantes en toda sociedad. Pero la información obtenida de la observación de nuestra sociedad mexicana en su lugar de origen y fuera de ella nos permite observar e identificar los rasgos que tenemos que abordar para nuestro propio beneficio, estemos donde estemos.

Este tipo de análisis permite anticipar el origen de controversias sociales y políticas de las que somos objeto. En círculos conservadores extranjeros, las anécdotas sobre los conciertos de música narca y los casos de delitos cometidos por migrantes (porcentualmente muy por debajo de los cometidos por los locales) son explotados para realizar una generalización incoherente, inventando un nexo directo entre migración y delincuencia. Afortunadamente, algunos círculos progresistas estadounidenses señalan lo equivocado de esa conclusión y lo indebido de las generalizaciones. Los conservadores responderán que es una generalización tan legítima como la que hacen las progresistas sobre la capacidad violentadora de todo hombre simplemente por serlo…y así el cuento de nunca acabar.

Evidentemente no podemos impedir las discusiones ideológicas, pero sí está en nuestra posibilidad realizar una reflexión sobre nuestras características culturales con calidad de exportación.

Hace algunas décadas se decía que la imagen de México en el extranjero era la de un país donde todo mundo andaba en caballo y con pistola, esto fue un efecto colateral de la “época de oro” del cine mexicano. ¿A qué se debe la imagen de ahora? Hay muchos elementos de nuestra cultura que son motivo de orgullo, hay que hablar de ellos.

Johannes Jácome

@jacome_cid