ERNESTO ZEDILLO

Opinar impunemente

Ante lo expuesto por Zedillo que habla de la demolición democrática del país, la presidenta personaliza el debate y usa el aparato de propaganda para responder bajo la premisa de que no se puede “criticar impunemente”. | Mario Campos

Escrito en OPINIÓN el

En el semidesierto de la oposición en México esta semana fue noticia la reaparición de Ernesto Zedillo. La presencia pública del expresidente es nota, primero, porque contrasta con el silencio de otros ex mandatarios como Carlos Salinas o Enrique Peña Nieto –que solo rompió su retiro por la muerte del Papa Francisco– y con el activismo de redes y entrevistas de Vicente Fox y  Felipe Calderón. 

Desde su salida en el año 2000, Ernesto Zedillo se autoimpuso la regla de no hablar de la vida política del país, y solo en algunos eventos académicos advirtió sobre los problemas y amenazas que veía para la democracia. Esta vez la intervención fue distinta pues no solo decidió intervenir directamente en el debate público sino que eligió para hacerlo dos vehículos que en sí mismo comunican.

En vez de publicar en redes –como hoy parece ser la norma– o de acudir a una televisora o diario, Zedillo eligió dos publicaciones que durante mucho tiempo han sido sinónimo de un pensamiento más pausado, de largo aliento. Al usar el ensayo en Letras Libres y la entrevista en Nexos, Zedillo se apoya en dos plataformas que en su momento fueron claves para la reflexión que condujo a la transición democrática del país.

Muchas de las instituciones que se construyeron en los noventas, y que permitieron la primera alternancia presidencial, fueron primero trazadas en esas publicaciones que respondían a un debate intelectual que sentó las bases para la posterior operación política que creó la nueva institucionalidad.

Es desde esas plataformas que Zedillo lanza su advertencia sobre la demolición democrática. Frente a esto, que ya de suyo es llamativo, destaca la respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum, que en este campo se comporta igual que su antecesor, el silencioso pero omnipresente Andrés Manuel López Obrador. Como hiciera AMLO con Calderón, ahora la presidenta parece encontrar en el expresidente –que salió del poder hace 25 años– un némesis contra el cual plantear su discurso. 

Tal y como hiciera AMLO, la presidenta personaliza el debate y usa el aparato de propaganda para responder bajo la premisa de que no se puede “criticar impunemente”. En respuesta a Zedillo, la 4T ha hecho uso de los medios públicos para atacar al expresidente, ha destinado recursos de la presidencia para hablar de su gestión –cosa que hará en los siguientes días como si no hubiera temas actuales relevantes– y ha echado a andar a sus medios afines que desde la irrupción del expresidente han dedicado columnas, portadas y reportajes a la defensa del actual gobierno y a la crítica del zedillismo.

El debate público es sano y todo aquel que critica debe estar dispuesto a ser criticado. El cuestionamiento al poder –cuando se hace después de haber ocupado un cargo público– puede implicar una respuesta y una revisión a la gestión, pero usar recursos públicos como si fueran privados, amagar con quitar derechos –como la pensión de Banco de México que recibe Ernesto Zedillo, que puede ser impopular pero es legal– y demostrar en los hechos que todo crítica será perseguida, es una mala señal para la vida pública del país.

PD1. Habrá que estar atentos a los foros sobre la Reforma de Telecomunicaciones ya anunciados para el mes de mayo. Veremos en los cambios si son ejercicios reales de diálogo o meras simulaciones para ganar tiempo y aprobar lo ya anunciado.

PD2. El uso de la radio en España como medio de comunicación efectivo frente al apagón, reitera el uso y las bondades de ese medio aun cuando parece que otras plataformas lo hacen parecer irrelevante. Larga vida a la radio.

 

Mario Campos

@mariocampos