El episodio de los aranceles, alcanzó ya un nivel ridículo en las últimas semanas, Donald Trump, anunció impuestos del 245% a las importaciones chinas que, amén de que en realidad se lleguen a aplicar, el daño e impacto de la suigeneris manera de “hacer política y negociar”, generó ya un boquete en la economía global que sentará las bases de un cambio en el orden mundial.
Y aunque los diversos análisis en torno a este momento apuntan hacia uno y otro lado, la realidad es que nadie puede asegurar realmente cuál será el desenlace de este capítulo en la reorganización de la geopolítica global.
Por supuesto, hay voces a favor y en contra dentro y fuera de la administración Trump. Y aunque cada bando explica sus motivos y argumentos basándose en los principios económicos, en lo que sí coinciden, es en el nivel de riesgo que implicará mantener y endurecer la postura comercial adoptada hasta ahora, no sólo para los estadounidenses, sino para todo el planeta.
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Pese a ese riesgo, como lo hemos señalado en este espacio, Trump y compañía están dispuestos a lo que sea con tal de frenar la locomotora China y los aranceles irracionales del 245% son una muestra de ello. Ese hecho, significa varias cosas, entre ellas, es un muro para impedir que sigan llegando todo tipo de bienes y servicios chinos al mercado estadounidense, también representa una muestra de poder y dominación de los mercados y sistemas financieros por parte de Washington, pero también significa que la economía norteamericana ya no está en condiciones de competir con la máquina productiva del gigante asiático, los norteamericanos lo saben y lo reconocen, por ello el mandato de detener el ascenso económico de China como sea.
Pero debemos entender que de este lado del planeta, buena parte de la narrativa a la que nos han acostumbrado está a favor de Washington, esto hace suponer a muchos analistas y opinadores que Trump saldrá victorioso de esta contienda pero, ¿y si fracasa?
Es decir ¿qué sucederá si los Estados Unidos quedan relegados a segundo término en el concierto de la economía y la geopolítica mundial? Esta idea no pasa por la cabeza de mucho aplaudidores de Trump, incluidos algunos analistas, comentócratas y exfuncionarios que ya promueven que el mejor camino para enfrentar a China desde México, es homologar los aranceles aplicados al gigante asiático.
Pero independientemente de lo que pueda hacer México la pregunta es ¿puede ser factible que Estados Unidos pierda la contienda? La respuesta es que, el riesgo que Trump está jugando es muy alto y es casi como querer asegurar que Israel dejará de bombardear Palestina el día mañana.
Trump está apostando fuerte, pues no sólo se trata de asfixiar la economía China, también debe mantener el equilibrio de las finanzas públicas y evitar un mayor déficit público. Por eso los economistas ortodoxos de Washington aplaudieron la reducción del gasto público recortando plazas laborales del gobierno o desapareciendo organismos o instituciones públicas con cargo al erario. Casualmente la misma receta que los tecnócratas de países emergentes recibieron de sus homólogos estadounidenses.
Y aunque la terapia de choque funciona, después de un tiempo el problema retorna sin un cambio profundo en el modelo y estructura económica de los países, pues, es momento de reconocer que el modelo económico de los últimos 70 años está llegando a su fin.
Pero volviendo con Trump, su gobierno debe lidiar además con la gran cantidad de bonos de deuda en manos de China, aquí lo adelantamos, si el gobierno de Xi Jinping decide deshacerse de parte de esos bonos, el impacto en la economía estadounidense sería devastadora. Apenas unos días atrás, el gigante asiático dio una muestra de ello al vender una pequeña fracción de bonos en su poder. Como resultado, los mercados financieros cayeron en picada, los intereses de los bonos estadounidenses se incrementaron hasta en un punto porcentual en el corto y mediano plazo, el dólar se revaluó y el Yuan se devaluó.
En este punto existe una polémica, una parte de los analistas considera que la única forma de que Estados Unidos compita comercialmente con China es con un dólar débil, mientras que otros aseguran que lo que Trump busca es justo fortalecer el dólar como moneda hegemónica de cambio, el asunto es que una moneda fuerte implica abaratar las importaciones y encarecer las exportaciones y un escenario como ese, vaticina niveles altos de inflación.
Eso no es todo, Trump enfrenta el pago de vencimiento de bonos de deuda en los próximos meses y la presión a la FED para bajar las tasas de interés es fundamental para hacer frente a sus compromisos más adelante. Pero hay más, el discurso de Trump es regresar a la época dorada de la manufactura de los Estados Unidos; para que ello ocurra, deberán transcurrir al menos de cinco o seis años según los analistas de ese país, los fabricantes enfrentarán una mano de obra de salarios altos, sindicalizada y que requiere volver a capacitarse en temas de manufactura. Pero lo más importante ¿la clase trabajadora estadounidense quiere volver a fabricar muebles, calzado y prendas de vestir?
El enfrentamiento con China no sólo está en el sector industrial, principalmente se centrará en los sectores energético, movilidad eléctrica y tecnológico. Quien domine estos sectores y sus cadenas de valor, dominará buena parte de la economía global y el gigante asiático ya le lleva ventaja a la economía estadounidense en estos segmentos.
Lo hemos mencionado, quizás la carta más fuerte de los Estados Unidos es su dominio en los mercados financieros que le permite el control de los flujos de capital. Los fondos de inversión más grandes del planeta son de capital norteamericano o cuando menos operan desde ahí y aunque Londres es el hub financiero del mundo, ahí operan de manera dominante los fondos estadounidenses. ¿Qué significa? Esto le permitirá seguir presionado a otras economías mientras intenta equilibrar el terreno de juego frente a China obteniendo recursos financieros del exterior a través de la especulación en los mercados bursátiles y lo que logren rescatar con los “aranceles”.
Pero el riesgo que está corriendo Trump no sólo implica la economía de su país, juega con la de todo el planeta pues en una competencia uno a uno, no están en condición de enfrentar a China. Por lo tanto, un movimiento mal calculado, podría desatar una crisis mundial más aguda de la que hoy vemos que llevaría al planeta a una conflagración bélica de la que nadie saldría victorioso.