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Mexicanos al grito de Sheinbaum

El acuerdo entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump para posponer aranceles refleja una nueva dinámica en la relación bilateral. | Eduardo Zerón García

Escrito en OPINIÓN el

En la película Casablanca (1941), dirigida por Michael Curtiz, hacia el final de la historia, Rick Blaine, interpretado por Humphrey Bogart, le dice al capitán Renault, papel de Claude Rains, la inolvidable frase: “You know, Louis, this is the beginning of a beautiful friendship”. Tal vez el acuerdo entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el expresidente Donald Trump en su reciente conversación, en la que Sheinbaum logró posponer la entrada en vigor de un arancel del 25 % ante los pobres resultados del gobierno mexicano para frenar el tráfico de inmigrantes y fentanilo, sea el inicio de una relación similar.

Para nadie es sorpresa la forma de actuar de Trump ni su persistencia en cumplir las promesas que hizo a su electorado. En parte, esa coherencia es la razón de su victoria en las elecciones presidenciales. Su amenaza de imponer aranceles a las importaciones mexicanas fue, en esencia, un movimiento estratégico: un golpe de autoridad para obligar a México a sentarse a negociar. ¿Por qué hacerlo de esa manera? Porque le da ventaja, influencia y, sobre todo, porque siempre lo ha hecho y puede hacerlo. No es lo mismo negociar en igualdad de circunstancias que con una contraparte sometida bajo presión. Morena entiende bien esta táctica y la replica con eficacia; basta observar la aprobación de las recientes reformas constitucionales y la forma en que doblegaron a figuras como los Yunes, Pérez Dayán, “Alito” y compañía. La política es así: en ella también se vale la diplomacia hostil.

La presidenta Claudia Sheinbaum actuó con pragmatismo. No cayó en provocaciones y optó por trabajar desde un punto de coincidencia: ni México ni Estados Unidos quieren narcotraficantes ni migrantes indocumentados. Con base en esa premisa, el gobierno mexicano ha desplegado los instrumentos del Estado para mitigar estas amenazas. La primera, el narcotráfico, que ha sumido a varios estados en crisis de violencia extrema, y la segunda, la migración irregular, que deja a miles de personas varadas en México, generando serios problemas internos.

Sheinbaum incluso estableció una temporalidad para demostrar resultados: un mes. En ese periodo, la movilización de diez mil elementos del Ejército y la Guardia Nacional en la frontera deberá reducir significativamente el flujo migratorio y el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Paralelamente, las acciones del Gabinete de Seguridad Nacional, encabezado por Omar García Harfuch, mantendrán operativos para mitigar, limitar y, eventualmente, erradicar la presencia de algunas organizaciones criminales y su comercio ilícito en el país.

Es evidente que la amenaza de Trump respecto a los aranceles no desaparecerá. Sin embargo, hay otro punto de presión en el horizonte: la inminente designación de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas por parte del Departamento de Estado. Incluso Canadá podría sumarse a esta clasificación.

Desde ayer, hemos sido testigos de un despliegue militar en la frontera: aviones de reconocimiento, portaaviones en aguas internacionales cercanas a México y una clara demostración de fuerza con dos propósitos. Como advertimos anteriormente, si los cárteles son designados como organizaciones terroristas, Estados Unidos tendrá jurisdicción extraterritorial y, en caso de que México no cumpla con los acuerdos, bastará una orden para eliminar objetivos criminales con fuerza letal.

El escenario no es distinto al operativo en el que fuerzas especiales estadounidenses abatieron a Osama bin Laden en Abbottabad, Pakistán, un país aliado de Washington. Para Estados Unidos, la seguridad nacional siempre será prioridad, sin importar fronteras ni alianzas.

El logro de Sheinbaum es significativo. Ha establecido la vara con la que será medida y ha puesto a trabajar a las instituciones para alcanzar sus objetivos. Con el pragmatismo que la caracteriza, todo indica que lo hará

Moneda al aire: Marco Rubio

La declaración del secretario de Estado, Marco Rubio, durante su visita a Nayib Bukele, fue contundente: “La frontera de Estados Unidos no empieza en Texas”. Si Washington ve a Centroamérica y México como polos de desarrollo para el nearshoring, canalizando industrias y prosperidad a la región, se podrán generar condiciones de bienestar, empleo y oportunidades. Este enfoque ofrece una alternativa distinta y más efectiva para abordar el fenómeno migratorio, permitiendo no solo contenerlo, sino modularlo.

 

Eduardo Zerón García

@EZeronG