México se encuentra viviendo tiempos difíciles. El pasado 2 de junio se realizaron las elecciones más importantes y complejas que nuestro país ha enfrentado. Se renovó la presidencia, 9 gubernaturas, 128 senadurías, 500 diputaciones federales y 20 mil cargos locales. Sin embargo, los resultados de esta elección han generado incertidumbre debido a que la jornada electoral estuvo llena de graves irregularidades y de inconsistencias.
Actualmente, estamos en los cómputos distritales, contando voto por voto, y todos los partidos políticos están levantando incidencias para asegurar que cada uno sea respetado y que esta elección refleje verdaderamente la voluntad popular. Las inconsistencias entre las actas y los datos preliminares del PREP deben subsanarse y atenderse. Por ello, cada voto debe ser respetado, y es nuestro deber asegurar que los votos se cuenten y que cada voto cuente.
En cada elección, los instrumentos utilizados para aclarar y corregir irregularidades están establecidos en la ley, por lo que no debería sorprender a nadie. Fortalecer nuestra democracia implica el escrutinio, lo que asegura que cada voz sea escuchada. La igualdad se garantiza en el hecho de que cada mexicana y mexicano elige a sus gobernantes, y cada voto vale lo mismo que otro sin distinción o diferencia. Estamos ejerciendo nuestros derechos y promoviendo la democracia al darle certeza al resultado electoral.
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Este proceso electoral fue profundamente inequitativo y desigual. Fue una elección donde los recursos públicos se usaron sin titubeos para hacer campañas anticipadas, además de hacer uso electoral de los programas sociales, generando presión a las y los beneficiarios y poniéndolos en una falsa disyuntiva o amenaza de que estos serían eliminados de no optar con la continuidad del régimen en turno. Tampoco podemos ignorar que esta fue la jornada electoral más violenta de nuestra historia, con un número alarmante de candidatos y ciudadanos víctimas de la violencia.
México nos necesita más que nunca, necesita a quienes creemos en la democracia, en la justicia, en la libertad para seguir luchando por ella. Este es un llamado a todas y todos los mexicanos a no caer en el desánimo o derrotismo, bien dicen que solo se puede derrotar a quien deja de luchar. Sigamos demostrando como en el 2018 qué hay una opción distinta, que luchará con valentía y con la firme convicción de trabajar por la justicia social que México tanto necesita.
Cada voto refleja una esperanza y la responsabilidad de los representantes populares y los gobiernos de cumplir las demandas. Las causas siguen ahí, las injusticias, la inseguridad, la violencia hacia las mujeres, la falta de oportunidades, de salarios dignos, el clamor por la seguridad social y el acceso a la salud, México necesita que militemos en las causas justas de la sociedad.
En estos momentos de incertidumbre, recordemos que la historia nos ha enseñado que solo es derrotado aquel que deja de luchar, los cambios más significativos y las victorias más grandes inician con la disidencia y han surgido de la adversidad. Sigamos adelante, defenderemos nuestra democracia y nuestras libertades. La lucha apenas comienza y la daremos juntos y juntas por México.