Durante este 2024, las calles del centro de la Ciudad de México han visto la reconquista de los vendedores ambulantes en prácticamente todos sus espacios. Aunque la presencia de puestos de comida y venta de baratijas resurgió durante los meses en que Martí Batres fue Jefe de Gobierno, la nueva administración enfrenta una multiplicación vertiginosa.
Es de reconocer que las y los Jefes de Gobierno de 2000 a la fecha hicieron un trabajo muy importante para regresar al primer cuadro de la capital su valor histórico, artístico y de limpieza visual. En particular, la Autoridad del Centro Histórico que en un momento lideró Inti Muñoz, actual Secretario de Vivienda, tuvo la habilidad para construir acuerdos entre grupos organizados, empresarios, y locatarios en la recuperación del espacio público.
La rehabilitación de puntos urbanos, la peatonalización de calles, y el remozamiento de la Alameda Central, así como proyectos nuevos de inversión, regresaron al Centro Histórico el lugar que merece en el imaginario social de los capitalinos.
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Un punto crítico en el rescate implicaba acordar con los grupos organizados de vendedores en vía pública programas de reubicación y reasignación de espacios. Aunque las tensiones han sido permanentes de alguna manera se logró tener, durante años, espacios públicos que cumplieran justamente su propósito: su uso público por ciudadanos y visitantes.
Algo pasó a inicios de este año que, sin embargo, poco a poco los vendedores ambulantes han reconquistado al Centro Histórico. Donde antes se tenían amplias banquetas para caminar o pasear, ahora están colonizadas por personas que ofrecen todo tipo de artículos. Inició primero entre las zonas que van desde Eje Central al Zócalo por Madero y laterales, para ahora llegar sobre toda Avenida Juárez y la Alameda.
Esta multiplicación acelerada va ganando centímetro a centímetro un sentido de apropiación por quien instala su puesto, y una pérdida para quienes seguimos viendo al espacio público como el ejercicio de un derecho. Como consecuencia, no solo se tienen problemas de sobre saturación, contaminación visual y gran cantidad de basura, sino también un grave deterioro de la infraestructura urbana que no se hizo pensado para la venta de garnachas o de cigarros mágicos.
Es sabido que el ambulantaje en la ciudad no son movimientos atomizados de personas libres que buscan instalar un puesto. Más bien, representan fuerzas muy bien organizadas que, a la primera oportunidad, buscan regresar al espacio que alguna vez sintieron como propio.
Ojalá que la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, aproveche pronto la oportunidad para reordenar el ambulantaje en la vía pública, y proteja el patrimonio del Centro Histórico que tanto ha costado a las administraciones anteriores y a los ciudadanos. Tiene toda la legitimidad y fuerza para conseguirlo.