INTELIGENCIA ARTIFICIAL

IA, ¿y nuestros gobiernos?

Los gobiernos de la región, desde AMLO hasta Fernández, siguen inmersos en esos discursos del siglo pasado en un mundo que cambiará de manera acelerada. | Francisco Santos

Escrito en OPINIÓN el

Dropbox, una empresa de tecnología botó a 500 empleados pues los va a reemplazar la inteligencia artificial (IA). Microsoft suspende la contratación de 8 mil empleados pues creen que estos cargos pueden ser asumidos por la IA. 12 mil escritores de guiones para programas de televisión y películas de cine entran a huelga y una de las razones es que en poco tiempo pueden ser reemplazados por la IA.

En los próximos 7 años el mundo puede perder 400 millones de trabajos por cuenta de la IA y en el sector de tecnología es muy posible que los 200 mil empleos que han recortado en estos semanas, muy bien remunerados por cierto, no se recuperen nunca y sean reemplazados por una IA que muy pronto podrá codificar, programar, escribir aplicaciones y hacer arte de gran calidad.

¿Y América Latina qué? No crean que nuestros países no se van a afectar y que esta transformación de la economía (tan importante como la revolución industrial que duró 100 años mientras esta se dará en los próximos tres), no generará grandes oportunidades pero también una profunda dislocación del empleo y de la sociedad.

Desafortunadamente los gobiernos de la región, desde AMLO hasta Fernández, siguen inmersos en esos discursos del siglo pasado y en ideologías que solo sirven para llegar al poder pero no para gobernar sobretodo en un mundo que cambiará de manera acelerada. No hay un Presidente de la región que esté pensando en este tema, que tenga un liderazgo o si acaso un plan de gobierno que se acople a lo que viene. El vacío en el discurso político es enorme. Ni hablar del que hay en conocimiento.

Lula habla del yuan como moneda de referencia, Petro no entiende que los repartidores de una app Rappi le protesten su reforma laboral y AMLO destruye la ley de ciencia, tecnología e investigación para solo hablar de unos casos. El desierto en materia de tecnología en el hábitat político del continente es total. No saben qué hacer con las nuevas empresas de tecnología financiera, ni mucho menos cómo aprovechar el blockchain para cripto, para remesas o para darle visibilidad a los contratos o la gestión de un gobierno. Únicamente Bukele, el presidente de El Salvador, se montó en este bus con el uso de cripto como moneda pero sin preparación y burocracia experta el experimento por ahora ha fracasado.

Las universidades no se quedan atrás en este vacío. Siguen educando como hace 400 años con jóvenes que solo ven el celular desde niños y que tienen un cerebro que ha cambiado su manera de conectarse. Y además, educan para trabajos que van a desaparecer.

Quizás la India muestre una parte del camino. Los 1,400 millones de indios tienen identificación digital biométrica y sobre esa plataforma, que el Gobierno creó, se montó la historia clínica única, todo tipo de documentación digital e incluso la plataforma de pagos, de crédito y de inclusión bancaria sobre la que compiten las distintas empresas para ofrecer sus servicios hasta al más humilde ciudadano indio. Hoy India está listo para la revolución digital como ningún otro país en vías de desarrollo.

Claro hay dudas e incertidumbres sobre la privacidad pues la data es toda del gobierno lo que para dictadores como Maduro, Ortega o Diaz-Canel es el mundo ideal. Pero lo cierto es que en una sociedad totalitaria como China, Cuba y Venezuela eso más temprano que tarde se vuelve realidad. En los países libres la regulación debe solventar esa inquietud.

Por ahora nuestros gobernantes siguen anclados al debate ideológico de la izquierda de los años 70 del siglo pasado. Y el mundo avanzando sin freno. Hace unos días Bill Gates fundador de Microsoft le dio tres años a la inteligencia artificial para que pueda enseñar a leer y a escribir. ¿En cuanto tendremos jueces, contadores y miembros de juntas directivas de IA? Por cierto esto último ya lo están implementando como prueba algunas empresas. Una de ellas DKV en Hong Kong no toma decisiones de inversión sin la aprobación de su robot de inteligencia artificial. El tema ya hace parte de la discusión, que no se da en nuestros países, sobre responsabilidades de la IA en estas toma de decisiones al máximo nivel de una empresa.

Hace unos años en Colombia se creó la gran comisión de la educación que entonces lideró el Nobel de literatura Gabriel García Marquez. Fue un gran ejercicio que la verdad no cambió la educación. Pero creó el debate. Lo mismo debería suceder ahora con la inteligencia artificial. Qué instituciones se deben crear, qué legislación aprobar, qué educación generar, qué incentivos producir y qué sectores proteger o ayudar a transformar para reducir el costo en empleo que se ve venir.

Así no sean los gobiernos, hoy tan centrados en su propio ego, la academia y los partidos deberían ya montarse en esta agenda. Chatgpt ya es una realidad y debe cambiar de manera profunda la enseñanza en colegios y universidades. Hay que crear sandboxes, areneras, para probar conceptos en distintos sectores de la economía y de la sociedad, aprender de ellos, aplicar lo que sirve y desechar y regular lo que no.

Lo fundamental es generar el debate a lo largo y ancho de la sociedad. Que no se quede en los pequeños círculos en los que hoy está. Que el profesor de la escuela más alejada entienda cómo la IA le puede servir para mejorar su manera de educar. Que el policía pueda entender cómo la IA le puede ayudar a prevenir el delito en su cuadrante. O que el tendero sepa cómo la IA le ayuda a manejar inventario, a pagar impuestos y hacer contabilidad. De ese tamaño va a ser la revolución que viene y para la que tenemos que estar preparados.

Eso no me va a tocar a mí, dicen los mayores de 60. ¿Se acuerdan cuando llegó WhatsApp? Hoy, todo el mundo lo usa. Lo mismo va a pasar con todo tipo de inteligencia artificial, se convierte en un instrumento útil y de facilísimo acceso hasta para el más ignorante en materia de tecnología.

¿Y Colombia comió va? Para la muestra van botón, el Presidente déspota saca a su director de la presidencia y lo pone de Ministro de las TIC, entidad que debe ser el centro de esta discusión. Ese es el nivel de importancia que se le da a este tema.  

Mientras esta revolución transforma nuestra vida todos los días de una manera diferente, en nuestro continente los flamantes dirigentes políticos siguen hablando sobre la conquista y el esclavismo de hace 500 años. Están tan cegados por su sesgo ideológico que no ven la revolución que ya llegó. Y esa si es de verdad y no la que el presidente Gustavo Petro prometió con tanto ahínco desde un balcón el pasado primero de mayo.