ELECCIONES 2023

El fin de la espera

Una lógica subyacente radica en cómo se gana o se pierde una elección. | Carlos Gastélum

Escrito en OPINIÓN el

Este fin de semana, finalmente, se llevarán a cabo las elecciones a gobernador en el Estado de México y Coahuila. Si las encuestas no se equivocan, habrá pocas sorpresas en cuanto a quién ganará qué. Sin embargo, más allá de los resultados de quién será el próximo gobernante, la importancia de estos comicios radica en su impacto en los partidos y actores políticos.

En cierto sentido, estas contiendas han actuado como filtro de decisiones políticas. Las reglas y los plazos para definir a los candidatos presidenciales, tanto del oficialismo como de la oposición, estaban circunscritos a estos procesos electorales locales.

Una lógica subyacente radica en cómo se gana o se pierde una elección. Aunque pueda parecer obvio, ganar con una mayoría abrumadora transmite calma a unos y preocupación a otros, especialmente en el Estado de México, que cuenta con el mayor número de votantes en todo el país.

Si el oficialismo gana en ese estado por una amplia margen, es decir, por más de 10 o 15 puntos, la consolidación de su rentabilidad electoral estaría fuera de toda duda. Para el Presidente y los dirigentes de su partido, tal circunstancia generaría la convicción de la formidable fuerza con la que se aproximarían al 2024. Para efectos prácticos, la importancia relativa de quién sea el candidato o la candidata disminuiría debido a la percepción y sentimiento de victoria, así como a la desmoralización entre los promotores de la Alianza Va por México. Esto, sumado a que los mandatarios estatales del oficialismo estarían gobernando a más del 70% de toda la población nacional.

En cambio, una derrota de la Alianza en términos más competitivos, es decir, con una diferencia de alrededor de cinco puntos entre el primer y segundo lugar, enviaría, al menos, tres señales.

Primero, que incluso en la derrota, hay margen para construir elecciones más cerradas donde existe la posibilidad de una verdadera contienda en 2024.

Segundo, que a pesar de una campaña poco acertada, la Alianza mantendría un electorado empático con sus causas, muy probablemente asociado al descontento con las políticas y decisiones que el partido oficialista ha tomado a nivel federal.

Tercero, que las decisiones sobre la candidatura presidencial del gobierno actual requerirán de un mayor grado de competencia en caso de que ese descontento se propague a sectores poblacionales más amplios.

Por ello, muchas de las grandes decisiones que deben tomarse en términos de la definición de las contiendas internas de los partidos, y de los mecanismos de selección de la Alianza, han esperado al desenlace de los comicios locales. A partir de sus resultados, tanto el partido gobernante como los opositores tendrán la oportunidad de calibrar más cuidadosamente las decisiones que tomen, y los posibles impactos que podrían tener en el proceso electoral federal.

Por supuesto, siempre existe la posibilidad de que las vanidades o cálculos personales prevalezcan, a pesar de lo que la realidad indique. Y es en este punto donde, tanto de un lado como del otro, se podrían tomar malas decisiones.