ECONOMÍA

Riesgos del endeudamiento norteamericano

La única manera de superar el problema del endeudamiento creciente del gobierno norteamericano es dejar de alimentar al complejo militar industrial. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

Demócratas y republicanos norteamericanos se encuentran en una feroz lucha política y mediática por la renegociación del monto autorizado de deuda pública. Desde hace décadas el gobierno norteamericano gasta más de lo que recibe en impuestos, lo que lleva a una deuda creciente. En 1974 su deuda fue del 31.8 de su producto interno y a fin de 2022 alcanzó el 123 por ciento. 

El endeudamiento, como lo saben todos los que deben en una tarjeta de crédito, es revolvente; se paga lo vencido para no perder el crédito y poder seguirse endeudando. Y cuando se gasta más de lo que se gana la deuda crece y crece.

Autorizar el techo o límite de la deuda gubernamental es una prerrogativa del senado norteamericano actualmente controlado por el partido republicano. Los republicanos amenazan con no autorizar un incremento del límite del endeudamiento a menos que el gobierno demócrata del presidente Biden reduzca el gasto en ayudas sociales, en particular para el acceso a la salud y apoyos a la nutrición. Se niegan en cambio a eliminar la reducción, que introdujo Trump, de impuestos a los más ricos.

La exigencia concreta de los republicanos es que los beneficiarios deben demostrar que tienen empleo o que lo están buscando. Tal exigencia, con mayores obstáculos burocráticos, aseguraría que millones de los más vulnerables pierdan el acceso a esos beneficios. Exigen en general reducir el gasto discrecional excepto los incrementos al gasto militar y el que tiene que ver con la contención de migrantes en la frontera sur.

Si no se autoriza un nuevo techo de endeudamiento el gobierno norteamericano no podría pagar los vencimientos de deuda a partir de una fecha ya muy próxima, primero se dijo que sería el 1 de junio y ahora que el 5 de junio. Si el gobierno norteamericano deja de pagar, así sea por pocos días, bajaría su calificación como deudor y financiarse sería más difícil y costoso.

El impacto en la población norteamericana sería mayúsculo; se podrían perder entre uno y ocho millones de empleos, en particular los de la construcción y la industria. También perderían los más ricos; las acciones en la bolsa de valores podrían caer en más del 40 por ciento en pocos días.

Lo peor serían sus repercusiones en todo el planeta. La gran recesión de fines del 2008, disparada por el impago de hipotecas en Estados Unidos, golpeó fuertemente las economías de todo el mundo. En México hubo una contracción del 6.7 por ciento de la producción. Es decir que el catarro norteamericano podría ser neumonía en el resto del mundo dependiente de la economía norteamericana. Un empobrecimiento brutal a escala global.

Acceder a las exigencias de los republicanos sería fatal para el gobierno demócrata. Reducir las ayudas sociales empobrecería a millones de estadounidenses que perderían el acceso a la salud y a alimentos. Por otro lado, no aceptar tales exigencias y si los republicanos cumplen su amenaza, empobrecería a muchos más millones en Estados Unidos y en todo el planeta.

Hay que señalar que este teatrito trágico ya ha ocurrido varias veces y el resultado es que en el último minuto se llega a un acuerdo que eleve el techo de endeudamiento autorizado por el congreso. Ninguno de los dos partidos quiere aparecer como culpable de una debacle.

Las bolsas de valores han dado señales de optimismo ante lo que parece ser una posición más flexible de los republicanos. Tal vez haya influido en ellos la declaración del general Mark Milleys, el militar de más alto rango, de que el impago de la deuda afectaría negativamente las capacidades y la moral del ejército norteamericano. Y si en algo están de acuerdo republicanos, demócratas y el muy poderoso complejo de industrias militares que financia las campañas electorales de los candidatos de ambos partidos, es que el gasto militar es sagrado.

Al respecto Jeffrey Sachs, uno de los más connotados y respetados economistas a nivel mundial acaba de publicar un artículo en el que sostiene que la única manera de superar el problema del endeudamiento creciente del gobierno norteamericano es dejar de alimentar al complejo militar industrial. En adelante cito lo escrito por Sachs.

Del año 2000 a la fecha el gobierno norteamericano elevó su deuda en 15 billones de dólares, de los cuales 8 billones fueron para gastos militares y los otros 7 por la pandemia y la crisis financiera del 2008. Es decir que el gasto militar explica más de la mitad del crecimiento de la deuda. Es un gasto con un fuerte respaldo político gracias a una estrategia de dispersión del gasto de la industria y el ejercito mediante la cual todos los distritos electorales reciben beneficios.

El gasto militar norteamericano asciende a unos 900 mil millones de dólares anuales, alrededor del 40 por ciento del gasto militar de todo el mundo. Este gasto militar es superior a la suma del que hacen los siguientes 10 países.

El complejo militar industrial mantiene una constante campaña para asustar a la población norteamericana inventando, como en las caricaturas, a malvados a los que Estados Unidos debe detener a cualquier costo. En los últimos 20 años la lista de malvados incluyó a los dirigentes de Afganistán, Irak, Siria, Libia, Rusia, China y grupos terroristas. Una gran parte del gasto militar, y de las cerca de 800 bases militares que Estados Unidos tiene fuera de su territorio podrían reducirse si evita involucrarse en más guerras electivas y con un enfoque de verdadera diplomacia negocia nuevos tratados de control de armamento con China y Rusia.

Sin embargo, Estados Unidos ha marchado en sentido contrario; ha abandonado de manera unilateral los acuerdos de control de armas. La suspensión del tratado de misiles antibalísticos, en 2002, permitió reanudar la carrera armamentista y ahora el complejo industrial militar ha convencido al congreso de gastar más de 600 mil millones de dólares para modernizar el arsenal nuclear. A pesar de que su firma del acuerdo de no proliferación nuclear lo obliga a promover el desarme nuclear.

Ahora los tambores de guerra apuntan contra China y piden más gasto militar; pero ese es un conflicto fácilmente evitable si Estados Unidos se adhiere a su compromiso de reconocer la existencia de una sola China y mantener el status quo. Una guerra con China, más que quebrar las finanzas norteamericanas podría acabar con el planeta.

Ningún político norteamericano se atreve a proponerle a los ciudadanos norteamericanos un incremento de impuestos para gasto militar. Esos incrementos se ocurren incrementando la deuda sin consulta al pueblo, que seguramente se opondría.

Para resolver el problema de la deuda Sachs considera que el primer paso es controlar el gasto militar. Luego habría que atender el problema de los altos costos del sistema de salud y elevar los impuestos a los ricos. Es necesario enfrentar la actual perversión en la que los cabilderos del poder económico dominan la política, esto, para salvar a los Estados Unidos y posiblemente al mundo.