MUNDO

Ni todo el poder ni todo el dinero solucionan al mundo

La confrontación geoeconómica está en marcha. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

El Foro Económico Mundial es muy conocido por sus reuniones en Davós, Suiza, el pueblito donde cada año se reúnen las élites políticas y empresariales del planeta para discutir la situación del mundo, …y hacer negocios. Algunos los acusan de hipocresía porque llegan en cientos de jets privados altamente contaminantes a hablar de contener el cambio climático o porque se alojan con gran lujo y hablan del bienestar de la población. Pero no son hipócritas cuando hablan entre ellos mismos.

Su óptica es obviamente la del poder que dan el dinero y la política y mucho de lo que piensan no sintoniza con los intereses de la mayoría de la población. Sin embargo, su diálogo tiene una enorme cualidad. En su conversación entre ellos mismos tienden a ser directos y francos. Si bien muchas veces se comunican en un lenguaje para conocedores, por lo general no buscan ocultar o disimular lo que piensan. Tal vez porque como dice el dicho: entre gitanos no se vale la buena ventura.

Como no se están dirigiendo al pueblo, a sus seguidores o adversarios políticos, no recubren de miel y distracciones lo que dicen. Las élites no soportan perder su tiempo. Así que es valiosa la franqueza con la que definen lo que está pasando y lo que hay que hacer, aunque sea desde la perspectiva estrecha del interés por la ganancia y el control político. Y es que para conservar el poder tienen que ser realistas.

A principios de este 2023 el Foro Económico Mundial emitió su reporte sobre riesgos globales inmediatos, es decir en este y el siguiente año, y el de riesgos de mediano plazo, en los próximos diez años. Los dos listados, el de corto y el de mediano plazo, se parecen bastante, aunque el de mayor riesgo inmediato, el aumento del costo de la vida desaparece en la previsión a 10 años, es decir, que confían en que se solucionará.

Otros riesgos cambian de lugar; la crisis de recursos naturales ocupa el lugar noveno en lo inmediato, pero sube al sexto lugar en la previsión a diez años. Es decir que algunos elementos serán cada vez más difíciles de obtener, sea agua potable, cobre o tierras raras. También baja el riesgo de confrontación geoeconómica, lo que parece excesivamente optimista cuando el conflicto en Ucrania ha abierto la posibilidad de una guerra nuclear como nunca en las últimas décadas. Pero de acuerdo, seamos optimistas.

El caso es que los principales 10 riesgos inmediatos que señala el Foro, colocados en orden de mayor a menor gravedad, son: 1 Crisis del costo de la vida, 2 Desastres naturales y eventos climáticos extremos, 3 Confrontación geoeconómica, 4 Fracaso en mitigar el cambio climático, 5 Deterioro de la cohesión y polarización social, 6 Daños ambientales de gran escala, 7 Fracaso en la adaptación al cambio climático, 8 Crimen e inseguridad digital en gran escala, 9 Crisis de recursos naturales y 10 Migración involuntaria en gran escala.

Ninguno de estos riesgos es sencillo de abordar en cuanto a causas y soluciones. Son asuntos complejos. Pero su existencia como riesgos es innegable. No surgen de repente, ya existen y el riesgo es que empeoren.

La crisis del costo de la vida ya genera importantes manifestaciones de descontento social, paros de corto plazo, huelgas prolongadas, marchas concurridas en Alemania, Francia, Reino Unido, España y, en mayor o menor escala en todos los países de Europa. Se trata de una de las regiones más afectadas por la guerra en Ucrania y las sanciones asociadas, que han elevado los precios de la energía, los fertilizantes y los alimentos.

Sin embargo, la cobertura mediática es tramposa; lo que es malestar social justificado en los países ricos en países pobres la inconformidad marca el desplome hacia la miseria y la hambruna. Solo que los medios occidentales le prestan mucha más atención a Europa que a África. El problema es global, impacta desde el costo de la gasolina en los Estados Unidos a los precios de los alimentos en México y toda Latinoamérica.

Los desastres naturales y los eventos climáticos extremos son otro riesgo en marcha. El calentamiento global conduce al incremento de la frecuencia e intensidad de los huracanes, inundaciones, incendios y sequías. Incluso al colapso de los ecosistemas. Su impacto económico y social es muy difícil de remediar sobre todo para gobiernos débiles en lo económico y en lo político. Un resultado es que obligan a grupos cada vez más numerosos de la población a escapar de las regiones afectadas; algo que ya ocurre en Centroamérica, regiones de África y Medio Oriente.

El deshielo de los polos y los glaciares apunta a elevar el nivel del mar sumergiendo amplias zonas costeras; sumado a la contaminación destruye los arrecifes de coral y la reproducción de especies marinas e impacta la economía pesquera. El deshielo de las capas superficiales de tierra congeladas durante centenares de años eleva la generación de metano y acelera el calentamiento global.

La confrontación geoeconómica está en marcha. De la guerra fría pasamos a un mundo unipolar donde predominaba el interés de un solo país en ausencia de un rival económico o militar relevante. Ahora el acelerado crecimiento económico de China y la resurrección de Rusia tras su postración por la disolución de la antigua Unión Soviética apuntan a configurar un mundo multipolar. Pero la transición es difícil, conflictos abiertos y soterrados, acompañados de sanciones y cambios en las cadenas de distribución, formación de nuevos bloques geoeconómicos y políticos. Todo ello genera tensiones y la amenaza de nuevos conflictos.

Los grandes riesgos interactúan entre sí. La confrontación geoeconómica en Ucrania es la principal causa del incremento de los precios en Europa, Estados Unidos y el resto del mundo. Ha provocado el uso de energías más contaminantes, como el regreso al uso del carbón y la importación europea de gas de esquisto norteamericano; al alterar las cadenas de distribución obliga a alargar las rutas del transporte de mercancías haciendo uso de más combustibles fósiles.

No hay espacio para abordar, así sea de la manera más superficial, al conjunto de riesgos en marcha. Todos constituyen una madeja enredada que pone a prueba la capacidad de la humanidad para actuar de manera coordinada. Si una triste lección nos dejó la pandemia fue la del triunfo del egoísmo y las ganancias sobre la solidaridad para compartir vacunas y saberes tecnológicos. Esa lección parece aplicarse a la incapacidad para enfrentar uno a uno y en conjunto los riesgos señalados por el Foro Económico Mundial.

Mientras no se arregle el problema más profundo: la incapacidad para tomar acuerdos internacionales y aterrizarlos para el bienestar de la humanidad, los riesgos no harán sino crecer y tornarse realidades catastróficas.