MIGRACIÓN

Migración, viaje difícil

En Venezuela, donde los salarios son de apenas cuatro dólares al mes entre los más pobres, Luis Alberto y su familia han sido obligados a huir a EU antes de morir de hambre. | José Luis Castillejos

Escrito en OPINIÓN el

La niña venezolana Johani Johnson pasó siete días cruzando el Tapón del Darién, una jungla desconocida entre Colombia y Panamá, a hombros de su padre para llegar a Tapachula, Chiapas, México.

En su ruta de más de 7 mil km desde Caracas, Venezuela, la niña y sus padres soportaron la terrible experiencia de dormir sobre cartones y plásticos en lugares peligrosos en un clima severo, con la esperanza de que sus padres llegaran a la tierra del Tío Sam. 

Tiene solo cuatro años y juega en un pequeño jardín en las afueras de Oxxo, la famosa cadena mexicana de conveniencia en la carretera de Puerto Madero a Tapachula. Su padre es muy amable. Abre una puerta para que la gente entre o salga a comprar a cambio de algunas monedas.

En diálogo con La Silla Rota dijo que debería juntar 1,500 pesos mexicanos (alrededor de $83 dólares) al mes para pagar la renta de un cuarto donde se alojan. Luis Alberto, de 44 años, es cabeza de familia que, junto a su esposa María Ángeles, huye de la hambruna en el país gobernado por Nicolás Maduro.

En Venezuela, donde los salarios son de apenas cuatro dólares (sí, cuatro dólares) al mes entre los más pobres, Luis Alberto dice que al igual que unos 160 mil migrantes han sido obligados a huir a Estados Unidos, antes de morir de hambre.

El calor literalmente "quema" la ciudad de Tapachula en Chiapas, México, pero eso poco importa y de ahí el viaje desde Caracas hasta cerca de la frontera con Guatemala, tras haber pasado el norte de Sudamérica hasta llegar a Colombia, y de allí las fronteras de Panamá y Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y finalmente a México. A veces caminan, otras viajan en camiones y furgonetas.

Viajar por rutas peligrosas y sin documentos puede ser muy peligroso al exponerse a sufrir violencia, explotación y abuso.

Existe una necesidad urgente de que las organizaciones internacionales y los gobiernos locales promuevan genuinamente políticas y estrategias que aborden las causas profundas de la migración forzada y protejan los derechos de los migrantes en todo momento.

El Tapón del Darién es una densa y peligrosa selva tropical que se extiende a ambos lados de la frontera entre Colombia y Panamá. Debido a su terreno montañoso, ríos rápidos, pantanos, cascadas y vegetación densa, es extremadamente difícil de cruzar.

Algunos de los peligros para los migrantes que cruzaban el Tapón del Darién son las enfermedades: la selva es un ambiente ideal para la propagación de la malaria, la fiebre amarilla, el dengue y otras enfermedades tropicales.

Debido al terreno empinado y resbaladizo, los migrantes a menudo se lastiman. Pueden resultar gravemente heridos por cascadas, pantanos y ríos rápidos.

Las personas que cruzan el Tapón del Darién a menudo carecen de alimentos y agua potable, lo que puede provocar desnutrición y deshidratación. Algunos han sido objeto de ataques y violencia por parte de bandas criminales regionales o grupos armados. Incluso otros pueden ser utilizados o abusados por traficantes de personas o coyotes que prometen ayudarlos a llegar a su destino.

Los que logran llegar a Tapachula, Chiapas enfrentan una serie de problemas y desafíos, algunos de los cuales incluyen condiciones de vida inseguras.

A muchos migrantes, como Luis Alberto y su familia, se les negó una vivienda segura y digna y han tenido que dormir en las calles o en albergues improvisados en condiciones insalubres. Ahora están a la espera de que en tres meses les otorguen una visa, pero si quieren acelerarla deben pagar dos mil 500 dólares a autoridades corruptas.

Un problema recurrente al que se enfrentan es la detención y deportación por parte de las autoridades de inmigración, así como la discriminación y la xenofobia por parte de la población local.

La falta de información y asesoramiento legal hace que muchos migrantes desconozcan sus derechos legales y opciones de asilo, lo que puede dificultar su capacidad para tomar decisiones informadas sobre su futuro. Se acerca la temporada de lluvias en las costas de Chiapas, y los venezolanos, así como ciudadanos de otros países africanos, caribeños y centroamericanos, tendrán que hacer frente a las inclemencias del tiempo. Viven de la caridad, del poco dinero que tienen o juntan, y buscan afanosamente cómo trabajar por un plato de comida, y aunque a algunos les gustaría quedarse a vivir en México prefieren explorar la posibilidad de ir a Estados Unidos, donde el viento puede ser mejor.

Ciudadanos sudafricanos cuyos hijos nacieron en el territorio del estado de Chiapas acuden al Registro Civil de Tapachula, ubicado en la parte baja del Palacio de Los Zopilotes para darle de alta a sus hijos con nombres difíciles de pronunciar.

La migración de niños y familias en busca de asilo y refugio es un fenómeno complejo y en constante evolución. Estos niños a menudo enfrentan condiciones muy difíciles durante su viaje, incluyendo peligros en la ruta migratoria y dificultades para encontrar alimentos y refugio adecuados. Además, muchos de ellos sufren de problemas de salud como enfermedades respiratorias y deshidratación.

En Chiapas, varias organizaciones sin fines de lucro y grupos comunitarios han estado trabajando para brindar apoyo a estos niños migrantes. Estos grupos también proporcionan alimentos, agua, atención médica y refugio temporal, así como servicios de asesoramiento y orientación para ayudar a los niños a comprender sus opciones legales y para conectarlos con recursos adicionales.

A pesar de estos esfuerzos, la situación de los niños migrantes en Chiapas sigue siendo preocupante, ya que muchos de ellos permanecen en una situación de limbo legal y enfrentan la posibilidad de ser detenidos y deportados. Por lo tanto, se necesitan más esfuerzos a nivel local, nacional e internacional para abordar las causas subyacentes de la migración y garantizar la seguridad y el bienestar de estos niños.