#INFILTRADO

Los secuestrados de Edomex y el CJNG

La balacera del 17 de marzo contra miembros del CJNG nos arrojó luz sobre cómo el narco avanza, se sienta, corre y regresa en una u otra entidad, como Pedro por su casa. | Antonio Nieto

Escrito en OPINIÓN el

Debajo de un coche estacionado, bocabajo, se ocultaba un hombre secuestrado. Había escapado de la casa donde otras tres víctimas aún seguían amarradas. Se trata de San Antonio la Isla, uno de los municipios más pequeños del Estado de México, ubicado en el Valle de Toluca. El secuestrado que se escondía debajo de un coche sollozaba, empapado en sudor, pues le habían mutilado un dedo.

Policías lo encontraron. Inmediatamente después rodearon la casa en obra negra y se enfrentaron a plomazos contra miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación. Al final, tres víctimas fueron rescatadas, dos de las cuales eran adolescentes con Alerta Amber. En realidad, según informes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana mexiquense, los cuatros secuestrados eran integrantes de la Familia Michoacana. Los muchachos con Alerta Amber habían sido reclutados para hacer trabajos de limpieza e, irónicamente, cuidar secuestrados. El que fue hallado debajo de un automóvil, incluso, era objetivo de las autoridades. Todo era parte de una pugna entre el CJNG y la Familia, que desde 2008 ha peleado contra todo grupo que pretenda asentarse en la entidad. Se dice que fue un alto mando de la extinta Agencia de Seguridad Estatal, Rogelio Cortés Cruz, quien sirvió como enlace para que la Familia se estableciera en Edomex bajo el cobijo del priismo.

Era la noche del 17 de marzo pasado. Un puñado de secuestradores logró huir de la casa en San Antonio la Isla y enfiló por la carretera Tenango del Valle-Lerma. Ahí, los pistoleros del CJNG protagonizaron otra balacera donde dos policías municipales fueron asesinados. Entonces huyeron hacia Ciudad de México. Como relató el propio secretario de Seguridad Ciudadana capitalino, Omar García Harfuch, se desplegó todo un operativo para acorralarlos. Un helicóptero y todo el C2 fueron concentrados en un mismo objetivo: eliminar o atrapar a los narcos, los cuales iban a toda velocidad a bordo de dos camionetas blancas. Ya en la alcaldía Álvaro Obregón se enfrascaron en un tiroteo contra policías del Sector Santa Fe. Otro uniformado, de apellidos Trejo Abreu, con 26 años de servicio, cayó en cumplimiento del deber. Sin embargo, no todo fue saldo blanco para los delincuentes: uno de ellos fue abatido. Cámaras del C2 captaron el momento en que el cuerpo fue arrojado desde una de las camionetas. Más tarde, ya a pie, cinco de los sicarios intentaron evadir a los policías adentrándose en la zona de barrancas. No lo consiguieron: finalmente todos fueron detenidos.

El telón que se corrió esa madrugada del 17 de marzo dejó al descubierto un dato muy interesante: el sicario abatido en Álvaro Obregón, cuyo cuerpo fue arrojado por sus cómplices, era vecino de la alcaldía, específicamente de la colonia las Golondrinas. Le decían el “Huesitos” y operaba para un cabecilla del hampa conocido como el “Yolo”. Llama la atención que con el “Yolo” nadie se mete, nadie lo busca, nadie lo molesta. En sus inicios, el “Huesitos” había hecho otras muertes por encargo para la banda local de los “Israeles”, según informes de Inteligencia de la Fiscalía capitalina. Los “Israeles” aparecieron en 2019, en las colonias Piloto Adolfo López Mateos, las Golondrinas y Lomas de Capula. Sus líderes son tres hermanos: el “Gohan”, preso por un doble feminicidio; el “Israel” y el “Jhony”, capturado en noviembre de 2022. “Huesitos” era un gatillero con adiestramiento, discreto y de quien nadie sabía mucho. Tras la balacera del 17 de marzo se sabe que el CJNG tenía al menos dos casas de seguridad en la colonia Ampliación Tlacuitlapa, muy cerca de las barrancas del parque ecológico Tarango. Esta zona era regenteada por los Canchola y los “Israeles” y por el “Yolo”. Nada es casualidad: desde el Valle de Toluca hasta la zona de Santa Fe, el CJNG ha trazado un corredor de droga y de confort, como hace unos 15 años lo tenían, ahí mismo, los Beltrán Leyva, a través del “Indio” y la “Barbie”, el cual se extendió a su bastión, Huixquilucan. Pues ese lugar lo ha tomado el CJNG y en Toluca se lo quiere arrebatar a la Familia Michoacana que, a su vez, irrumpió en Ciudad de México por Milpa Alta y Tláhuac. La capital de México está siendo rodeada, literalmente, por los tentáculos del narco, como nunca lo había hecho, con sicarios que tienen una fuerte conexión con grupos delictivos locales. “Te doy droga y armas y tú me das gente”. Así es el trato, por lo menos es lo que sospechan en las comandancias de SSC y PDI. La Familia hace lo propio al oriente y la Unión Tepito, el cártel Chilango, se repliega a la zona centro, donde todavía es amo y señor. Para divisar el futuro de CDMX, en términos de seguridad, hay que voltear al Edomex y su historia reciente. La balacera del 17 de marzo nos arrojó luz sobre el tema, cómo el narco avanza, se sienta, corre y regresa en una u otra entidad, como Pedro por su casa. Evidentemente la Policía los supera en número y cuenta con todo el aparato institucional para detenerlos cuando quiera, sobre todo cuando ataquen a los suyos y así quedó demostrado. ¿Entonces por qué sigue habiendo crímenes ligados al narco? ¿Por qué existe la sensación de que CDMX dejó de ser ajena a la narcoguerra que sangra a todo el país”? Porque dejó de serlo. Hoy en día es una plaza disputada. 

Enterado está, querido lector y recuerde: el infiltrado es usted.