#INFILTRADO

La Unión se adueña del Centro

La madrugada del 10 de marzo, invasores irrumpieron en Bolivia 7 sin un actuario ni el apoyo de Seguridad Ciudadana; se trató solo de un acto de intimidación en lo que un juez ordena el desalojo. | Antonio Nieto

Escrito en OPINIÓN el

La madrugada del 10 de marzo, una centena de hombres avanzaba sobre República de Bolivia hacia un predio marcado con el 7. Parecía un pequeño ejército marchando hacia aquella vecindad con un arco gris y fachada blanca. Se trataba de un desalojo violento, uno de esos que se han vuelto tan frecuentes en el Centro Histórico de CDMX.

Consta en informes de la Fiscalía que los invasores irrumpieron en los departamentos de los inquilinos. Sacaron muebles, electrodomésticos, ropa, mercancía para vender y todo lo que hallaron a su paso. Una camioneta de la Secretaría de Seguridad Ciudadana estaba a unos metros, pero sus ocupantes no podían hacer mucho, pues estaban en inferioridad numérica. Por radio apuraban a todos los elementos cercanos mientras el saqueo se multiplicaba, lo mismo que el griterío y la confusión. Así, se desató una riña entre los agresores y los habitantes de Bolivia 7. Hubo jaloneos, patadas, botellazos, amenazas de que relucieran las fuscas. Aunque los invasores eran más, inexplicablemente comenzaron a huir. “¡Ya vámonos, no se hizo nada! Al fin llegaron más policías, los cuales pescaron a tres sospechosos con las playeras rotas y las caras hinchada por los golpes. Una hora más tarde, los vecinos pudieron meter las cosas que todavía quedaban a mitad de la calle. De a poco fueron regresando a la crispada calma de sus hogares. Todo bajo la amenaza de que los invasores volverían tarde o temprano. 

De acuerdo con las indagatorias de la Fiscalía, este intento de desalojo es, en realidad, un despojo bajo la máscara de un procedimiento legal. Resulta que “Inmobiliaria Bolivia 7”, dueña original del predio, está demandada por un individuo identificado como Efraín Serrano Clemente. Asimismo, dos supuestos habitantes de dicho inmueble también están demandados como deudores por otra persona identificada como Ana Catalina Cantú Sánchez. “Inmobiliaria Bolivia 7” se declaró en bancarrota mientras los otros dos supuestos inquilinos quedaron en cartera vencida, lo que propició un juicio de arrendamiento lleno de irregularidades. Muchas de las actuaciones que debieron tomar hasta tres años, demoraron apenas unos meses, al tiempo que algunos de los documentos presentados podrían ser falsos. Quien reclama parte de Bolivia 7 es Efraín Serrano Clemente, quien en los últimos años ha ganado alrededor de 70 juicios de este tipo, todos en el Centro Histórico. A todas luces pareciera un fraude procesal en el que una mafia se está apoderando sistemáticamente de predios. No solo es Bolivia 7, también están el 95 y 96 de República de Argentina, otros en Costa Rica y Paraguay. Son terrenos que alguna vez pertenecieron a Francisco Javier Hernández Gómez, “Pancho Cayagua”, a quien mataron en 2017 presuntamente con ayuda de su abogado y por la disputa de estos predios. Nunca se supo quién ordenó la muerte de este capo tepiteño, fundador de la Unión, pero a casi seis años de eso el telón se está corriendo: los predios en el Centro valen millones y el hampa los codicia. No es casualidad que un cuadro comercial se esté haciendo en las calles donde crecieron personajes como el “Chori” de República de Paraguay. El “Chori” es uno de los capitanes de la Unión, de los criminales más buscados de los últimos lustros, igual que su sobrino, el “Huguito”. Al parecer, tras el asesinato de “Pancho Cayagua”, la Unión del “Betito” inició una campaña para adueñarse del Centro. Predio por predio. Con la bendición de algunas autoridades y la complicidad de notarios y Ministerios Públicos. De nuevo: quien reclama Bolivia 7 es un sombrío personaje que ha ganado 70 juicios similares. La madrugada del 10 de marzo, los invasores irrumpieron en Bolivia 7 sin un actuario ni el apoyo de Seguridad Ciudadana. Se trató solo de un acto de intimidación en lo que un juez ordena el desalojo, claro, con una fianza millonaria que no es sino sospechosísima. Imagine usted cuánto dinero en fianzas ha gastado Efraín Serrano Clemente o la empresa que está detrás de él para seguir adelante con los 70 juicios. No obstante, hay algo más: los comerciantes chinos y coreanos se están alineando con la Unión, les están manejando las plazas comerciales que se construyeron al vapor en esos predios arrebatados o ganados en juicios borrascosos. La internacionalización del Cártel Chilango ha llegado, igual que el proceso de legalizar el dinero que hicieron sobre cientos de muertos, frente a todas esas autoridades que alguna vez los negaron y aseguraron que eran, nomás, una pandilla.

Enterado está, querido lector y recuerde: el Infiltrado es usted.