50 AÑOS DE LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE

50 años de la fundación de la Liga Comunista 23 de septiembre

El 15 de marzo se cumplió medio siglo de la fundación de la Liga Comunista 23 de septiembre, la organización guerrillera más grande del México de los años 70 y principios de los 80. | Cuitlahuac Alfonso Galaviz Miranda*

Escrito en OPINIÓN el

El pasado 15 de marzo se cumplió medio siglo de la fundación de la Liga Comunista 23 de septiembre (LC23S o la Liga), la organización guerrillera más grande del México de los años setenta y principios de los ochenta. El aniversario ha sido un buen pretexto para reflexionar en torno a la organización y su legado. Este artículo se inscribe en tal contexto. De manera particular, me propongo plantear algunos puntos que, a mi parecer, podrían ser útiles en nuestros acercamientos a la temática.

En primer lugar, vale la pena reflexionar sobre la violencia. Es evidente que el tema fue central dentro de las experiencias que implicó militar en la Liga. No puede ser de otra manera para un grupo de personas que decidió tomar las armas y declararle la guerra al Estado mexicano. Sin embargo, las interpretaciones sobre cuándo y por qué era legítimo actuar violentamente adquirían muchos matices según la posición de cada persona dentro de la Liga, el momento de su militancia (hubo diferentes generaciones de militantes) o las regiones del país en las que actuaban.

Hay investigaciones serias y valiosas que, sin embargo, presentan una generalización problemática sobre el papel de la violencia al interior de la Liga. A mi parecer, el gran historiador Carlos Illades forma parte de esta tendencia cuando afirma que, a partir de 1975, la organización no tuvo un “deslinde verosímil entre los objetivos políticos y la delincuencia común” (Illades, 2018, p. 118). Creo que tal postura puede ser problematizada con un argumento: durante todo su periodo de existencia, una de las tareas de la militancia en la Liga fue la edición y repartición del periódico “Madera”. De hecho, ésta era una de las principales actividades de quienes formaban parte de la organización y muchos de ellos cayeron en combate o fueron detenidos en las “repartizas” del periódico. De entrada, tal característica me parece una distinción bastante clara entre militantes guerrilleros y delincuentes comunes, quienes, naturalmente, no suelen preocuparse por distribuir escritos de contenido político.

Ariel Rodríguez Kuri, por su parte, mantiene que una de las “ideas-fuerza” de la Liga fue una “desembozada tendencia militarista” (2021, p. 156). El autor utiliza un ejemplo relacionado con el periódico “Madera”, ya que, ciertamente, su distribución solía ser acompañada de un operativo militar: “la Liga concibió toda acción, por ejemplo, el reparto de ‘Madera’, y de volantes entre trabajadores y estudiantes, como una acción militar, una que requería cobertura armada” (Rodríguez, 2021, p. 156). Yo interpreto esta información en sentido contrario: para mí, se trata de un dato que sirve para matizar (sin necesariamente negar por completo) la idea de que quienes formaban parte de la organización mantenían un sesgo militarista. El “Madera” era entendido como el principal canal de comunicación de la LC23S con sus bases de apoyo y sectores potencialmente reclutables. Por ello se buscaba seguir distribuyéndolo, a pesar de lo peligroso que resultaba. Si se planeaban y ejecutaban operativos militares a la par de las “repartizas” era por una necesidad de protección. Desde mi interpretación, hubiera sido “militarista” dejar de elaborar el “Madera”, no seguir haciéndolo a pesar de los evidentes riesgos que conllevaba. No está demás mencionar que tanto Illades como Rodríguez Kuri son autores de referencia; difiero en ciertos puntos de sus obras, sin que ello deba suponer que niego sus aportes en términos generales.

Ahora bien, sí hay aspectos complejos y delicados acerca de las relaciones entre la violencia y la Liga. Por ejemplo, los “ajusticiamientos” internos. Hay personas (algunas a las que respeto y admiro mucho) que prefieren no tocar el tema o, de plano, lo niegan. Desde mi perspectiva, es importante hablar al respecto debido a que —nos guste o no— se trata de una parte de la historia de la Liga y nos ayuda a entender algunas de sus dinámicas (tanto internas como externas) en momentos determinados. 

Por ejemplo, durante su primera etapa, la LC23S fue algo así como una federación de guerrillas (un punto en el que no suele hacerse demasiado hincapié). El 15 de marzo de 1973 se acordó la unión política y militar de distintas organizaciones guerrilleras independientes (si bien algunas ya venían colaborando entre sí durante el periodo anterior). Tal característica permitió tener presencia en la mayoría de los estados del país, pero, al mismo tiempo, cada grupo tenía sus propios liderazgos y dinámicas internas, lo cual llegó a generar tensiones o francas confrontaciones. 

Algunas de esas confrontaciones fueron protagonizadas por Ignacio Salas Obregón (el principal líder de la organización en esos momentos) y Manuel Gámez Rascón (dirigente del Movimiento 23 de septiembre y una de las figuras más destacadas dentro de la Liga). Las tensiones se centraban sobre todo en cómo debían ser las relaciones con otros sectores sociales. Para Salas Obregón, la LC23S era la única organización realmente revolucionaria en el México de esos años y, por lo tanto, los demás grupos que buscaban cambios debían plegarse a sus métodos y posturas. Por su parte, Gámez Rascón proponía que la Liga debía conseguir amplias bases sociales de apoyo y, para ello, habría que ser sensible con las demandas particulares de los sectores populares. Lo más probable es que las diferencias entre ambos líderes hayan terminado con el “ajusticiamiento” interno de Gámez, quien sufre desaparición forzada desde 1974.

Tuve la fortuna de conversar ampliamente con Eleazar Gámez (hermano de Manuel y también un destacado líder guerrillero) y recuerdo con claridad una de las primeras cosas que me dijo: “Ahora que se habla tanto de verdad y justicia, ¿mi familia y yo no las merecemos también?” La pregunta me dejó algo helado, pero la respuesta debe ser concreta y sin rodeos: sí, las merecen. Creo que en este caso debe de tratarse de una justicia sobre todo en términos de memoria. Es importante señalar que las acusaciones que en su momento sufrió Manuel (por ejemplo, que era un policía infiltrado) carecen de sustento. También creo que hay que tener cuidado con no sobredimensionar el tema de los ajusticiamientos internos, el cual es complejo (incluso diría que doloroso), pero poco representativo del universo general que es la historia de la Liga.

Para finalizar, me parece que, en ciertos aspectos, es difícil sostener que la Liga (así, en general) tenía tal o cual característica. Si bien hubo rasgos que unían a todas y a todos sus militantes, propongo partir del supuesto de la pluralidad como eje explicativo para analizar e interpretar la historia de la organización. De esta manera, nuestras observaciones deberán ser necesariamente más complejas y tomar en cuenta la diversidad propia de una guerrilla que contó con diferentes generaciones de militantes, en distintas regiones del país y con posiciones variadas que iban desde la militancia de base hasta la dirigencia nacional.

Referencias: 

Illades, Carlos (2018): “El futuro es nuestro. Historia de la izquierda en México”. Ciudad de México: Océano.

Rodríguez Kuri, Ariel (2021): “Historia mínima de las izquierdas en México”. Ciudad de México: El Colegio de México.

* Cuitlahuac Alfonso Galaviz Miranda

Doctor en Estudios del Desarrollo. Problemas y perspectivas latinoamericanas por el Instituto Mora. Maestro en Sociología política por la misma institución y Licenciado en Historia por la Universidad de Sonora. Actualmente se desempeña como profesor-investigador en El Colegio de Morelos. Autor del libro “Las movilizaciones estudiantiles de 1970-1973 en la Universidad de Sonora. Ensayo sobre las influencias de los sesenta globales en un contexto local”, disponible aquí.