MICROMACHISMO, FEMINISMO, PACTOS DE IMPUNIDAD

Micromachismos, feminismo y pactos de impunidad

El feminismo y ser feminista no significa que debamos arropar a otras mujeres sin discriminar sus posicionamientos, sus acciones, sus actuaciones en los espacios privados y públicos. | Fausta Gantús

Escrito en OPINIÓN el

“Esos cuestionamientos infundados de una mujer sobre otra me parecen poco feministas”, me espetó hace unos días un tuitero por una publicación de mi autoría en la que criticaba a Yasmín Esquivel y que rezaba: “Claro, como la #MinistraPlagiara #YasminEsquivel, deshonesta y corrupta! De la que nos salvamos, si hubiera llegado a presidenta de la SCJN estaríamos aún peor”. No voy a entrar a discutir con respecto a la cuestión a la que alude el intercambio, porque eso sería materia de otro escrito, pero sí considero necesario dejar en claro que, aunque el plagio es evidente y probado, aún si no existiera, la frase del tuitero es una clara expresión de micromachismo, de esos micromachismos que las mujeres padecemos todos los días, cada día y que, aunque no nos demos clara cuenta, desbordan el espacio privado y el profesional e inundan las redes sociales. 

Lo primero que se hace evidente en esa frase es que no se trata de un argumento razonado, de una explicación fundamentada, de una postura profesional, ni siquiera de una opinión sobre el tema que se discutía. No, está claro que no se trata de eso sino de una expresión con la que se califica, más bien se descalifica, a la persona; de un regaño público, de una lección. Se trata de una manifestación de esa masculinidad tóxica, dominante, imperativa, patriarcal que se ejerce sobre las mujeres con el afán de exponerlas, someterlas, ridiculizarlas, avergonzarlas con el fin último de silenciarlas e invisibilizarlas. El señor tuitero, me corrige, porque, sin duda, es él quien tiene la “verdad”, quien sabe realmente apreciar y juzgar la situación y quien, además, se erige en árbitro y juez de la situación. Lo que procedería, en el mundo del ideal machista, es que yo me retracte, que me corrija, que me disculpe y que me calle, que asuma como mía la opinión de él. Lo que, evidentemente, no sucedió ni sucederá.

Esto es, estamos frente a lo que Luis Bonino definió, a principios de los noventa del siglo pasado, como micromachismos: “pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia blanda, suave o de baja intensidad, tretas de dominación, machismo invisible” (1991) o también como “comportamientos de control y dominio de ‘baja intensidad’ naturalizados, legitimados e invisibilizados que ejecutan impunemente, con o sin conciencia de ello” (2004). Dicho de otra forma, los micromachismos son expresiones de machismo encubierto, en este caso, por ejemplo, en el que la masculinidad del tuitero asume que soy feminista, define lo que es el feminismo y cómo serlo, pretende enseñarme la forma correcta de ejercerlo y me regaña por no ser la feminista que debo ser y que es, claro, la que él considera adecuada. ¿Y cómo, a partir de su expresión, podemos suponer que es el feminismo que el tuitero imagina? Pues parece que él concibe, como tantos otros hombres, el feminismo como una especie de hermandad solapadora, cómplice, el equivalente, digamos, al pacto machista y patriarcal

Los micromachismos son formas de violencia, eso queda claro y, por supuesto, mi denuncia/reflexión sobre el micromachismo en redes sociales se suma a otras muchas voces que han bordado sobre el tema; hay tesis dedicadas al asunto, artículos, ponencias, conferencias… Hace ya algún tiempo yo misma escribí sobre el asunto a partir también de un comentario leído en redes que decía “así, sí” expresado en el contexto de las manifestaciones feministas por un señor que daba su aprobación a ciertas expresiones de protesta, repudiando otras (La Silla Rota, 14 de diciembre de 2019). Actualmente, las campañas contra la violencia de género #YaNoMás y #Háblalo, en las voces de alguna de sus embajadoras, abordan el tema del micromachismo en la vida personal y profesional. Pero no es mi propósito aquí hacer una reflexión más amplia sobre los micromachismos, sino que quiero detenerme en la concepción machista del feminismo que pretende igualarlo con el machismo y sus pactos de complicidad que he mencionado arriba.

Pero no señor tuitero, no señores en general, no señoras que utilizan esos mismos argumentos, el feminismo y ser feminista no significa que debamos arropar a otras mujeres sin discriminar sus posicionamientos, sus acciones, sus actuaciones en los espacios privados y públicos. Si una mujer es corrupta, deshonesta, plagiadora, acosadora, explotadora, violenta, golpeadora, pedófila, secuestradora, asesina…, o comete una infracción o delito o es cómplice, no por el hecho de ser mujer contará con nuestra colaboración. Porque lo que las feministas, al menos eso creo y con eso comulgo, lo que deseamos es un mundo más justo, más equilibrado, más seguro pero, sobre todo y especialmente, más ético. Así que no, no acepto que ni ningún señor ni señora me quiera manipular apelando al “feminismo” para participar en un pacto de impunidad femenino

* Fausta Gantús

Escritora. Profesora e Investigadora del Instituto Mora (CONACYT). Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes en Ciudad de México y en Campeche. Autora del libro “Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1867-1888”. Coautora de “La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892”. Ha coordinado trabajos sobre prensa, varias obras sobre las elecciones en el México del siglo XIX y de cuestiones políticas siendo el más reciente el libro “El miedo, la más política de las pasiones”. En lo que toca a la creación literaria es autora de “Herencias. Habitar la mirada/Miradas habitadas” (2020) y más recientemente del poemario “Dos Tiempos” (2022).