DIVISIÓN DE PODERES

Un 5 de febrero sui generis

La celebración del 106 aniversario de la promulgación de la Constitución se convirtió en un encuentro de poderes con desencuentros entre sus titulares. | Joel Hernández Santiago

Escrito en OPINIÓN el

Pues nada, que los tres poderes que llegaron a representar a la República, en el Teatro de la República en Querétaro, para celebrar el 106 aniversario de la promulgación de la Constitución Mexicana de 1917, se convirtió en un encuentro de poderes con desencuentros entre sus titulares. 

Esto es inusual. No había ocurrido en mucho tiempo. Porque precisamente se celebra, como cada año, el documento básico que nos constituye como Nación, País, República Federativa, representativa y popular… Y todo eso que significa la Constitución en el sentido de darnos cohesión y unidad nacional bajo un pacto de soberanía y división de poderes, cada uno de ellos asimismo respetables e independientes… O eso se supone que es. 

Pero no, no y no. Resulta que de mucho tiempo a esta parte esa división de los tres poderes se diluyen en un amasijo de intereses, de mezquindades, de ambiciones, de sometimientos y de ruindades: un espejo de discordias es eso que se ve ahí hace mucho tiempo. 

Uno de esos poderes ha predominado a lo largo del tiempo: el poder Ejecutivo, que cuenta con la estructura de gobierno y de poderes políticos, militares y de seguridad, así como de controles de diversa índole para someter a los otros dos. 

De hecho es usual que –hoy como ayer–, el poder Ejecutivo maneje o quiera manejar a su modo e interés al poder Legislativo haciendo uso de su mayoría legislativa, en este caso Morena: callada, obediente o estruendosa si se trata de enfrentar a sus adversarios políticos. 

Así también ha sido con el Poder Judicial a lo largo de muchos años, incluso aun hasta hace apenas unas semanas cuando presidía la Suprema Corte de la Nación el ministro Arturo Zaldívar. 

Pero resulta que hoy las cosas son distintas, o como dijera el teórico “las cosas ya no son como antes” con la llegada a la presidencia de este órgano republicano de la ministra Norma Lucía Piña Hernández; y eso como que ya no le gustó al Ejecutivo. Así que, desde hace un tiempo, desde Palacio Nacional se han lanzado puyas, mensajes y señas de animadversión a esta nueva presidencia. 

Y no es para menos, si se toma en consideración que la ministra Yasmín Esquivel, quien era la candidata de Palacio Nacional para ocupar la presidencia de la Corte, fue hecha a un lado una vez que se presume que copió el contenido de su tesis para licenciarse como abogada en la UNAM.

Por tanto quien ocupa la presidencia de tan importante poder republicano como es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no es bien querida por el Ejecutivo y, como consecuencia abyecta, por muchos de los legisladores de Morena y sus partidos aliados.

Del otro poder: Preside la Cámara de Diputados un legislador de oposición, el panista Santiago Creel, al que hicieron un abucheo morenista por impedir que la banda militar entrara a la sala de Sesiones de la Cámara de Diputados en el inicio del segundo periodo de sesiones de esta Legislatura el 2 de febrero, siguiendo los estatutos que rigen estos protocolos. 

Así que si se trata de mostrar enojo del poder Ejecutivo que se considera a sí mismo supremo por encima de los otros dos poderes, quedó a la vista, al portador este 5 de febrero durante la celebración del aniversario de la Constitución de 1917 en Querétaro.  

Independiente de “los modos” como se fueron dando las cosas durante esta ceremonia, y los ‘descolones’ y confrontaciones que esta vez fueron evidentes, los discursos de cada una de las partes estuvieron cargados de señalamientos, de precisiones, de prevenciones y de una urgente necesidad de revisar el estado político en el que se encuentra la República. 

“Hoy, después de dos alternancias federales incuestionables, era de esperarse que hubiésemos arribado a un amplio consenso en torno a las instituciones y reglas electorales. Esto no es asi´. Nuevamente los acuerdos se frustran. Lo que debe resolver la política y el diálogo, y eso nos toca a nosotros, incomprensiblemente el Tribunal Constitucional lo tendrá que dirimir. Rectifiquemos, aún estamos a tiempo, no tenemos por qué repetir los errores del pasado”, dijo Creel.

En tanto la presidenta de la SCN, ministra Piña Hernández dejó puesto, de frente a la República que “Es sano y necesario ponderar la actividad de los jueces en virtud de las resoluciones que emiten y nunca, nunca perder de vista la independencia judicial, la de los juzgadores y la de uno de los Poderes constitutivos de la República”, dijo, en alusión a las constantes críticas y quejas presidenciales a los jueces.

Pero nada. El 6 de febrero el presidente rechazó el diálogo con Creel porque “no somos iguales”; y lamentó que la Ministra Piña Hernández no se hubiera levantado por unos minutos mientras él presidía el evento, lo que fue utilizado por su oficina de prensa para criticar que la ministra no hubiera seguido el protocolo de respeto. Lo que consiguió fue el clamor de que si hay respeto, pero no sometimiento de este poder

Los hechos y los detalles de lo que ocurrió en este evento configuran un estado de cosas entre los poderes de la Unión. La vieja costumbre del sometimiento al Ejecutivo y la idea de que exista independencia entre poderes para configurar el factor de equilibrio institucional y democrático que tan necesario es para la vigencia de nuestra República y para la vigencia de nuestro país.

En efecto. Parece que las cosas ya no son como antes.