COVID-19 EN CHINA

Incertidumbre global por la pandemia en China

Para la mayoría de la humanidad el covid- 19 tiende a convertirse en algo similar a una fuerte y molesta gripa, pero en China el verdadero y brutal enfrentamiento con la pandemia acaba de empezar. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

Para la mayoría de la humanidad el covid- 19 tiende a convertirse en algo similar a una fuerte y molesta gripa que nos golpeará de vez en cuando. Algo así como la influenza que podemos capotear, la mayoría de buena manera, año con año. 

No es así para los mil 453 millones de personas, más del 18 por ciento de la humanidad, que viven en China y para los que el verdadero y brutal enfrentamiento con la pandemia acaba de empezar.  

China mantuvo durante casi tres años una estrategia de control de la pandemia, llamada Covid Cero, en la que aplicaban cientos de millones de pruebas clínicas a la semana a la mayoría de la población. Tener un resultado negativo era indispensable para ir al trabajo, la escuela, de compras, a lugares de esparcimiento o simplemente salir a la calle. 

Se detectaba incluso a los enfermos asintomáticos; aquellos que ni siquiera se habían dado cuenta de que se habían contagiado. Descubrir a alguien infectado daba lugar a la aplicación de confinamientos rigurosos que implicaban cercar ciudades, barrios, conjuntos habitacionales o edificios enteros de los que la gente no podía salir durante semanas y quedaba a merced de mecanismos públicos de distribución de agua y alimentos. En otros casos los infectados y sus contactos eran internados en hospitales o espacios especiales. 

La estrategia fue muy dura para la población; decenas de millones perdieron empleos e ingresos, el confinamiento provocó fuertes malestares emocionales y físicos. Las escenas de miles buscando escapar de centros comerciales, fábricas o parques porque se había detectado un infectado eran como de película de ciencia ficción. 

El 7 de diciembre de 2022 el gobierno chino dio un viraje inesperado y radical: abandonó la estrategia Covid Cero, dejó de aplicar pruebas clínicas y de imponer confinamientos. Esto implicó dejar correr la enfermedad sin traba alguna. 

Tal vez el creciente descontento social obligó al cambio; otros dicen que el factor más importante fue que empezó a proliferar la compra de pruebas clínicas negativas por enfermos que habían dado positivo. Bastaban pocos para que la estrategia fuera cada vez más inútil. 

A partir del 7 de diciembre la pandemia se expande como reguero de pólvora en toda China. La máxima autoridad de salud del país estima que en un solo día de diciembre se infectaron unos 37 millones de personas y a lo largo del mes más de 250 millones. La infección suma cada día a decenas de millones. 

Los hospitales se encuentran sobresaturados y parte del personal médico también se ha enfermado; las escenas son dramáticas. El gobierno ha incautado los medicamentos más sencillos contra dolores y fiebre para racionar su distribución y cerca del 85 por ciento de la población recurre a la herbolaria y medicamentos tradicionales. 

Epidemiólogos y centros de estadística de países occidentales vaticinan entre 900 mil y 1.7 millones de fallecimientos en los próximos meses. Las variaciones de las predicciones dependen de la respuesta de la población, distancia social, uso de cubrebocas, auto confinamiento voluntario e incluso el regreso parcial a restricciones de la movilidad impuestas por el gobierno. La verdad es que no se sabe de qué tamaño será el golpe. 

El gobierno chino reporta apenas unas 30 muertes por covid-19 en las últimas semanas. La Organización Mundial de la Salud no lo cree así y le pide transparencia e información en tiempo real sobre hospitalizaciones, muertes y secuencias genéticas. 

A pesar de su alto costo económico y social la estrategia Covid Cero fue muy exitosa; en casi tres años la pandemia provocó menos de 6 mil muertes. Gracias a esa estrategia la población se protegió de las primeras cepas del virus que eran mucho más mortíferas que las ahora dominantes. Solo que este éxito implica que hoy en día la población china no cuenta con inmunidad natural que es la forma de protección más efectiva de que dispone el resto de la humanidad. 

Un amplio sector de la población, sobre todo los de mayor edad en el medio rural, no se vacunó, tal vez confiados en que la enfermedad estaba bien controlada. Los que se vacunaron lo hicieron hace más de seis meses con vacunas fabricadas para enfrentar las cepas originales, que ya no existen. Dado que la población no entró en contacto con el virus no se sabe bien a bien qué tan protegida se encuentra la población.  

La situación es totalmente novedosa. Mil cuatrocientos cincuenta millones de personas sin inmunidad natural y baja inmunidad adquirida por vacunación enfrentan a la cepa Ómicron que no existía antes de noviembre de 2021. Afortunadamente esta cepa, aunque más capaz de diseminarse es bastante menos mortífera que las anteriores. 

Más de la mitad de los habitantes de las principales ciudades, Beijing y Shanghái ya están infectados y la mayoría está superando la enfermedad. Se ven señales de retorno a la normalidad tales como una disminución de las compras de medicamentos tradicionales y el regreso de la gente a restaurantes, supermercados y vías públicas. Se eleva la solicitud de visas para viajar al exterior. 

A diferencia de lo que ocurría hace apenas un mes algunas autoridades convocan a los enfermos con síntomas leves a regresar al trabajo. Algunos jóvenes declaran que han buscado contagiarse con el objeto de controlar el periodo de la enfermedad y superarla antes de las festividades del año nuevo chino el próximo 22 de enero cuando decenas de millones se desplazan para reunirse con sus familias. 

Estamos ante terribles predicciones y señales de optimismo entremezcladas. La velocidad de los contagios en China es tal que se esperan tres o cuatro meses caóticos y terribles para posteriormente tener un acelerado repunte del consumo, la producción y el empleo. 

Un repunte de la demanda en China favorecerá de manera importante a los países proveedores de materias primas. Por otra parte, este incremento de la demanda china hará que suban los precios de la energía, materias primas y alimentos a nivel global. 

A China y al resto del mundo le espera un año turbulento; pero a eso ya nos estamos acostumbrando.