FABULAR Y MENTIR

Entre fabular y mentir

Con frecuencia es muy complejo trazar una línea divisoria entre la fabulación y la mentira. | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

Con frecuencia es muy complejo trazar una línea divisoria entre la fabulación y la mentira. Nos sucede al escuchar una narración e intentar entender qué sucede cuando sabemos que una buena parte de la historia que nos comparten no corresponde a la verdad, abunda en hechos que no sucedieron y coloca a quien narra en una circunstancia de tintes heróicos, singularísimos, muy distintos de las experiencias de vida que le conocemos. La primera vez que caí en cuenta que una persona muy cercana era tremenda fabuladora, fue cuando su candidatura a un puesto de trabajo lo llevó a circular su curriculum. ¿A qué hora habría vivido semejantes intensidades y por qué en su momento las habría mantenido en el más completo secreto? Ironizo, claro está. 

En la saga imaginaria, los organismos internacionales más connotados se disputaron sus servicios durante años y él habría desplegado sus conocimientos –en el centro mismo de los conflictos– de una esquina a otra del mundo. En la realidad, jamás trabajó en esos espacios internacionales y nunca se movió de la misma ciudad. Según la definición de la RAEFabular” consiste en: A) Inventar cosas fabulosas. B)Inventar, imaginar tramas o argumentos. 

Si la fabuladora nos cuenta un viaje imaginario, ¿está mintiendo? Pues sí: inventa una realidad alternativa que muy probablemente tenga como finalidad compensar una carencia interior importante. Lo que ante sí misma/o podría significar un “soy mejor de lo que soy”. “Merezco ser amada y admirada”. “Soy única/o”. “Elígeme”. “Mi vida ha sido interesantísima”.

En algunos estudios se propone la fabulación como distinta a la mentira, en el sentido de que el fabulador se convence de la veracidad de su historia, como si quien fabula, a diferencia de quien miente, sostuviera una relación más trastabilleante con la realidad. Pero ¿qué sucede con los fabuladores que son estafadores como el “candidato” que les cuento? ¿Son fabuladores o mentirosos? Dado que el deseo consciente de dañar es una de las características que se atribuyen a la mentira, el estafador es un mentiroso. Pienso por ejemplo en los especialistas en estafas amorosas a través de las redes y sitios de encuentro: sus “fascinantes” vidas que van del submarino al globo aerostático, tienen como fin seducir a sus víctimas potenciales. Saben minuciosamente lo que están haciendo. No les importa en lo más mínimo el daño que van a infligir. La ganancia es lo suyo.

Tengo la impresión de que el fabulador no va por “triunfar” sobre la otra persona como en el caso del mentiroso, muy probablemente su intención no sea abusar o burlarse, no desea convertir a quien lo escucha en su víctima, es más bien la necesidad de armar una imagen grandiosa de sí misma/o, un espejo de aumento en el cual mirarse. La persona que sin perseguir nada más que la atención que puede suscitar en el momento, nos narra sus tiempos de actriz estrella en los escenarios más rimbombantes, sin que nunca haya pisado escenario alguno. Cuenta los detalles, se emociona, guarda la admiración que suscita en quien sí le cree en su bolsita. La fabulación pareciera irrumpir desde los espacios de un narcisismo hipertrófico, por desvencijado. 

¿Sería “sanarse” la intención inconsciente del fabulador? Ese “engañar” que solo se enreda en sí mismo. ¿Mantener a distancia un dolor demasiado fuerte? ¿disminuirlo un poco? ¿intentar llenar el vacío que puede devorarnos? ¿Validarse? ¿Perdonarse de a saber qué culpa desconocida? Las “ganancias” del mentiroso son de otra naturaleza. Más conscientes, más planeadas, más utilitaristas. Al mentiroso le gusta dañar. Lo disfruta, lo vive como una forma de poder y de superioridad sobre los demás. “Esos pobres tontos” que creyeron en él. “Esos seres inferiores” que se dejaron estafar. “Si se dejaron engañar es porque se merecen el daño que se les haga”. La fabuladora nos cuenta que un hombre que la ama le regaló a la Diana cazadora para su cumpleaños, el mentiroso nos dice que a la Diana la acaba de comprar, y que nos la vende a plazos.