SHAKIRA

Shakira, el futbolista jubilado y la cantante jubilosa

El ex esposo de Shakira se llama Piqué, es un futbolista jubilado y la traicionó de tan miserable manera “con una como él”, ¿y cómo es él? | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

“La sororidad no es un cheque en blanco... (Clara)... debe saber que meterse en la casa de otra mujer, acostarse en su cama, comerse a su marido y su mermelada, tiene consecuencias...”

–Carolina Hernández Solís

Leía la lacónica declaración de Isabel Preysler anunciando su separación de Mario Vargas Llosa y la catarata escatológica que vino después (y no para), cuando me llamó una amiga y se la comenté: “ay, sí, se dejaron, pero la ruptura de Shakira y su marido, ¿ya viste?” Cero interés en si el escritor de  “La ciudad y los perros” de verdad es celoso, ¿quizá solo se aburrieron? Ella de tantos libros y él de tantas fiestas. Nomás perdiendo el tiempo de chismosa. ¿Intentará regresar Vargas LLosa con la sobrina de la tía Julia? Por más que revistas y diarios han intentado hacer correr la sangre -hasta la infinita vulgaridad- entre el premio Nobel y escribidor, la sobrina de la tía Julia y la señora Preysler, los vericuetos de la despedida atañen a muy pocos. En cambio, imposible no enterarse de que el ex esposo de Shakira se llama Piqué, es un futbolista jubilado y la traicionó de tan miserable manera “con una como él”. ¿Y cómo es él?

“Es que tienes que escuchar la canción”. Después ya fue imposible no escucharla, retumba por todos lados y la musiquita se queda pegada en la cabeza como con resistol cinco mil. Dada mi generación pensé en Lupita D’Alessio y en Amanda Miguel, reinas indiscutibles de los Festivales del Despecho. “La ‘amante’ del marido de la Shaki se instalaba en su casa cuando ella viajaba” “¿En su casa?” “Sí, en su mismísima casa. Y se comía su mermelada”. No me atreví a preguntar de qué frutas, pero el dato doméstico me convirtió en una leal de la Shaki. Todas sabemos que entre más se inmiscuya esa mujer a la que para los fines de este párrafo vamos a llamar “la Otra”, en los territorios de la mujer a la que vamos a llamar “la Una”, más grande será la indignación de “la Una” (y del restringido o muy vasto mundo de quienes la apoyan) al momento de la “descubierta”. 

Entre la desconocida que le muerde la oreja al marido de otra mujer, y la que además se dedica a aproximarse y/o ocupar sus espacios para hacerse visible a como dé lugar, hay una importante diferencia. Ni hablar cuando la colaboradora del engaño de un marido corre a hacerse la amigüis de la Una. Comienzo por el vínculo entre mujeres porque me costaría mucho trabajo creer que a una novia del marido de alguien como Shakira, se le olvide que su “Otra”, es ni más ni menos que Shakira. Aun en los niveles más terrenales: la Otra que invade a la Una, muy probablemente quiere algo que la Una es. Algo que ella quisiera ser. ¿Qué hacía Clara en esa casa? ¿De qué intentaba despojar a la cantante que es -sin duda- una bomba de sensualidad tan admirada y querida? La canción de Shakira ajustando cuentas con su ex esposo mentirosillo y traidor –y descontándose a “la otra mujer”– se convirtiò en un éxito rotundo a velocidades que nos pasman. 

El engaño bajo su techo y sobre su cama. Diositas. ¿Se probaría sus vestidos frente al espejo?  Me sumergí en la lectura de las discusiones en redes en las que –y fue lo que más me llamó la atención– la palabra “sororidad” irrumpe constantemente. Y luego, que si la loba, que si el novato, que si una igual que tú. Y la sarcástica claridad de Shakira: quien rompe un pacto amoroso (que incluye hijos) también deja volando cantidad de acuerdos prácticos compartidos: “me dejaste de vecina a la suegra, con la prensa en la puerta y la deuda en Hacienda”. Tengo la impresión que las líneas que han causado las mayores delicias son: “Te creiste que me heriste y me volviste más dura las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”, porque a casi todas en circunstancias similares nos habría gustado/nos gustaría, vengarnos de manera activa, en lugar de dejar la venganza a “la vida”, que con frecuencia, es cierto, hace justicia. También porque sí, es cierto, la urgencia de engañar y exhibirse en el engaño es de “novatos”. ¿Resentidos? Muy probable. Resentidos ante esa “loba” que ellos solitos se inventan. 

Me pareció desopilante que se le reprochara a Shakira no sersorora” con Clara. ¿Cómo? La sororidad se elige y se construye, es una elección amorosa y política de respeto y cuidado mutuo, una no puede ser sorora con cualquiera, incluida una mujer que no se detuvo un segundo ante el daño que iba a causar. Lo que sí puede existir a priori es una elección de no discriminación hacia las otras mujeres, hasta que... Entre todo lo que escuché y leí me encantó Carolina Hernández Solís con su “La sororidad no es un cheque en blanco” y me reí a carcajadas cuando Carolina se sorprende de la dificultad de otras mujeres para aceptar que pues sí, Shakira siente dolor, ¿por que le exigen que sea “Incapaz de arderse con la morra que se comió a su marido y su mermelada”? No manchen, Piqué y la doñita vaciaron el frasco.

Y, sí, el oscuro goce de engañar es para algunas/os intenso, adrenalínico, una delicia en sí mismo y con frecuencia ¿una revancha? Me da sonrojo la comparación entre relojes y entre carros. “Reducirnos de esa manera a las personas”, diría en otras circunstancias. Pero, ¿acaso no hay una fantasía de superioridad en quien engaña con respecto al/la engañado/a? ¿Por qué se privaría la Shaki del goce de la venganza?