BIDEN Y AL

Biden y AL, dos años después

A los dos años de Biden y América Latina, la política exterior de EU se ha trasladado a los políticos, la Casa Blanca y el Consejo de Seguridad. | Francisco Santos

Escrito en OPINIÓN el

Gran parte de la vida pública de Joe Biden fue en el comité de relaciones exteriores del Senado. Era uno de los pesos pesados en materia de política exterior. Si esto se suma a los ocho años de vicepresidente con Obama donde fue el encargado de América Latina pues la esperanza con su llegada a la presidencia era que la región iba a tener prioridad en su agenda.

Es más, cuando Obama hizo el proceso de normalización con Cuba, a cambio de nada como fue el acuerdo con Irán, uno de los que se opuso fue el entonces vicepresidente Biden. Biden parecía preparado para ejercer un liderazgo en la región único, con conocimiento y en medio de una amenaza global a la democracia regional con una China, Rusia, Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua activos como nunca en la historia de América Latina.

La verdad nada de esto se dio. Al contrario, América Latina hoy no existe en la agenda de política exterior del actual gobierno y cuando han tenido las oportunidades se ha demostrado una falta de liderazgo total. No hay política y quienes la ejecutan en la Casa Blanca, que es donde hoy se hace la política, pues el Departamento de Estado cada día pierde más poder, no tienen el conocimiento, la experiencia, la capacidad o influencia para tener impacto dentro del gobierno y mucho menos en la región.

Parte de esta crisis tiene que ver con la desinstitucionalización de la política exterior que se ha trasladado de los profesionales, el departamento de Estado, a los políticos, la Casa Blanca y el Consejo de Seguridad. Esto empezó con el presidente George Bush cuando Condolezza Rice como consejera de seguridad empezó a cambiar el papel de coordinación del consejo y comenzó a diseñar política. Con Obama, que lo aumentó de tamaño y de poder, las dos grandes políticas exteriores se hicieron desde la Casa Blanca, el acuerdo con Irán y la normalización de la relación con Cuba. Ambos fueron un fracaso. Con Trump todo el poder se fue a la Casa Blanca y al Consejo de Seguridad. El Departamento de Estado perdió a muchos de sus mejores diplomáticos, y la verdad entró en una inercia grave que le restó poder.

Con la llegada de Biden y de Antony Blinken todos pensamos que el Estado recuperaría su papel de diseñador e implementador de política exterior. Pero no. Sorpresivamente un hombre institucional como Biden dejó las cosas como eran y hoy, sin la peleadera entre instituciones de la época de Trump, son Jake Sullivan el Consejero de Seguridad Nacional y Juan Gonzales, consejero para el hemisferio occidental, quienes manejan la política exterior de Estados Unidos el primero y la política hacia el continente el segundo. Tristemente, el departamento de Estado que tiene el personal preparado además, pierde aún más peso y su voz, su historia, su trayectoria y su conocimiento se desvanecen y no tienen la influencia de otrora.

Eso nos lleva a los dos años de Biden y América Latina. Con el agregado de la crisis de Ucrania, muy bien manejada, que obviamente le quita atención al continente aún más. Pero si miramos los hechos vemos lo poco y lo malo que se ha hecho en el continente en estos dos años.

El primer hecho es la visita de Juan Gonzales a Centroamérica donde se va con todo contra los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras. Por temas de derechos humanos y de corrupción. Bien podría haberse manejado de otra manera, pero el inexperto funcionario comenzó una batalla mediática contra estos presidentes. Nada quedó de eso, no había una política, pero había que hacer puntos en Washington. Y EU perdió aliados para el manejo del tema de migración y se ganó gratis la enemistad innecesaria en esos países

Luego viene la Cumbre de las Américas. Donde se esperaba algo grande, un gran acuerdo de migración. O un gran acuerdo comercial para contrarrestar a China. Se podía haber mandado una señal. No. Acabó siendo una pelea con México por no invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela, lo que estaba bien. Y en vez de volver ese espacio un debate sobre libertades o riesgos futuros o cooperación se acabó hablando de inclusión social, cambio climático, transformación digital. Ah y democracia. Fue un fracaso, una oportunidad perdida con casi todos los presidentes del continente.

Otro hecho de trascendencia fue la reunión de Gonzales con el más corrupto y el peor violador de Derechos Humanos del continente, Nicolás Maduro. Un año antes había dado cátedra en Centroamérica y ahora se sentaba a manteles con el peor. Y le regaló el alivio de sanciones a personajes de la kleptocracia de Maduro, es decir mafiosos y corruptos, la liberación de los sobrinos de la esposa de Maduro y el permiso de Chevron para exportar petróleo. ¿A cambio de qué? De nada.

Y finalmente, porque esos han sido los hechos relevantes pues los demás como la Cumbre con México y Canadá acaban siendo simbólicos y sin contenido, el silencio frente a lo del Perú. No tener  un pronunciamiento contundente de defensa de la democracia ante el intento de golpe de Castillo y su destitución legítima por parte del Congreso es desconcertante.

Pero si uno lee lo que dijo Jake Sullivan hace unos días sobre América Latina se comienza a entender que piensa este gobierno de la región. Sullivan dijo, “debemos tomar a América Latina como la encontramos y mantener relaciones efectivas y constructivas”. Es decir mejorar relaciones con Cuba, con Venezuela y con las dictaduras del continente. Quiere decir: no hagamos ningún esfuerzo por fortalecer la democracia y las libertades. Quiere decir: la región no nos importa si no es una amenaza a la seguridad nacional.

Lo que hoy es grave pues, como nunca, es la presencia rusa, iraní y china que está cambiando el balance geoestratégico de la región. Rusia como disruptor, Irán encontrando financiación para Hezbollah en negocios ilegales en la región y entrenando en guerra asimétrica, por ahora, a Venezuela. Y China como epicentro de comercio exterior que comienza a ejercer ese poder económico de manera mucho más asertiva.

Hoy China es más influyente que Estados Unidos en buena parte del continente. Así las cosas, tocará esperar que en 10 o 15 años, cuando ya sea tarde, China tenga una base naval en la región para contrarrestar el poder americano en el sudeste asiático y distraer a la armada de Estados Unidos para poder lograr su objetivo mayor, la reconquista de Taiwán.

¿Y el tema de migración? El único que les interesa. Pero con ese desastre interno es imposible lograr una política seria que sea un incentivo de trabajo conjunto de todos los países. Que millones de ciudadanos emigren les conviene a los dictadores, menos gente que alimentar y menos oposición y no les conviene a las democracias, pierden mucha gente calificada, aunque se beneficien por las remesas.

Finalmente, Biden nombra a su gran amigo del senado y experto en política exterior, Chris Dodd, como asesor especial para América Latina. Ojalá eso signifique un giro, por lo menos en interés, de la política exterior del actual gobierno hacia la región. Dodd de todas maneras va a mantener su empleo en el sector privado, lo que significa que va a trabajar parcialmente en el tema. No estuvo en la reunión de México o en la inauguración de Lula. Dos hechos muy importantes en la región.

El trabajo parcial de Dodd es bien simbólico pues muestra el verdadero afán e interés de EU del río Grande hacia el sur. Por ahora tocará esperar a ver. Pero mejor no hacerse ilusiones.