LUCHADORES DEL ÁMBITO OBRERO

¿A dónde van los que luchan en ese devenir obrero?

Goyo, Belarmino, Fray Miguel Concha, José Luis Romero y Gertrudis Méndez son aquellas personas que seguirán construyendo caminos para los trabajadores. | Manuel Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

Jorge Luis Borges escribió en uno de sus poemas: “La muerte es una vida vivida…”, hay algunos atrevidos que eligen transitar en los canales de la vida obrera, ser actores o acompañantes de sus sueños, retos, esperanzas, triunfos y derrotas. Vivir de manera intensa.

Esas personas cargadas de vida son como oxígeno para quienes luchan en la adversidad del mundo del trabajo; están desde la construcción de terrones de esperanzas hasta lograr hacer sólidas las piezas de esa forma de conexión que se llama solidaridad incondicional.

En pocos días se han ido grandes amigos que han trajinado en ese, el devenir obrero. Se fueron Goyo Caballero, Jorge Belarmino, Miguel Concha, José Luis Romero y más antes Gertrudis Méndez.

Gregorio Caballero, “Goyo” como le decían sus compañeros de la Fábrica “Isabel”, se fue en plena Navidad pasada. En el año de 1977 encabezó un movimiento laboral sin precedentes. Durante siete días resistieron dentro de la fábrica, que elaboraba envases de hoja de lata, para que se reinstalara a uno de sus compañeros.  Durante ese tiempo las líneas de producción pararon en protesta. Era impresionante el silencio de las máquinas ante los vítores de los trabajadores.

Fue la primera fábrica que conocí por dentro. La convicción de ese grupo de obreros encabezada por Goyo me impactó, así como a sus familiares que se unieron a la lucha obrera. Por las angostas calles de Azcapotzalco desbordaban manifestaciones respaldadas por los vecinos con aplausos y gritos de ánimo. 

Goyo fue nombrado por sus compañeros como secretario general, por esos tiempos en que el viejo modelo sindical de control se empezaba a resquebrajar. Cuando protestaban dentro de la fábrica hacían marchas, pegaban cartulinas para demandar respeto a su trabajo ante el asombro de los supervisores que se iban corriendo a sus oficinas. 

Jorge Belarmino Fernández falleció el primero de enero de 2023, y más que un poeta, era un rebelde escritor; participó en el colectivo “Información Obrera”, para dar voz a las luchas que encabezaban los trabajadores en los años 80. Desde esos espacios reseñaba el mundo de la resistencia de los trabajadores a los que se les atravesaban las huelgas con sus banderas rojinegras, en su crónica llamada “San Ecatepec de los Obreros”, parecía que caminaba junto a ellos en todas sus andanzas. 

Belarmino siempre era divertido en sus relatos y genial narrador de la historia de los trabajadores, pero también al escribir lo hacía como testigo de aquellas luchas obreras. 

En 1974 cuando la huelga de General Electric relataba la actitud de un tembloroso funcionario que entregaba: “a la carrera el papel en el cual la Secretaría del Trabajo declaraba la inexistencia de la huelga, el mundo alrededor de las dos plantas pareció vaciarse, dejando a solas con los demonios al centenar y medio que hacíamos guardia en las puertas”.

Miguel Concha Malo, “Fray Miguel Concha”, quien falleció el pasado 9 de enero, era un religioso que no solamente acompañaba las luchas obreras, sino que su labor fue reconocida en todos los espacios de la defensa de los derechos humanos. A él no solo lo recuerdo como escritor, sino también como solidario con los familiares de Pasta de Conchos, su presencia ayudó a los desalojados de todos lados.

En la década de los ochentas contribuyó a fortalecer la estructura de las organizaciones defensoras de derechos humanos. Su labor solidaria repercutía en la lucha de la justicia en favor de los perseguidos. Repartía siempre, a diestra y siniestra, bendiciones y sonrisas a todos por igual. 

Abrió camino para que los sacerdotes progresistas en los años setentas pudieran tener voz en la defensa de los derechos humanos a través de los medios de comunicación de aquella época. 

José Luis Romero y Velázquez fue un abogado que desde los años setentas se dedicó en cuerpo y alma a la defensa de los sindicatos independientes. En esos tiempos encabezó movimientos de huelga en las zonas de Naucalpan y Tlalnepantla que cimbraron al sector patronal.

Lograba reunir a los trabajadores en asambleas para que ante notarios públicos constituyeran coaliciones obreras, y con esa constancia emplazaba a huelga únicamente con el trámite ante las Juntas de Conciliación y Arbitraje. 

Armando jurídicamente en lo que se decían las huelgas constitucionales para exigir contratos colectivos de trabajo aprobados por las asambleas obreras. Era común darse cuenta de su presencia cuando intervenía, siempre acompañado de trabajadores, su voz grave lo delataba. Hasta su muerte, ocurrida el pasado 14 de enero, su compromiso con los obreros nunca decayó.

Gertrudis Méndez Hernández fue un trabajador por 27 años de la empresa C.A.A.S.A., que se dedicaba a la explotación de pozos petroleros. En 1987 inició una huelga en la que participaron 840 trabajadores y que se prolongó por más de 10 años ante el abandono patronal. Después la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje permitió el remate de dos bienes inmuebles como pago, que nunca les fueron entregados ya que el abogado que los representaba se quedó con ellos.

Hasta su muerte ocurrida a mediados de 2022, acudió a diversas instancias, fiscalías de justicia, Juntas de Conciliación y Arbitraje, Secretaría del Trabajo, Gobierno del estado de Tabasco, presidencia de la República, y nunca logró que se recuperaran los bienes en favor de los trabajadores. 

Gertrudis habitaba en el estado de Tabasco, quien, junto con sus compañeros, y hasta su último aliento, reclamó justicia que nunca llegó. 

Jorge Luis Borges escribía: “cómo puede morir una mujer o un hombre o un niño, que han sido tantas primaveras y tantas hojas, tantos libros y tantos pájaros, y tantas mañanas y noches”. 

Goyo, Belarmino, Fray Miguel Concha, José Luis Romero y Gertrudis Méndez son aquellas personas que siguen construyendo caminos para los trabajadores y que nunca estarán ausentes.