CUMBRE AMÉRICA DEL NORTE

Vecinos distantes

Procuremos ser socios confiables, sólo así, estaremos en condiciones de exigir un trato recíproco. | Marco Adame

#OpiniónLSR.
Escrito en OPINIÓN el

La Cumbre de Líderes de América del Norte representa una oportunidad para impulsar el desarrollo integral del país, para ello, es indispensable avanzar en la integración regional, concretar acuerdos estratégicos con nuestros socios y superar los prejuicios ideológicos que se anteponen al interés nacional.

El Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá es el mecanismo para mejorar la integración entre tres naciones que, en la práctica, siguen siendo, como bien lo describió Alan Riding hace casi 50 años, “vecinos distantes”.

Sin caer en estereotipos o etiquetas discriminatorias, es necesario identificar las áreas de oportunidad y complementariedad ente tres países, unidos por importantes lazos de vecindad y por un tratado comercial que, al mismo tiempo, están confrontados por visiones hegemónicas en las naciones desarrolladas; o por el incumplimiento de contratos y el cambio de reglas, derivadas de visones centralistas y prejuicios ideológicos instalados en sectores estratégicos del gobierno mexicano.

Al margen de ingenuidades, nuestro país debe superar la desconfianza o el miedo ancestral al intervencionismo y hacer valer su posición estratégica en temas vitales como las energías limpias, la riqueza cultural, la biodiversidad, la integración social y la fuerza laboral; y dar un paso adelante en los acuerdos de seguridad regional y atención corresponsable a la crisis migratoria, buscando ser parte de la solución equitativa, legal  y sustentable a los desafíos de la región más competitiva del mundo.

Al mismo tiempo, se debe exigir a nuestros socios comerciales el respeto irrestricto a la soberanía, la identidad y las ventajas comparativas de nuestro país, superando la indigna posición de irrelevancia en la que muchas veces nos han colocado. La visita de los jefes de estado de América del Norte debe superar la anécdota y dejar de usar la cordialidad como estrategia para mantener, por la vía del poder blando, sus intereses de manera unilateral.

Hay que tener presente, que el respeto a la soberanía no impide el interés mutuo en preservar los valores democráticos y las libertades en los tres países, al contrario, lo supone si en verdad aspiramos a un verdadero desarrollo integral y regional. De ahí que sea inaceptable el disimulo o la indiferencia ante la proliferación de malas prácticas antidemocráticas o la deriva autoritaria en cualquiera de las tres naciones.

Como conclusión de la cumbre deberíamos apostar por mejorar el entendimiento entre nuestros países, superar la arrogancia, el cálculo político y la visión de corto plazo del gobierno federal y aspirar a una integración más allá de lo comercial.

Los desafíos que enfrentamos como país y como región, en un mundo que se reconfigura en nuevos bloques regionales, que sufre los estragos de la guerra en Ucrania y que se disputa la supremacía ante la emergencia de países como China, hace obligada la promoción de una agenda multilateral que promueva la unidad y la paz en el mundo. Esto solo se puede lograr si fortalecemos nuestros lazos de unidad y sana vecindad en la región a la que pertenecemos.

Es momento de tomar la iniciativa, no podemos seguir jugando al agravio o la incomprensión de nuestros vecinos para justificar las grandes causas nacionales. Asumamos nuestro papel con madurez y procuremos ser socios confiables, solo así, estaremos en condiciones de exigir un trato recíproco.