EL METRO Y SU PRESUPUESTO

El metro y la mano

El Metro, con 12 líneas construidas, de momento 11 en operación, también puede recordarnos a las líneas de la mano y nos da múltiples abordajes de la ciudad. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

Marc Augé es una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo, con una obra amplia en la etnología y la antropología modernas. Escribió en 1982 “El viajero subterráneo, un etnólogo en el metro”.

“Pues las líneas de metro, como las de la mano, se cruzan; no sólo en el plazo donde se despliega y se ordena la urdimbre de sus recorridos multicolores, sino también en la vida y en la cabeza de cada cual. Por lo demás, ocurre que esas líneas se cruzan sin cruzarse, a la manera de las líneas de la mano justamente: afectan ignorarse, soberbias y monocromas, rasgos que unan de una vez por todas un punto con otro sin preocuparse de las ramificaciones más discretas que permiten a quien las sigue cambiar radicalmente de orientación”.

Años más tarde, en 2010, publicó “El metro revisitado”, donde reflexiona sobre las implicaciones del tren metropolitano. Augé es también autor del término “no lugar” en referencia a espacios de transición urbana que pueden ser idénticos unos a otros, los cuales carecen de importancia. No es el caso del metro, al que el autor francés le asigna una perspectiva etnológica, como él la llama; antropológica, diría yo.

Leer a Augé en México siembra en mí la tentación de algún día publicar reflexiones similares pero con el enfoque local. El Sistema de Transporte Colectivo Metro, con 12 líneas construidas, de momento 11 en operación, también puede recordarnos a las líneas de la mano y nos da múltiples abordajes de la ciudad: muchas veces la misma ciudad.

En mi historia propia, entré por primera vez al subterráneo en Juanacatlán, línea 1, por ahí de 1982. Fuimos al centro, mi padre y yo, como sardinas. Sólo había cinco líneas en operación, tres saturadísimas y dos irrelevantes. La línea 3, a partir de 1984, fue mi cuartel general y no sólo me servía para llegar a la secundaria, sino desde las estaciones División del Norte y Eugenia me movía hasta los límites de la red, que paulatinamente fue creciendo durante mi adolescencia e inicios de la edad adulta, para luego estancarse.

He tenido la oportunidad de caminar por las vías por cuestiones profesionales, más no en calidad de usuario. Sí he sufrido la suspensión del servicio alguna vez, tiempos de espera holgados, nunca un asalto, ni el robo de la cartera. En una ocasión iba con una propuesta para un posible cliente; el metro tardó y venía completamente lleno. Mis documentos terminaron arrugados.

Soy usuario regular pero no diario. Digamos que unas dos veces por semana. Eso me distancia un tanto de las problemáticas de cada línea. Según han presumido nuestras autoridades locales, la percepción de los usuarios ha mejorado, no empeorado, como uno supondría. No obstante, en tres años se han tenido más incidentes mortales que en los 50 años previos. Eso preocupa y eso apunta a una mala gestión.

Conozco a los últimos directores del metro. Guillermo Calderón es un gran técnico, como también lo es Florencia Serranía; esta última desprestigiada pues a ella le han tocado tres de los cuatro incidentes mortales de esta administración. Pese a los problemas, mi opinión respecto a los directores permanece firme, pero hay datos preocupantes.

En 2019 hubo un recorte significativo al presupuesto del Sistema de Transporte Colectivo, que continuó en los siguientes dos ejercicios. Fue a raíz de la caída de un tramo de la línea 12 que el presupuesto volvió a incrementarse para 2022 y 2023, pero sin compensar el impacto inflacionario. El presupuesto de 2018, de 17,548 millones, que con una inflación acumulada de 23% representa 21,729 millones de pesos actuales, fue entonces 15% más alto que los 18,847 millones de pesos previstos para este año.

Es decir, mi percepción es que los problemas del metro han crecido como consecuencia de los recortes presupuestales so pretexto de la austeridad, poniendo en riesgo la confiabilidad del servicio y la seguridad de los usuarios. Los funcionarios mencionados son responsables en tanto lo saben y lo callan. Aún cuando en 2022 se empezó a incrementar el presupuesto, el daño estaba hecho y crecieron los rezagos y retos en materia de mantenimiento.

Me preocupa el abordaje de quienes no usan el metro. Las noticias han sido tan malas que crece un profundo desprecio de los no-usuarios no solo al sistema, sino a sus viajeros, que a pesar de los incidentes y del covid-19 lo seguimos utilizando. El metro debiera ser utilizado por todos y con seguridad, he ahí el reto de la siguiente administración, más la urgente expansión de la red, de la que hablaremos la próxima semana.

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