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Ejército y Marina, las batallas en el Senado

La primera carga en el Senado de la República la perdieron el general Luis Cresencio Sandoval, el almirante Rafael Ojeda y el comandante Luis Rodríguez Bucio. | Jorge Alejandro Medellín

Escrito en OPINIÓN el

La primera carga de caballería, de blindada, de infantería, transmisiones, aeronaval y operaciones especiales en el Senado de la República la perdieron el general Luis Cresencio Sandoval, el almirante Rafael Ojeda y el comandante Luis Rodríguez Bucio.  

El problema es que, más allá de ser ésta una figura periodística para ejemplificar lo ocurrido en tres días de intensa, inusitada e inopinada batalla guerra legislativa para sacar adelante las reforma que hubiera permitido mantener a las tropas en las calles hasta 2028, el símil tiene un sustento real. 

Dante Delgado, senador y coordinador nacional del Movimiento Ciudadano (MC), no aguantó más y al final de la tercera carga sobre las posiciones legislativas que buscaban frenar el avance de la militarización 4T, soltó una parte de lo vivido y se refirió a las “prácticas perversas y mezquinas” de los personeros de la Defensa Nacional, de la Marina-Armada de México y de la Guardia Nacional para ablandar la resistencia de los senadores antimilitaristas

“Se han utilizado las prácticas más perversas, mezquinas, inimaginables para agraviar, ofender y lastimar la independencia de las decisiones de las y los senadores que integramos este bloque”, reveló el senador para referirse a las invitaciones, chantajes y amenazas de los uniformados vestidos de civil que acompañaron al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, en su intensa labor de ablandamiento en los pasillos del Senado y en los rincones de un hotel vecino a esa sede. 

Al final de las tres jornadas, el cañoneo, por muy poco, no pudo abatir a las defensas de la cimbrada oposición y la plaza no cayó como lo deseaban los jefes de soldados, pilotos, marinos y guardias representados por un puñado de jefes y oficiales vestidos de paisano. 

Pero al final, el símil sigue siendo dolorosamente válido para poner en la mesa las cifras del desastre, del brutal fracaso militar y civil en el combate a la inseguridad que, tan solo en cuatro años de este sexenio, ha costado la vida a 126 mil 206 mexicanos asesinados en eventos vinculados con el crimen común y federal. 

Así nos ha ido en el país con los militares, los marinos y los guardias nacionales defendiendo al pueblo del que se nutren sus filas, reza desde hace décadas la cantaleta oficialista. Así les fue a ellos en el Senado al tratar de doblegar a los opositores de la militarización rampante y, al mismo tiempo, ineficaz, ineficiente y sangrienta que no resuelve nada. 

El irresponsable presidente Andrés Manuel López Obrador se niega a reconocer, a aceptar esto pese a tratarse de datos duros, de números y recuentos oficiales, de sus números, de sus muertos, sin sumar, claro, a los desaparecidos, a los que siguen en fosas clandestinas no ubicadas ni abiertas aún, a los que, ahora sí, los militares y marinos y guardias van a defender, cuidar y proteger con todo. Ahora sí. 

Cuando su mandato termine se habrá instalado en la historia del país, del continente y del mundo de las izquierdas empoderadas como el más violento y fallido en el combate a la inseguridad, al crimen y a sus devastadoras consecuencias. 

“Lo quiero subrayar de manera muy clara: a pesar de todo lo que hicieron el secretario de gobernación, el secretario de defensa, el secretario de marina, no lograron su propósito”, señalaba Dante Delgado para dar algunas pinceladas de lo que fueron las batallas en el Senado. 

Por ahora la plaza fue bien defendida, pero López Obrador y sus generales y almirantes y comisarios se reorganizarán y volverán a la carga para tratar de imponerse y conservar el orden de las cosas sin importar las miles de vidas que se seguirán perdiendo en el gobierno del cambio, de los diferentes a los otros, de los incorruptibles que vinieron a salvarnos de nosotros mismos a partir de la infalible estrategia del miedo, del terror