TSITSI DANGAREMBGA, ESTADO DE NERVIOS

El rescate de la educación femenina

Tsitsi Dangarembga relata en su novela “Estado de nervios”, un cuadro vívido de su país y de la situación tan difícil que vive la mujer en una nación de hombres. | Jorge Iván Garduño

Escrito en OPINIÓN el

Hoy en día, en las naciones en desarrollo, una de cada siete niñas contrae matrimonio antes de los 15 años. Las hijas de estas niñas suelen hacer lo mismo; muchas son abuelas antes de los 30. Ellas suelen dejar la escuela y empezar familias a mitad de su adolescencia o inclusive antes –8, 9, 13 o 15 años de edad–, volviéndose a menudo víctimas de violencia intrafamiliar, enfermedades y complicaciones al momento del parto, que muchas veces devienen en daños irreversibles incluyendo la muerte.

Estudios del Banco Mundial, Naciones Unidas y movimientos no lucrativos demuestran que mantener a estas chicas en la escuela y retrasar el momento del matrimonio las beneficia a ellas y sus comunidades al reducir la mortalidad infantil, aumentar el ingreso familiar y detener la propagación del VIH-sida, por lo que es determinante buscar formas para hacer que las jóvenes sean más valiosas para sus familias como proveedoras de ingresos en lugar de esposas o “mujeres” comprometidas.

Muchos países alrededor del mundo, principalmente en Asia, Oceanía y el continente africano realizan este tipo de prácticas que lo único que provocan es dejar sin ninguna oportunidad a la mujer para decidir sobre su futuro, sus oportunidades y que sean vistas como simples objetos del “hogar”, situación que pone al margen al género femenino en la sociedad.

Sobre esta situación, Tsitsi Dangarembga (1959, Zimbabwe) relata en su fascinante novelaEstado de nervios”, una muy atractiva memoria personal que transcurre en la Rhodesia colonial de la década de 1960, a la vez que nos crea un cuadro vívido de su país y de la situación tan difícil que vive la mujer en una nación de hombres.

Estado de nervios” nos habla sobre la rama familiar de Tambu, quien se dedica a la agricultura y quien vive sus primeros años de vida en la granja marcados por el duro trabajo y por una profunda sensación de injusticia que recorrerá espectralmente toda la obra.

Tambu pertenece al patriarcado Shona, por lo que se atiene a las normas de este grupo étnico, uno de los tres oriundos de Zimbabwe, pero una firme decisión acecha su mente: ella no piensa resignarse como su madre ni a la pobreza que implica el ser negro ni a las cargas de la condición de la mujer africana.

Sin embargo, su padre considera que no tiene sentido enviarla a la escuela puesto que para alimentar a su futuro marido no podrá cocinar libros, por lo que deberá de someterse a las reglas de su etnia. Tambu se da cuenta muy pronto de que la educación es su única salida y tendrá que aprovechar su condición de estudiante sobresaliente y una clara determinación.

En la escuela, Tambu se introduce en el mundo exitoso de su tío y la familia de éste en cuyos miembros se aprecia la huella del tiempo que han vivido en Inglaterra y se involucra además en los trastornos alimentarios de su prima Nyasha; sin embargo, en el nerviosismo y el afán controlador de su tío, Tambu distingue las tensiones provocadas por la situación colonial gracias al hecho de estar atrapados entre dos mundos.

Ese es el campo minado que debe atravesar Tambu durante su educación, agravado también por otras cuestiones más decisivas en torno a la identidad femenina negra que se manifestará a través de la experiencia única de las cuatro mujeres que protagonizan esta novela tan excelentemente lograda.

Finalmente, lo que Tsitsi Dangarembga plantea es una realidad innegable: la educación crea su propio ciclo y el estudio le dará a la mujer africana una ventaja sobre otras a las que les será negada.