MIGRACIÓN

Migración imparable

La imparable migración continúa. Desde las ciudades mexicanas de Ciudad Hidalgo y Tapachula, los migrantes buscan dar el salto hacia Estados Unidos. I José Luis Castillejos

Escrito en OPINIÓN el

Violencia política, persecución, acoso de pandillas, extorsión de grupos delincuenciales y factores económicos siguen provocando que miles de personas continúen desplazándose desde Sudáfrica, el Caribe y Centroamérica hacia la frontera sur de México.

La imparable migración continúa a diario. Desde las ciudades mexicanas de Ciudad Hidalgo y Tapachula, que les sirven de trampolín, los migrantes buscan dar el salto hacia Estados Unidos.

Su paso por esas ciudades y otros poblados fronterizos del sur de México vienen generando una serie de problemas por donde transitan.

Datos oficiales de Naciones Unidas indican que el número de personas refugiadas y solicitantes de asilo tan solo de Centroamérica ha crecido significativamente a nivel mundial, llegando a más de 470 mil y un alto porcentaje es por la frontera sur.

También personas de Honduras, El Salvador y Guatemala se han visto obligadas a huir por la violencia y la inseguridad. La mayoría huye de la opresiva influencia del crimen organizado, ya sean carteles de drogas o pandillas urbanas activas en esos países, donde las frágiles instituciones nacionales no pueden brindar la protección necesaria.

Otros huyen de la inestabilidad política en Nicaragua, donde la persecución ha llevado a más de 88 mil personas a abandonar el país, indicó la ONU.

Un alto porcentaje huyen de las múltiples formas de violencia y persecución que han provocado el desplazamiento forzado en esa región durante años continúan y, en algunos casos, se han agravado durante el confinamiento por causa del covid-19.

En el contexto de la pandemia, líderes comunitarios en las áreas del norte de Centroamérica, donde trabaja el ACNUR, reportaron una mayor vulnerabilidad a la persecución.

Las personas, blanco de las pandillas, eran más fácilmente ubicadas debido al confinamiento. Una arremetida oficial en El Salvador mandó, sin embargo, a la cárcel a miles de integrantes de la pandilla Mara Salvatrucha y eso en cierta forma trajo tranquilidad a ese país conocido como el “Pulgarcito de América”.

Suman miles los testimonios de personas que indican que huyeron debido a que eran víctimas de la extorsión por parte de los pandilleros. Muchos conductores de autobuses o camiones de carga y combis de pasajeros han tenido que salir huyendo al no soportar las amenazas.

La afluencia de centroamericanos, africanos y ciudadanos del Caribe han comenzado a generar una mayor demanda de servicios públicos en Tapachula donde las autoridades en cierto momento se vieron rebasadas.

Aunque la presión no es la misma que la del año pasado o del inicio de la pandemia, se observan a personas extranjeras en el corazón de Tapachula. Ahí en los mercados Sebastián Escobar o San Juan compran sus alimentos.

Algunos de los migrantes han optado por vender comida de sus respectivos países, refrescos, bisutería u ofrecer servicios de albañilería, fontanería, limpieza de predios, o casas, entre otros.

Al enfocarse en la demografía de la movilidad humana a lo largo del corredor entre El Salvador, Guatemala y Honduras hacia México y los Estados Unidos, se evidencia un aumento visible en el número de familias en los últimos años, ya sea en grupos pequeños o como parte de grandes grupos mixtos, indicó la ONU.

La inestabilidad política en Nicaragua, donde la persecución ha llevado a más de 88 mil personas a abandonar el país y ahora el número de personas refugiadas y solicitantes de asilo de Centroamérica sigue aumentando significativamente.

Pero un problema que han enfrentado los migrantes, de todas las nacionalidades, son los prolongados tiempos de espera para que puedan tramitar documentos que les permita estar en México y transitar hacia Estados Unidos, generando una crisis humanitaria.

Venezolanos, cubanos, centroamericanos y africanos se han desplegado, tras cruzar el río Suchiate, a lo largo de la frontera. Han avanzado, van de pueblo en pueblo y algunos han sembrado la zozobra entre los transportistas y ciudadanos mexicanos que se oponen a los bloqueos que estos realizan en su pretensión de presionar a las autoridades.

Carlos Alberto González Zepeda, miembro del Grupo de Investigación del Seminario en Estudios Multidisciplinarios sobre Migración Internacional (GI-SEMMI) en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Cuajimalpa, explicó que la crisis humanitaria tiene su origen en el desplazamiento de decenas de personas de países donde hay situaciones difíciles, de las cuales viene huyendo.

“En años pasados se hablaba de una situación eminentemente laboral, pero en los últimos tiene que ver particularmente con la violencia que priva en sus países de origen, tanto la propiciada por organizaciones criminales como la causada por el Estado. Eso los obliga a escapar para sobrevivir”.

México asumió el compromiso de apoyar la migración al ratificar convenios y tratados internacionales, como la Convención de 1951, que obliga a los gobiernos a garantizar el principio de no devolución a un país donde su vida estuviera en riesgo.

En los últimos meses, los habitantes de Tapachula vivieron un panorama insostenible luego de que los migrantes tomaran literalmente por asalto el centro, generando un verdadero caos.

La presidenta municipal de Tapachula, Rosa Irene Urbina Castañeda, dijo recientemente que el año pasado unas 131 mil personas pidieron refugio y de estas el 70 por ciento lo tramitó en esa ciudad.

El flujo migratorio llevó a las autoridades de Tapachula a rediseñar planes de desarrollo tomando en cuenta los constantes flujos de personas.

Según un reporte de Milenio, la alcaldesa tapachulteca señaló que existe el compromiso del gobierno municipal con las agencias de la ONU, para “hacer de Tapachula una ciudad solidaria, próspera e incluyente, con infraestructura urbana que permita atender los desafíos que la migración nos enfrenta, con políticas públicas que privilegien la integración, creación y cohesión social”.

Todo ello abonará en la prevención del conflicto entre la población migrante y la población local, así como el respeto a los derechos humanos.

México deberá prepararse para nuevas oleadas de migrantes pues esto recién comienza y si no estamos preparados el caos será mayor al que ya se ha vivido en el sur de México.

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