RICARDO FLORES MAGÓN DEFENSOR DE LOS DERECHOS LABORALES DE LOS TRABAJADORES

Ricardo Flores Magón, en un par de hojas de papel

Ricardo Flores Magón construía en sus últimos años, en apenas un par de hojas de papel, un mundo de esperanza y trato digno para los trabajadores. | Manuel Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

Cuando me han preguntado en qué etapa me hubiera gustado vivir, he comentado siempre que sería acompañando a Ricardo Flores Magón en sus quehaceres de periodista, de escritor, de poeta, hasta de defensor de trabajadores y aprender más de ese instrumento que era su pluma libertaria. 

Incluso andar en las calles gritando, acompañando a jóvenes vendiendo el periódico “Regeneración” a riesgo de que me detuvieran, hacerlo para lograr ver la expresión de los ojos de esperanza de quienes lo compraban.

Flores Magón estuvo preso en diez ocasiones, que significaron más de trece años acumulados en diversos tiempos recluido en pocilgas, sólo por difundir sus ideas en contra del régimen de Porfirio Diaz que ahogaba cualquier protesta.

Lo imagino de apenas 17 años cuando cursaba el quinto año de la preparatoria, en mayo de 1892 acompañando a miles de personas en una protesta contra esa dictadura. No sé dónde yo me podría haber colocado para ver a tantas personas de aquellos tiempos, lo más cerca posible; él relataba:

“El cielo azul ardía en la gloria de su sol de mayo. Más de quince mil personas formaban la enorme comitiva que se dirigió al barrio populoso de la Merced. A su regreso era un río humano de más de sesenta y cinco mil personas. Lo más enérgico, lo más viril de México desfilaba por las calles de la rejuvenecida ciudad afirmando sus ansias de libertad y de justicia. Acobardado el Dictador, no se atrevió a ametrallar a la multitud que no pensaba en las armas sino en los comicios.”

En mis sueños me imagino de su carcelero amigo para darle aviso de las cartas que le mandaban sus amigos y camaradas.  Fueron 716 cartas las que recibió en los últimos 5 años de su vida de 1918 a 1922. Le decía yo en el imaginativo: “Don Ricardo, le llegó una nueva carta y alcanzaba a ver su sonrisa y su cabello chino alborotado con sus lentes redondos que le ocultaban sus ojeras. Él siempre era serio y pensativo; verlo sonreír era todo un acontecimiento.

Su mayor pasión era escribir, antes que demandar comida su prioridad era tener al menos un lápiz y hojas disponibles.  En esos cinco años envió 435 cartas a sus amigos y pudo escribir más, pero solo le permitían mandar tres cartas personales cada semana con una extensión máxima de dos hojas.

¿Cómo haría don Ricardo para escribir en letra pequeña en ese par de hojas para que en ellas cupiera un mundo?

Padecía de cataratas, artritis y diabetes, uno de los médicos le había anunciado que perdería la vista, Flores Magón en una carta dirigida a su abogado Harry Weinberger, que siempre se preocupaba por él, le confesó el 20 de julio de 1920: “…en la actualidad, todo lo veo a través de una neblina”.

Me imagino de ayudante de don Ricardo, (ve por hojas, acomoda las sillas, encárgate de la limpieza y yo corría por todos lados con el fin de estar allí) era un domingo 1º de julio de 1906 en que se daba a conocer el Programa del Partido Liberal Mexicano, allí estaban también su hermano Enrique Flores Magón con el que discutía mucho, Juan y Manuel Sarabia, Librado Rivera y Rosalío Bustamante.

Escuchaba, en esos mis sueños, cómo se había leído el programa del Partido Liberal Mexicano con mucha expectación, las sillas no alcanzaron. En el salón retumbaba su exigencia del respeto a la libertad de prensa y de la palabra. Exigían que se estableciera la jornada máxima de ocho horas y que los trabajadores alcanzaran un salario mínimo digno.

Me sorprendía el reclamo de Flores Magón por los derechos laborales para quienes realizan el trabajo doméstico (en este viaje me hubiera gustado que me acompañaran trabajadoras del hogar, ya que a pesar de los años siguen invisibles hasta la fecha), del trabajo a domicilio, el que se realiza a destajo, de la prohibición absoluta del trabajo a menores.

No sabía bien si al escuchar a Ricardo Flores Magón era estar en el pasado en ese domingo 1º de julio de 1906, o estar a 116 años después, en 2022, exigiendo la protección a la vida e integridad de los trabajadores de las minas, fábricas, talleres (no puedo olvidar el drama que viven hoy en día las familias de Sabinas en Coahuila y de Pasta de Conchos que siguen sin alcanzar justicia).  

En ese salón en que se daba a conocer el programa del Partido Liberal Mexicano hacían un reclamo enérgico para que se atendiera a los trabajadores del campo, que recibieran un alojamiento digno e higiénico, pago de indemnizaciones por accidentes de trabajo, declarar nulas las deudas de los jornaleros con sus patrones, que se pagara en efectivo a los trabajadores y no con vales. 

En ese sueño pude conocer a los amigos de don Ricardo Flores Magón, y fue una sensación extraordinaria, pero me permitió regresar al presente a través de una obra de teatro llamada “Preso libertario” que presencié el pasado sábado 20 de agosto a iniciativa de Rodolfo González Guzmán y sus compañeros de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM).

Una obra de teatro que reseña la vida y muerte de Ricardo Flores Magón reconociendo que son pocas las organizaciones obreras que dan a conocer parte de la historia vinculada a los trabajadores, por ello felicito a la CROM por esta iniciativa.

No puedo omitir los nombres de artistas jóvenes verdaderamente brillantes: Martha de la Torre, Juan Carlos Turell, Iván García, Francisco Pita, Gerard Estrada, Fitzgerald Navarro, José Colindres y Carlos Hendrick artista y director, Malinali Ríos, Eugenio Mier, Maylet García, Manuela Ospina, David Guevara e Iván Hernández.

Quiero concluir mi relato imaginario de estar al lado de Ricardo Flores Magón: en alguna ocasión me pidió que le leyera una carta personal dirigida a Ellen White para escuchar si estaba bien escrita; entonces le leí en voz alta una parte del texto:

“¿Has visto alguna vez una hoja de hierba que tiembla con los besos del sol y con los murmullos del viento, y que parece responder con agitación al aliento de las flores y a la canción de los pájaros? Y que tonta suena, ¿no es cierto?, cualquier palabra de reconocimiento y de agradecimiento por las bendiciones inmerecidas que recibimos”.

Cuando dejé de leer le entregué el texto, lo tomó y me pidió que me asegurara que llegara a su destinataria. Se volteó hacia unas hojas en blanco para seguir escribiendo, pensativo y con apenas una leve sonrisa.  Fue la última vez que lo vi (en mi imaginación).

Me enteré de que había fallecido a las cuatro y media de la mañana del martes 21 de noviembre de 1922 con apenas 48 años de edad en esa cárcel fría de Leavenworth, en Kansas, Estados Unidos. Ahora comparto su recuerdo a menos de tres meses de cumplirse los 100 años de su muerte.

Ricardo Flores Magón construía en sus últimos años, en apenas un par de hojas de papel, un mundo de esperanza y trato digno para los trabajadores. Aquí se escucha su pensamiento que siempre fue libre hasta su muerte.