ELECCIONES 2023

Nos vemos en el 2030

La mesa está puesta para un relevo en la entidad más importante, electoralmente hablando, del país. | Carlos Gastélum

Escrito en OPINIÓN el

Faltan poco menos de dos años para que se lleve a cabo la elección presidencial y, de seguir las cosas como están, la oposición tendrá que esperar otros seis para llegar a Palacio Nacional. Apunta hacia esta dirección la manera en que la alianza Va por México está procesando las contiendas a las gubernaturas de Estado de México y Coahuila.

Hasta el momento no existe indicio de cómo van a hacerle PAN, PRI y PRD para elegir a los candidatos aliancistas. Una convocatoria social amplia parece no estar en la agenda, mientras que sí se entrevén las primeras tensiones entre las dirigencias por llevar mano en la designación.

Para el Estado de México, el PAN ungió a Enrique Vargas, y no hay noticia que esto haya caído bien en el PRI. Este último, gobierna ambas entidades en juego en 2023, y quizás siente como derecho natural la elección de los candidatos al ser quien más tiene que ganar o perder.

Entre los nombres posibles del tricolor ninguno parece traer las bases y los reflectores con los que otros de este partido llegaron a menos de un año de la elección. El PRD, que antes tuvo a Juan Zepeda como carta y quien ahora contenderá en solitario por Movimiento Ciudadano, tenderá a replegarse a lo que terminen acordando los otros dos partidos.

A lo anterior se suma que, según las encuestas, Morena lleva casi diez puntos de ventaja en Estado de México. Sin métodos claros, sin figuras sobresalientes, pero sí con tensiones entre la alianza, la mesa está puesta para un relevo en la entidad más importante, electoralmente hablando, del país.

Podemos cuestionar la manera en que Morena decidió que Delfina Gómez fuera su candidata, pero la velocidad con la que se procesó su designación -con todo y las dudas sobre las encuestas partidistas- le da una ventaja de inicio. Aunque el proceso electoral inicie en enero del próximo año, ya hay una persona que se placeará como Coordinadora de Defensa de la 4T mexiquense, eufemismo para rodear los vericuetos legales. No tardarán en hacer lo mismo en Coahuila.

Es quizás en esta última entidad en donde la alianza pueda hacer algo. Las encuestas marcan un empate técnico entre Morena y Va por México, y existen figuras políticas estatales que han trabajado su llegada al gobierno del estado. Eso sí: esas figuras son cercanas al gobernador Riquelme, y difícilmente se asoma un panorama en donde la designación caiga en alguien distinto al PRI.

El problema está, no obstante, en que las designaciones de las candidaturas de la alianza terminarán en las mesas de los dirigentes de los partidos. La oportunidad perdida de pensar en alternativas distintas como sumar a la sociedad en la construcción de una propuesta política, o atreverse a romper con las lógicas de repartos, es la antesala de la candidatura presidencial opositora.

De continuar así, aun y cuando la alianza sobreviva las fisuras que ocasionen los procesos electorales de 2023, es difícil pensar en que lleguemos a 2024 con propuestas que eleven el debate sobre lo que el país necesita. Enfrascarse en vanidades partidistas es renunciar a la posibilidad de una contienda, y habrá que esperar un sexenio para que la oposición -o lo que quede de ella-, reordene sus métodos, propuestas y figuras, como no logró hacerlo en estos años.