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OPINIÓN

La pluma maestra de la actual literatura libanesa

El escritor y ensayista Amin Maalouf redacta su literatura partiendo de la tradición poética milenaria en formato de prosa. | Jorge Iván Garduño

Escrito en OPINIÓN el

Uno de los mejores exponentes de las letras modernas del Medio Oriente es, Amin Maalouf (1949), un escritor y ensayista nacido en el Líbano que redacta su literatura partiendo de la tradición poética milenaria en formato de prosa; condición que la hace sutilmente mágica y atrayente.

Dentro del repertorio literario de Maalouf, tenemos dos portentosas obras maestras: “León el africano” y “Samarcanda”, novelas que integran elementos históricos, además de conflictos religiosos propios de la media luna y donde la geografía mantiene un papel preponderante al tiempo que nuestra vista recorre las líneas escritas.

Sin caer en posiciones extremas, Maalouf busca que su prosa mantenga una voz coloquial alineada con la magnificencia de la más alta literatura europea, lo que le permite acceder a una especie de constante perfeccionamiento intelectual con una visión cosmética de su país: el Líbano.

Siguiendo la tradición de que la literatura es una aventura personal que se ejerce casi en secreto, Amin Maalouf redacta desde su trinchera intimista textos precisos y cómodos, pero de los que también brotan grandes torrentes de cultura logrando hacer de cada oración un asunto poético.

Es así como conjugando filosofía poética, se conforma una obra con altos niveles de esteticidad artística, que sitúan al lector bajo el dinamismo de la lucidez con la finalidad de mostrarle la lucha que entabla el ser humano por la supervivencia de su civilización, o bien de su sociedad.

Este rigor litigante en los relatos de Maalouf, tiene como objeto buscar el respeto por las culturas minoritarias, que en gran parte de los casos son la base de las grandes civilizaciones musulmanas o cristianas, alcanzando una integración cultural y religiosa, permitiendo suponer que el juego de convivencia-tolerancia que existe en la región tiene una fecha de término, para bien o para mal.

Amin Maalouf delinea textos literarios hasta cierto punto laberínticos, en el que agota todas las posibilidades de reflexión sobre un asunto en particular, y con cada obra publicada nos deslumbra gracias a la variedad de argumentos y tramas, tan excelentemente bien construidos, pero a la vez, de una sencillez atractiva de la que toma su belleza.

Sirviendo de puente con la histórica literatura europea, la prosa de Maalouf expone tensiones inherentes a la vida y la memoria, su escritura se caracteriza por una elegancia hipnotizadora, que utiliza un lenguaje natural, conciso y directo.

En el caso de “Samarcanda”, el lector se encuentra sumergido en una especie de flashback continuo, que genera una urdimbre que avanza en la línea narrativa, pero al mismo tiempo no se nos revela lo más importante de la trama, lo que crea de principio a fin una sensación indescifrable, por lo que catalogó a esta novela en una verdadera obra de arte y a su autor, en un soberbio escritor.

Maalouf, que se dio a conocer universalmente con “León el africano”, una portentosa novela que enmarca la historia con el paisaje del mediterráneo, es un gran conocedor de la lengua árabe y francesa y ganador, gracias a su penetrante pluma, del prestigioso Premio Goncourt.

La obra, en su conjunto, de este escritor libanés nos permite contemplar la riqueza artística de los países musulmanes; muestra representativa de la solidez literaria que el también autor de “El viaje de Baldassare” ha logrado.

Amin Maalouf, un verdadero genio de las letras universales, que funde su origen musulmán y cristiano para redactar una obra que es la joya libanesa de la modernidad.