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OPINIÓN

Aborto conservador

Seguir el debate social en la casa del vecino nos da referentes para poner en contexto el nuestro. No hay que desaprovecharlo. | Johannes Jácome Cid

Escrito en OPINIÓN el

Como resultado de la decisión de la Suprema Corte de Justicia estadounidense sobre el tema del aborto, muchos personajes de la vida activista y política mexicana expresaron su disgusto ante esa decisión. Algunas personalidades hicieron saber su alegría por residir en un país, México, en el que semejante criterio prohibitivo no aplicaría ni aplicará, dada la madurez de nuestra sociedad y de las instituciones mexicanas que han logrado un marco normativo de avanzada y no como el de los vecinos. Al analizar las condiciones en las que queda el tema del aborto en Estados Unidos, identificamos que la principal diferencia entre el escenario mexicano y el del vecino es… ninguna.

En ambos países las constituciones respectivas son omisas sobre el tema. En Estados Unidos, a partir de la sentencia de la Corte, habrá estados donde se pueda practicar legalmente la interrupción del embarazo y estados en los que no. Quienes deseen realizar un aborto tendrán que trasladarse a alguno de los lugares donde sea permitido, o sea, como en México. Lo raro es que de alguna manera nos entristece su caso, pero al mismo tiempo nos gusta el nuestro, siendo ambos modelos prácticamente el mismo.

Lo que sigue ahora en Estados Unidos será la discusión, estado por estado, para definir dónde habrá leyes que permitan un aborto y dónde no, así como en México. Durante este proceso la sociedad estadounidense verá un nuevo episodio en su guerra de ideologías.  Sus liberales contra sus conservadores. Aquí brillarán en el debate sus principios filosóficos y sus fobias, no solamente en este tema, sino sobre la totalidad de las agendas.

Por supuesto se puede simpatizar con uno, con otro o con algo de ambos. Se vale. Lo que llama la atención es como en la mezcla de temas, actitudes, acusaciones y nialcasos, sí llegan a identificarse coincidencias de forma y fondo en algunas de las expresiones más apasionadas y supuestamente opuestas del debate.  

Por ejemplo, la premisa de lo completamente inaceptable que resulta cualquier injerencia de terceros sobre el derecho propio a tomar decisiones sobre la integridad personal y la salud individual. Tanto progres como conservadores abrazan y denuncian dicha premisa dependiendo de qué se hable.

En una esquina se escuchará que NADIE puede limitar el derecho de una persona a decidir sobre lo que pasa en su cuerpo cuando se trata de un embarazo o su interrupción. En la otra, se oirá que NADIE tiene derecho a limitar la capacidad individual para recibir o rechazar tratamientos médicos empezando por las vacunas. 

Desde ambas esquinas dirán que la premisa debe tener excepciones basadas en el interés colectivo cuando la pronuncian quienes viven en la oscuridad del bando contrario, pero absolutamente ninguna cuando la enarbolan en la esquina propia.

Exactamente ocurre lo mismo cuando el pleito pasa por el ejercicio de la libertad de expresión. En el país vecino los progres no conciben que se inhiba en las escuelas públicas la discusión sobre sexualidad y diversidad. Los grupos conservadores rechazan cualquier cosa parecida. Pero, si alguien cuenta un chiste sobre esos mismos temas, o no sigue las reglas de uso de vocales y consonantes de hoy, los progres demandarán que ese personaje heteropatriarcal sea cancelado y desterrado de cualquier espacio público vía un Will Smith lleno de sensibilidad y corrección política.

Por otro lado, los conservadores ultras quienes no toleran que en la escuela o en los espacios públicos se hable sobre diversidad (excepto para lamentar su existencia), todo el tiempo quieren incluir que en los libros de texto se incluya la “diversidad” de “teorías” sobre el origen de los humanos, porque eso de que los ateos estén enseñando la evolución de las especies en las aulas es una imposición que hace llorar a dios, y no permite enseñar que algunos diversos vienen del barro, no de unos monos.

Así es claro que las expresiones más apasionadas y opuestas de la sociedad estadounidense se comportan muy parecido entre ellas buscando generalizar los valores propios aunque ello implique el acotamiento del ejercicio de ciertos derechos. En este choque de ideologías hoy le tocó el turno al tema del aborto. Tal vez una manera de encontrar coincidencias en las posturas opuestas, sería mostrar que la motivación humana detrás de las iniciativas legales que buscan limitar o cancelar la interrupción del embarazo, es la misma que busca mediante el cancel culture limitar la manera en que se ejerce la libertad de expresión bajo la bandera de la corrección política. Un mismo impulso por homogenizar ya sea la intimidad sexual o la manera de hablar.

La mayoría de la sociedad estadounidense no abraza posturas irreconciliables, pero normalmente quienes lo hacen son mucho más estridentes y visibles que el resto. Seguir el debate social en la casa del vecino nos da referentes para poner en contexto el nuestro. No hay que desaprovecharlo.