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OPINIÓN

El caso de Roe v. Wade, opresión y control sobre el cuerpo de las mujeres de EU

Debemos estar muy atentas para evitar que nuestros derechos sean limitados, y seguir en la lucha por la libre determinación del cuerpo de las mujeres. | Norma de la Cruz

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“La lucha por el derecho al aborto, con una fuerte oposición en muchos países, es, en esencia, una lucha por la autonomía de la mujer”: Joni Seagar

Este junio de 2022 vimos como en la Suprema Corte de Estados Unidos de América los magistrados votaron a favor de derogar la decisión que garantizaba a las mujeres el acceso al aborto, así cada estado puede legislar sobre el derecho de las mujeres a terminar voluntariamente un embarazo. Una vez que se hizo pública la decisión de la Corte, en nueve estados que tenían leyes destinadas a prohibir el aborto, la derogación entró en vigor y el aborto se volvió ilegal en Alabama, Arkansas, Kentucky, Luisiana, Misuri, Oklahoma, Dakota del Sur, Utah y Wisconsin. Lamentablemente la Corte no pronunció excepciones a las prohibiciones del aborto en caso de que la vida o la salud de la madre estén en riesgo, para las víctimas de violación o incesto o en caso de discapacidades fetales.

Con esa decisión nuestro vecino del norte se suma a la docena de países con una prohibición del aborto, (El Salvador, Nicaragua, Honduras, Egipto, Sierra Leona, Mauritania, Filipinas, Irán, Afganistán, etcétera.) claro que ninguno de ellos tiene el nivel de desarrollo económico, tecnológico, militar y político de Estados Unidos de Norteamérica. Con esa decisión, las mujeres estadounidenses y las afganas tienen las mismas restricciones para decidir sobre su cuerpo, la misma suerte de maternidades forzadas por el grado de control sobre sus opciones reproductivas. Esto afecta en todas las esferas de la participación de las mujeres desde la economía, la educación, el hogar, hasta en lo social y por supuesto en la política y en los espacios de toma de decisiones.  

En un estudio recién publicado en The Lancet, sobre embarazos no planeados y aborto por región y su estatus legal, señala que cada año se practican 76 millones de abortos alrededor del mundo, es decir 39 por cada mil mujeres, las variaciones en número dependen del tipo de accesibilidad o restricciones que cada legislación nacional; 34 por cada 1000 en países donde se puede solicitar un aborto y 39 por cada 1000 en aquellos países donde está prohibido. Un dato relevante es que en los países con aborto legal, excluyendo India y China, ¡se ha reducido este procedimiento en 43%! Las investigaciones demuestran que las mujeres abortan sea esto legal o ilegal. Sabemos también que en países donde el acceso al aborto es limitado o está prohibido, incrementan las consecuencias en la salud de las mujeres como infecciones, hemorragias excesivas y perforaciones uterinas. Las que se ven obligadas a llevar el embarazo a término están más expuestas a la muerte. 

Los embarazos no deseados y los abortos son más comunes entre las mujeres pobres y las mujeres de color, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. El impacto de este retroceso afecta los derechos sexuales y reproductivos de millones de mujeres, con terribles consecuencias en sus cuerpos y sus vidas, afectando desproporcionadamente a las mujeres de grupos marginados. El que el acceso al aborto dependa del lugar de residencia afectará a las mujeres de las comunidades afroamericanas, nativas americanas y mujeres hispanas que son más pobres. Por otro lado, abrirá otra brecha al hacerlo accesible solo para aquellas personas con recursos económicos para viajar a otro estado o país donde sí se pueda abortar.

La experiencia con esta determinación de la Suprema Corte de Estados Unidos nos enseña que los derechos no están dados, debemos estar muy atentas para evitar que nuestros derechos sean limitados, y seguir en la lucha por la libre determinación del cuerpo de las mujeres, para que toda maternidad sea libre, deseada y elegida.