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Salida de cereales de Ucrania y Rusia: nudo gordiano

La guerra transcurre de su fase aguda a otra crónica de larga duración y muy cansada. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

El 22 de julio Ucrania y Rusia firmaron dos acuerdos simultáneos con Turquía y las Naciones Unidas para desbloquear la salida de granos y fertilizantes de ambos países. Los acuerdos van a operar como uno solo, pero fueron dos para evitar la apariencia de diálogo en las partes en guerra.

El conflicto y las sanciones occidentales bloquearon las exportaciones ucranianas y rusas de cereales y fertilizantes y desataron la preocupación por un desabasto global que empobrecería a cientos de millones por el incremento de los precios del trigo y que provocaría hambrunas que llevarían a la muerte por hambre a millones en las regiones y poblaciones más vulnerables del planeta. En el camino se desatarían revueltas sociales incontenibles; que ya empiezan a despuntar. Según la ONU 47 millones de personas se encuentran en situación de hambre aguda a causa directa del conflicto.

Tras el golpe inicial a las exportaciones de cereales, una segunda fase provocada por la escasez y los altos precios de los fertilizantes podría llevar a la disminución de las próximas siembras y cosechas en gran parte del mundo. Es decir que en 2023 la situación sería incluso peor.

Los acuerdos cerealeros del Mar Negro inyectan una muy ansiada dosis de optimismo. Permiten en principio la exportación de cerca de 25 millones de toneladas de cereales, sobre todo trigo y maíz, almacenadas en Ucrania, continuar con la siguiente cosecha que ya se empieza a levantar y para la que de momento no hay espacio de almacenamiento disponible. Pagarles a los productores es condición para la próxima siembra. Nos encontramos en el último momento para evitar un desastre mayor.

Como contraparte del acuerdo Rusia también podría exportar sus cereales y fertilizantes, que son más abundantes que los ucranianos. Es decir que tienen tanta o más importancia para abastecer al mundo.

Continuando con la racha de optimismo el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, celebró la inauguración el 27 de julio, en Estambul (la antigua Constantinopla), Turquía, del Centro de Coordinación Conjunta de la Iniciativa de Cereales del Mar Negro. Este centro supervisará y facilitará el transporte seguro desde los puertos ucranianos de Odesa, Chornomorsk y Yuzhny. Rusia está rehabilitando Mariupol que ya está en sus manos y desde donde podrían salir granos rusos.

Es demasiado pronto para asegurar que los acuerdos se instrumentarán de manera efectiva; los riesgos son muchos.

Dentro del gobierno de Ucrania se libra un fuerte conflicto de facciones en torno a la conducción del conflicto. El 18 de julio los periódicos norteamericanos The New York Times y Washington Post, reportaron que Zelensky despidió a sus dos más importantes colaboradores al frente del poder judicial y los servicios de seguridad. También abrió la investigación de cientos de empleados bajo acusaciones de espionaje. Algo que recuerda que a su regreso de las pláticas de paz que se intentaron en Bielorrusia a fines de febrero tres participantes ucranianos fueron asesinados por el servicio secreto ucraniano acusados de traidores.

Estas grietas parecen extenderse. Tras el sangriento golpe de estado de 2014 y ocho años de guerra civil los simpatizantes pro rusos son piedritas en el zapato del gobierno ucraniano, lo que se exacerbó cuando Zelensky prohibió el uso del idioma ruso, que es la lengua del 27 por ciento de la población; clausuró estaciones de radio y televisión y prohibió partidos de oposición. Hay colaboradores rusos en el gobierno, la iglesia y la sociedad ucraniana en general.

En el extremo contrario se encuentran las milicias y organizaciones nazis ferozmente antirrusas que han llegado a atacar a la población ucraniana para culpar de atrocidades a los rusos.

Apenas 12 horas después de la firma de los acuerdos Zelensky denunció un ataque con misiles a un puesto militar en el puerto de Odesa. Rusia negó haber participado en ese ataque. No obstante, el ministro ucraniano de infraestructura, Oleksandr Kubrakov, dijo que seguía trabajando en reiniciar las exportaciones que esperaba empezaran en una semana.

Hay problemas técnicos y de logística importantes. Ucrania creará corredores marítimos y acompañará a los cargueros con barcos barreminas. Pero sacar más de 25 millones de toneladas en cargueros con capacidades de 10 a 20 mil toneladas implica miles de viajes en un momento en el que hay escasez de cargueros en el mundo y el transporte se ha encarecido fuertemente.

Tal vez el mayor riesgo, claramente advertido por Rusia, es que se intente instrumentar los acuerdos de manera unilateral: que salgan los cereales y fertilizantes ucranianos, pero se obstaculice la salida de los rusos.

En principio los Estados Unidos y Europa han declarado que las empresas que participen en la salida de Rusia de estas mercancías no serán victimas de las sanciones; una medida esencial para el sector privado. Sin embargo, dada la variedad de sanciones la afirmación puede no ser suficientemente clara.

Las grandes aseguradoras, todas ellas occidentales, tienen prohibido asegurar cargamentos rusos. Y está el problema de los pagos. Macky Sall, el presidente de la Unión Africana que agrupa a 55 países del continente, visitó al presidente ruso, Putin, para solicitarle granos rusos y manifestó que las sanciones financieras dificultan las transferencias de dinero.

También son obstáculo las acusaciones de que Rusia se roba trigo ucraniano. El hecho es que Rusia compra trigo en las regiones que ha conquistado y lo paga en rublos, su moneda. Es parte de la rusificación de las regiones conquistadas.

A favor de la instrumentación del acuerdo se encuentran los intereses de Ucrania y Rusia por exportar y adquirir recursos y el interés de la mayoría del planeta, sobre todo los países pobres de África y el medio oriente, para que bajen los precios de los cereales y los fertilizantes y evitar lo peor de las previsiones de empobrecimiento y hambruna.

Los acuerdos señalan el fin de las esperanzas de Ucrania de obtener una pronta y definitiva victoria que en el campo militar le permitiera reconquistar terreno y exportar sin necesidad de un acuerdo con Rusia. También quedó atrás la guerra propagandista que aseguraba que Rusia sería vencida en el campo financiero y comercial; que el pueblo ruso demandaría la salida de Putin. Por lo contrario, Rusia se fortalece y Putin es mucho más popular que los dirigentes occidentales, cada cual en su país.

La población norteamericana ya considera más importante la escasez de fórmulas para bebés, las balaceras dentro de su país o el precio de la gasolina, que lo que ocurra en Ucrania. Para los europeos la amenaza del frío en invierno pesa cada día más.

La guerra transcurre de su fase aguda a otra crónica de larga duración y muy cansada. Tal vez estos acuerdos cerealeros abran la posibilidad de que se desescale la guerra y lleven a un armisticio; algo así como lo que ocurrió en Corea. No olvidemos que, así sea lamentable, las más de las veces las fronteras se definen mediante guerras.