RELACIÓN BILATERAL MÉXICO - ESTADOS UNIDOS

El adversario externo

Asombra la ignorancia sobre las consecuencias de una violación al mayor tratado comercial que ha firmado el país. | Marco Adame

Escrito en OPINIÓN el

Durante los últimos meses llegó a ser chusco el ir y venir del embajador de los Estados Unidos, ataviado con su típico sombrero, a Palacio Nacional. Las inusuales visitas luego fueron acompañadas con enviados de la Casa Blanca y distintas delegaciones empresariales para abordar temas relacionados con la política energética, la eventual reforma constitucional y el respeto a la propiedad y las inversiones en energías renovables ante distintas amenazas de cancelación o modificación de las reglas del juego en la materia.

La preocupación de nuestros socios comerciales pronto pasó a la ocupación, ante el desconocimiento y el desinterés de nuestros representantes, al invocar las cláusulas del tratado que firmamos con los Estados Unidos y Canadá (TMEC),  para exigir la instalación de paneles de discusión a fin de resolver las controversias que se han generado por las decisiones unilaterales de las autoridades mexicanas y que, presuntamente, violan los acuerdos y son sujetas de sanciones millonarias si no se resuelven por la vía del diálogo.

La presentación de la demanda marca un punto de inflexión en la relación comercial entre los tres países, y la lectura sobre su significado e implicaciones merece toda la atención del gobierno mexicano por lo que está en juego, toda vez que nuestras economías están fuertemente integradas y que el 80% de nuestras exportaciones y el 30% del crecimiento del producto nuestro interno bruto, depende del comercio norteamericano.

Por ello, llama la atención la trivialización del gobierno mexicano ante esta controversia. Asombra la ignorancia, real o aparente, sobre las consecuencias de una violación al mayor tratado comercial que ha firmado el país; así como el desconocimiento de la convencionalidad que obliga, con la misma fuerza normativa que la constitución, a su cumplimiento.

Fuimos testigos del cuidado que se puso durante el largo proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio, incluso, se integró una representación del gobierno electo al equipo negociador de México, con el fin de revisar su contenido y mandar una clara señal de confianza a nuestros socios, asegurando que el cambio del gobierno no implicaba ninguna amenaza para su ratificación, incluyendo la energía, en los términos pactados.

Ahora se finge demencia, aún más, se pretende utilizar la demanda como combustible para prender la hoguera del nacionalismo y llamar a concentraciones patrioteras cargadas de ideología y de intereses político electorales, para defender el petróleo y la energía eléctrica de las ambiciones de los gobiernos extranjeros y de “los anti patriotas” que amenazan a nuestra nación.

Las múltiples preguntas sobre la inexplicable respuesta del gobierno mexicano ante la demanda de violación a cláusulas convenidas en el TMEC, encuentran respuesta en el catálogo populista, que este gobierno sigue al pie de la letra; diversos teóricos del populismo sugieren que: si se quiere mantener el control político, se debe escalar la polarización apelando a los enemigos externos cuando se van agotando los argumentos para culpar de todos los males a los enemigos internos.

Moisés Naím analiza en su libro La revancha de los poderosos (Debate, 2022), las claves del poder populista, entre otras: la contraposición entre el “pueblo” y las élites, la criminalización de los adversarios políticos, los enemigos externos, la militarización, el debilitamiento de las fronteras nacionales, el desprecio a los expertos, los ataques a los medios de comunicación, el desdibujamiento del sistema de pesos y contrapesos y el “mesianismo” del líder salvador.

La utilización de las amenazas externas, afirma Naím, es una práctica muy antigua, el líder populista afirma que la nación está amenazada por un enemigo exterior. Se trata de una “emergencia nacional” que exige el apoyo incondicional de la población al gobierno. En estas circunstancias -afirman- oponerse al gobierno equivale a una traición a la patria.

A juzgar por las declaraciones del gobierno, todo indica que el libreto populista se pondrá en escena para consumo interno, en tanto, en la mesa de negociaciones, el gobierno concederá a los demandantes todo lo que están exigiendo, sabiendo que no hay manera de sostener ilegalidades y que las pretendidas reformas eléctrica y energética no van a pasar en el congreso.

O a menos que, fuera de toda lógica, por una consigna unipersonal, se quiera dinamitar la relación comercial con nuestros mayores socios y, en un lance suicida, se pongan en la picota los miles de empleos, las exportaciones y las divisas de las que tanto se alardea.

Es momento de cordura.

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