ASESINATO DEL DEFENSOR DE DERECHOS HUMANOS CRISPÍN REYES PABLO

El lamentable costo de defender derechos humanos

Asesinan al defensor de derechos humanos, Crispín Reyes Pablo, quien era la voz de más de 300 personas de su comunidad en la Sierra Mixe. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

Caminar sobre las nubes es posible aunque parezca una metáfora. En medio de aquellas imponentes montañas que resguardan los valles oaxaqueños y algunas partes de la costa, se encuentran los poblados ayuukjä'äy (mixes), guardianes eternos de algunas partes de la sierra, a la cual suelen pedir permiso para cultivar sus tierras y comer de los productos que les da, beber del agua de los diversos manantiales y cascadas, convivir con las otras especies y dejarse envolver por los cuerpos nubilosos que devoran vespertinamente al paisaje montañoso.

En estos rincones, donde la música de las orquestas infantiles se convierte en el sonido ambiental, y que a pesar de las dificultades para el acceso a las comunidades, pues están unidas por pequeñas brechas terregosas, hay un sinfín de movimiento entre las distintas localidades, en las que el café a medio día es común, y en sí, a todas horas, es común, pues mitiga mágicamente el calor, ocurrió el último asesinato de un defensor de derechos humanos, el de Crispín Reyes Pablo.

Oriundo de Guadalupe de Victoria, poblado ubicado en las entrañas de la denominada Sierra Mixe, el sexagenario hombre, era la voz de más de 300 personas de su comunidad que fueron desplazadas violentamente por un conflicto agrario con la población vecina de San Pedro Ocotepec desde 2017 y su asesinato fue el décimo en menos de tres años en el estado de Oaxaca y la agresión 272 en ocho años en contra de quienes defienden derechos humanos en territorio oaxaqueño.

En 2021 se registraron 25 asesinatos de personas defensoras de derechos humanos, de los cuales siete ocurrieron en Oaxaca, la entidad con mayor número de casos durante el año pasado. A nivel nacional, la cifra fue similar en 2020, cuando se contabilizaron 24 casos en todo el territorio nacional. 

De 2012, cuando se creó el Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, a septiembre de 2021, mil 11 personas defensoras, quienes se concentran en 10 entidades federativas: Ciudad de México, Chiapas, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, Sonora, Tamaulipas y Veracruz, estaban bajo su resguardo. 

Datos de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación indican que en seis entidades del país se concentran el 67 por ciento de los homicidios a personas defensoras de derechos humanos (63): Guerrero (21), Oaxaca (14), Chihuahua (8), Chiapas (8), Veracruz (8) y Michoacán (8).

De los 96 asesinatos de personas defensoras de derechos humanos ocurridos entre 2019 y 2021, solo se han emitido dos sentencias, es decir, hay casi una impunidad total en cuanto a la investigación de los sucesos, el procesamiento de las y los culpables y el acceso a la justicia.

La mayoría de quienes son asesinados por defender los derechos humanos están vinculados con movimientos sociales a favor del medio ambiente, la defensa de los territorios donde nacieron y han desarrollado gran parte de su vida, el gozar del acceso al agua o a otros recursos, el respeto a sus lenguas, sus tradiciones y sus costumbres, aunque también con la necesidad de esclarecer feminicidios, desapariciones de personas, vulneraciones a otro tipo de derechos motivados por la discriminación o la no inclusión, y muchas otras situaciones que merman la calidad de vida y la dignidad de las personas. 

Una persona defensora de derechos humanos es quien individualmente o junto con otras, se esfuerza en promover o proteger esos derechos en aras de un bien colectivo.

Lamentablemente, cada vez es más común que se registren asesinatos de quienes se dedican a esta labor, provocándose cierta indiferencia ante la situación y naturalizándose, cuando lo que debería convertirse en normalidad es que todas las personas pudieran vivir en condiciones dignas y sus derechos fueran respetados en todas las instancias y en cualquier situación. Un gran anhelo que hace casi 75 años se intentó materializar con la Declaración Universal de Derechos Humanos, promulgada después de uno de los períodos más complejos de la historia de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial, pero que a la distancia aún nos restan muchos desafíos por sortear.