DÍA INTERNACIONAL DE NELSON MANDELA

Mandela: ejemplo del liderazgo que necesita el mundo

Es necesario recordar el ejemplo de Nelson Mandela, para construir vías para la paz y la vida armónica en comunidad. | Areli Cano

Escrito en OPINIÓN el

Vivimos tiempos de crisis en diversos planos de la sociedad, tanto a nivel global como en lo local. Sin duda hay grandes avances tecnológicos, la globalización acerca a las personas y reduce las distancias, asimismo, cada día existe más conciencia sobre la necesidad de actuar globalmente por la preservación ambiental. No obstante, viejos problemas persisten a lo largo del orbe, como la violencia en sus diferentes expresiones, los conflictos interculturales, la discriminación y la guerra, que aún después de dos grandes conflagraciones mundiales continúa siendo una amenaza que se cierne sobre la comunidad internacional, como lo muestra el enfrentamiento que hoy existe entre Rusia y Ucrania

La construcción de la paz en el mundo requiere de la suma de voluntades políticas y de liderazgos que, en la conducción de las naciones, logren conciliar intereses y voluntades, incluso divergentes, con miras a lograr la convivencia solidaria en las distintas sociedades.

Bajo este contexto, es oportuno reflexionar sobre el Día Internacional de Nelson Mandela, celebrado cada 18 de julio por resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en una fecha coincidente con el natalicio del político sudafricano. Durante su vida, Mandela sirvió a las mejores causas sociales, en su calidad de abogado, en la defensa de derechos y libertades de las personas; desde la prisión, como emblemático preso de conciencia en virtud de su activismo político por la paz y en contra del racismo; y como el primer presidente de Sudáfrica electo en un proceso democrático y libre. 

En la resolución 64/13, no se escatima el reconocimiento al extraordinario carácter político y humano de Mandela puesto al servicio de la humanidad a través de sus contribuciones en los ámbitos de la solución de conflictos, las relaciones interraciales, la promoción de los derechos humanos, la reconciliación, así como la defensa de las comunidades pobres. Se enfatiza en el documento también el valor de su aportación a la lucha por la democracia a nivel internacional y a la promoción de una cultura de paz en todo el mundo.

Nelson Mandela vivió en una Sudáfrica marcada por la opresión de un sistema sociopolítico que hizo posible que una minoría blanca gobernara, con evidentes ejercicios de discriminación, sobre una población mayoritaria de indígenas africanos, mestizos y personas de origen asiático, que representaban el 80% de los habitantes. Lo anterior, con base en la instauración hecha por el Partido Nacional, que llegó al poder desde 1948, de una política de Estado racista conocida como apartheid, con dispositivos normativos basados en el color de la piel que privaron de derechos a quienes no eran blancos. 

Hoy parece sorprendente que hasta hace unas cuantas décadas hubiera un marco jurídico en Sudáfrica que posibilitara la existencia de barrios, asientos en los autobuses, centros educativos, hospitales y hasta playas de uso exclusivo para la población blanca. Incluso, legalmente, se prohibieron las relaciones sexuales y el matrimonio interraciales. Asimismo, se privó del derecho al voto por décadas a quienes no pertenecían a la minoría privilegiada. El tránsito de una Sudáfrica opresiva y discriminatoria, de poco respeto a las libertades fundamentales de su población mayoritaria, a una nación democrática y orientada hacia el respeto y la igualdad, se debe en buena medida a la tenaz labor de Nelson Mandela.

No se debe dejar a un lado que él pasó veintisiete años de su vida en prisión, como consecuencia directa de su lucha política por la democratización de su país y por el fin del racismo institucionalizado. Tras el largo periodo de privación de su libertad, Mandela no cejó en su empeño por construir una nueva realidad para su país, con base en el diálogo, la lucha pacífica y la unión entre las personas. Después de su liberación, encabezó el denominado Congreso Nacional Africano en 1991, movimiento político y social mediante el cual ganó las elecciones para la presidencia en el primer proceso democrático de su nación en que pudieron participar todos sus ciudadanos sin distinción racial. 

Ya con Mandela en la presidencia, por iniciativa suya se instauró la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, como mecanismo para procurar la justicia restaurativa, ante la barbarie que representó el antiguo régimen del apartheid.

Mandela encabezó un gobierno dedicado a la reconciliación nacional, dando un inspirador ejemplo acerca de lo valioso que puede ser la empatía, el perdón y la unidad para poder conducir el destino de una sociedad antes fragmentada y dividida. 

Hoy es posible advertir que hay conductas sociales negativas que persisten, como la discriminación, o la violencia que, en distintos escenarios sigue siendo privilegiada para resolver los conflictos. Ante esto, es necesario recordar el ejemplo de Nelson Mandela, para construir vías para la paz y la vida armónica en comunidad, con liderazgos en las naciones que sirvan a tales propósitos.