Main logo
OPINIÓN

Dejen de asesinarnos ¡ya!

Toño se convirtió en el décimo segundo periodista asesinado en lo que va del año. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

Toño salió de casa como muchas otras mañanas, seguramente pensando en su agenda de cobertura, las notas que trabajaría a lo largo del día, las personas a las que entrevistaría y la división de su horario laboral para que, puntualmente, como desde hace más de dos décadas, su trabajo periodístico estuviera en tiempo y forma para ser subido a la página web, redes sociales y edición impresa de su medio, El Expreso – La Razón de Ciudad Victoria, Tamaulipas.

Unas balas segaron esos planes y su vida, y dejaron herida a su hija afuera de su hogar, donde fue atacado tras apenas dar unos pasos después de salir de casa. Sus fuentes eran la de medio ambiente, desabasto de agua y los conflictos comunitarios, muy enfocado en el entorno rural. Considerado de la vieja guardia, es decir, de esos periodistas que aprendieron el oficio en las calles, escribiendo apresuradamente todos los días la nota y pasando de medios locales a los de mayor relevancia, Toño desafortunadamente se convirtió en el décimo segundo periodista asesinado en lo que va del año, uno de los más sangrientos en la historia del periodismo mexicano, y el 154 en lo que va del siglo.

Las últimas dos décadas han sido muy complejas para el ejercicio del periodismo en el país, poco más de tres cincuentenas de profesionales de la comunicación asesinados por su labor. De acuerdo con la organización Artículo 19, Veracruz, con 31 casos, Guerrero, Oaxaca y Tamaulipas, con 15 registros cada uno, son las entidades federativas con mayores índices de violencia letal en contra de periodistas. Algo inusitado desde el Porfiriato, uno de los momentos de mayor represión hacia la prensa mexicana en la historia del país.

México aparece en el lugar 127 de 180 países evaluados por Reporteros sin Fronteras en su Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, entendida esta última como la posibilidad efectiva para los periodistas, como individuos y como colectivo, de seleccionar, producir y difundir informaciones, en aras del interés general, independientemente de las interferencias políticas, económicas, legales y sociales, y sin menoscabo para su seguridad física y mental.

La medición se basa en el recuento cuantitativo de los ataques cometidos contra los profesionales de los medios en el ejercicio de su labor, así como contra los propios medios y en la aplicación de cuestionarios a especialistas en la materia.

En un ejercicio similar, el Índice Chapultepec, elaborado por la Sociedad Interamericana de Prensa, México ocupa el lugar 16 de 22 en cuanto a libertad de expresión y prensa en países de América, por motivos como el recrudecimiento de la violencia contra los periodistas; la falta de impulso de acciones orientadas a mejorar y fortalecer los marcos jurídicos, las políticas públicas y las condiciones generales que permitan a los ciudadanos ejercer plenamente su derecho a la información y a expresar sus ideas y opiniones; los altos niveles de inseguridad y acciones por parte del poder ejecutivo, u otros actores políticos relevantes, que inciden de manera negativa en el ejercicio del periodismo.

La carencia de un Protocolo Homologado para la Investigación de delitos cometidos en contra de la Libertad de Expresión; las filtraciones de información y detenciones erróneas; las estigmatizaciones e información no verificada; las intervenciones de autoridades gubernamentales en las investigaciones; entre otros factores, propician este entorno de peligro al momento de ejercer el derecho a la libertad de expresión. 

Quien suscribe esta columna se suma al llamado del cese en contra de la violencia contra colegas, al esclarecimiento de los casos por parte de las fiscalías, a fin de evitar continuar enviando un mensaje de impunidad, a la revisión de los mecanismos de protección para periodistas, a la verdadera planeación de políticas públicas para la salvaguarda del derecho a la libertad de expresión, a la creación de observatorios y otros mecanismos de seguimiento a medidas preventivas, a la escucha y la incorporación de los propios periodistas en los mecanismos de protección y a la defensa de una cultura cívica en la que todas las opiniones puedan ser expresadas y debatidas sin consecuencias funestas. Mientras tanto ¡Dejen de asesinarnos, YA!