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Regreso al carbón; que las energías limpias esperen

La tan cacaraqueada transición energética hacia fuentes limpias marcha en reversa. | Jorge Faljo

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Escrito en OPINIÓN el

NordStream 1 es el nombre de un gasoducto que surte gas ruso a Alemania de manera directa, sin pasar por ningún otro país. Fue tendido bajo el mar Báltico en aguas internacionales y es una manera de transportar el gas de una manera relativamente barata porque no requiere licuarlo a temperaturas bajo cero y después volverlo a gasificar. Un transporte barato que requirió una inversión cuantiosa y que se convirtió en vital para el aprovisionamiento de energía de Europa.

Con NordStream 1 Alemania se convirtió en el principal importador de gas del mundo, con un 55 por ciento proveniente de Rusia y 43 por ciento de Noruega y los Países Bajos que explotan yacimientos submarinos. Alrededor de la mitad de sus importaciones de gas son reexportadas a Bélgica, Francia, Suiza, la república Checa, Eslovaquia e incluso a Ucrania. Es decir que ese gasoducto es estratégico para gran parte de Europa.

Una turbina de una estación de compresión se descompuso y la empresa fabricante, la alemana Siemens, la recogió y la mando reparar a Canadá. Solo que, en el colmo de lo paradójico, Canadá se niega a regresarla debido a las sanciones que le ha impuesto a Rusia.

Rusia redujo a solo un 40 por ciento el gas que fluye por NordStream1 debido a que Siemens señala de momento no puede reinstalar la turbina. El gobierno de Canadá ha declarado que se encuentra en pláticas con el de Alemania sobre este asunto en un esfuerzo, dijo, de no disminuir las sanciones y también de no castigar a un aliado. El punto es de tal importancia que se prevé que sea abordado en la próxima reunión del G7 del 26 al 28 de junio.

Un antecedente importante es que otro gasoducto, NordStream2 que corre en paralelo al ya mencionado y ya está terminado, con el doble de capacidad respecto a su gemelo, no ha sido autorizado para entrar en funciones por el gobierno alemán, causándole una fuerte pérdida a Gazprom. Mientras estuvo en construcción Estados Unidos impuso sanciones a las empresas participantes, pero no logró impedir que fuera terminado.

Alemania entró en la etapa dos de sus tres niveles de alerta. Su ministro de economía, Robert Habeck declaró que existe una crisis de gas que se ha vuelto una mercancía escasa y que la población debe prepararse para nuevos incrementos en el precio de la energía. Estos precios tendrán, dijo, un impacto negativo en la producción industrial y en los consumidores e hizo un llamado a reducir el consumo de gas de los hogares sin excluir la posibilidad de establecer algún tipo de racionamiento.

Si se mantiene el abastecimiento disminuido Alemania no logrará reabastecer sus reservas de gas (que almacena en cavernas subterráneas) a un nivel suficiente para asegurar el abasto de invierno, cuando es un insumo vital para la calefacción de hogares, oficinas y fábricas.

Están programadas con anterioridad, como parte de las actividades normales, trabajos de inspección y mantenimiento del gasoducto por parte de la empresa Gazprom. Ahora Alemania dice temer, como parte de la guerra mediática, que Rusia podría inventar fallas técnicas que retrasen la reanudación del suministro del gas.

Entretanto, en el colmo de la mala suerte, una empresa gasificadora tejana que proporciona el 14 por ciento de las exportaciones norteamericanas sufrió un incendio y estará cerrada durante varios meses. A esto se añade el riesgo de que la temporada de huracanes ya iniciada pueda deparar sorpresas dado el incremento de la intensidad de estos debido al cambio climático.

Por cierto, que Europa acaba de pasar por una canícula adelantada que provocó un incremento de la demanda de electricidad para los aparatos de aire acondicionado. Y es posible que los meses de julio y agosto sean más calurosos que de ordinario.

Las repercusiones del desabasto europeo llegan lejos y han provocado que los precios del gas se cuadrupliquen en Australia, que es uno de los principales exportadores de gas del mundo. En estas fechas es invierno en el hemisferio sur y los australianos demandan más electricidad para calefacción. Con la mala suerte que una inundación inutilizó algunas minas de carbón y sube la demanda de gas.

Fue un poco escandaloso que las gaseras australianas exportarán gas a Chile; un país que tradicionalmente se surtía de gas norteamericano pero que ahora escasea en toda la cuenca del pacífico por la baja de la producción en Texas y la mayor demanda europea.

Los industriales australianos demandan que se limiten los aumentos de precios y el gobierno estudia establecer reglas que obliguen a las empresas gaseras a favorecer el mercado interno antes que las exportaciones.

Todo hace prever que si no hay pronto acuerdo de paz en Ucrania, y el fin de las sanciones, los problemas de abasto y precios durarán mucho tiempo.

En este contexto Alemania ha decidido adoptar medidas de emergencia que incluyen volver a poner en operación plantas generadoras de electricidad operadas con carbón. Algo que el ministro de economía Habeck dijo que era doloroso porque esas plantas son veneno para el medio ambiente. Entretanto la Unión Europea relaja sus reglas para permitir y favorecer este retroceso energético.

No se trata de algo aislado. La tan cacaraqueada transición energética hacia fuentes limpias (solar, eólica, geotérmica, hidráulica, mareomotriz) marcha en reversa mientras que el planeta es azotado por oleadas de calor, sequias, incendios, tormentas e inundaciones cada vez peores.

En reversa de su discurso a favor de la sostenibilidad ambiental, los Estados Unidos y Europa han entrado de lleno en la promoción del incremento de combustibles fósiles para tratar de contener el incremento de precios de combustibles y electricidad y sus masivas repercusiones inflacionarias.

Los azotes de la inflación y el desabasto se extienden en todo el planeta y generan un creciente descontento que más adelante provocará cambios políticos en unos lados y desorden y violencia social en otros.